Muchos quieren echar a Óscar. Unos, porque no les gusta su sistema de juego. Otros, porque no les agrada su “pinta”. A los primeros los puedo medio entender. A los otros, jamás.
Es defensivo y “argollero” –dice un grupo de sus detractores–. Lo culpan de que la Selección no juega en forma vistosa, no golea a los rivales y no exhibe el nivel de Brasil 2014. Lo irónico es que usa el esquema de Pinto en el Mundial pasado y el que lo llevó a cinco campeonatos con la Liga, en uno con récord de goles y puntos.
A estas alturas, hace cuatro años, a Jorge Luis Pinto le cobraban lo mismo. Después de la Copa Oro, estuvo a punto de perder su cabeza, pues el equipo dio una presentación muy gris. Todavía con los pies en el avión para Brasil, muchos lo querían bajar, pensando que, en una corrida tan brava, seríamos víctimas de tres toros de casta mundialista. ¡De lo que nos hubiésemos privado!
Ahora estamos en segundo lugar de la eliminatoria y pasamos a cuartos de final en la Copa Oro de primeros. Pero eso no importa, porque seguimos con la cabeza en las nubes y exigimos que la Sele vuelva a jugar como en el Mundial, aunque haya muchos lesionados de aquella base, otros no estén y una buena parte ande baja de nivel.
En el campeonato local no hay ni pal gasto. Nos llenamos de extranjeros para que le den goles al torneo y todos se las ven a palitos para tener al menos un par de defensores de talla. Pero aún así, culpamos a Ramírez de que la Tricolor no golea, aun cuando hubo 18 opciones contra Canadá y solo concretamos una. ¡Qué Macho más inútil!
Uno entiende que hay gente que no quiera despertar del sueño mundialista, o que sigue engañada pensando que el “chiqui chiqui” es el fútbol digno, aunque nunca nos llevó a nada. Pero me parece que detrás de tanta crítica hay un tufo de animadversión personal hacia Óscar. El mote de “Machillo” es el primer síntoma.
Es pequeño, está gordo, habla campesino y no es muy festivo durante su estancia en el banquillo. Y a muchos ticos nos encanta el gallo pinto con salchichón, el huevito duro en el paseo y el aguadulce con leche, pero nos da vergüenza que nos vean en ese plan. ¡Qué polada!
Entonces ocultamos los verdaderos motivos para que no “nos guste el Macho”. Disque no es locuaz. Lo era Bora, pero siempre vaciló a los periodistas y nunca dio una explicación clara de un partido. Disque tiene cara de limón agrio en el banquillo. Mil veces más estresado Pinto y eso no contagió a sus pupilos. Disque no es un gentleman . Lo eran Maturana y La Volpe y ambos resultaron un par de vagos.
No lo juzgamos por lo que sabe, por lo que ha logrado en el pasado ni por sus resultados en la Sele , que hasta ahora son buenos. Muchos se avergüenzan del técnico porque criaba chanchos, sembraba maíz o conserva ese olor a terruño que todos llevamos adentro, aunque pensamos que con perfume francés lo podemos disimular.