Heredia. Un diciembre más son los manudos los que celebran ser el mejor equipo del país. Un diciembre más son los florenses los que no pueden creer cómo se les escurrió entre los dedos el título de campeones costarricenses.
La Navidad será otra vez una fiesta enteramente rojinegra, a costa de un Team que ya debe aborrecer la época. Sin duda que esto se convertirá en una historia amarga para los seguidores de las tiendas heredianas.
Es que por cuarta ocasión al hilo, Alajuelense fue el que terminó de pie al definir el título ante Herediano en una final de Invierno. Quizás ya no deba haber censura para utilizar la palabra némesis cuando se hable de ambos.
Lo de anoche definitivamente produce más autoestima para un lado y más frustración del otro, más allá de que ambos fueron dignos protagonistas del último juego del certamen.
Tras de eso, el golpe acontenció nuevamente en un estadio Eladio Rosabal Cordero a reventar, frente a una afición que recientemente apareció hasta debajo de las piedras, rebosante en ilusión y confianza. Tanto que antes del pitazo final, durante el ingreso de los protagonistas, dio un show de lujo, quizás hasta único en las cuentas del fútbol tico.
Pero de nada sirvió, porque le terminaron dando la vuelta olímpica en su propio patio, otra vez tras la dosis de los penales.
A todo esto hay que sumarle que en esta oportunidad los manudos gozan de un valor agregado enorme: el de lograr su título número 29, ese que nuevamente vuelve a ponerlos “taco a taco” con su mayor rival, Saprissa (por lo menos históricamente, ya que es claro que en tiempos recientes la ecuación solamente tiene dos variables).
De esa manera queda entonces sin efecto uno de los argumentos comunes en las discusiones entre los dos archirrivales.
Y con Óscar Machillo Ramírez en el banquillo, al que la directiva manuda debería amarrar a una silla de su estadio, los posibilidades de aumentar están a su favor.
Machillo. Los erizos volvieron a la cima de la Primera División tica al puro “estilo Liga” de los últimos años, al puro “estilo Machillo”, mejor dicho. Sí, incluido el sufrimientos y nervios para su afición.
El cálculo ajustado y la estrategia prevalecieron de nuevo. Resultaron mucho más pesadas que la etiqueta de favorito o las planillas sobrepobladas de talento.
Al parecer, Ramírez ama tener todo en contra, porque cuando está así, mejor parado sale.
Lo demostró con el semestre perfecto que tuvo, en el cual logró sus dos objetivos: sacarse la gran espina en la Liga de Campeones de Concacaf y clasificar, y recuperar el cetro en Costa Rica, el cual obliga a que la bandera liguista esté nuevamente ondeando de nuevo en todos los estadios del país.