Recorrer 338 kilómetros en 120 horas por macizos rocosos, pasos de nieves y con temperaturas de -12 grados centígrados, fueron algunos de los obstáculos que enfrentó la ultramaratonista costarricense Ligia Madrigal, quien la semana anterior concluyó la carrera Tor des Geants, en Courmayeur, en los Alpes italianos.
Madrigal, de vasta experiencia en carreras de aventuras, participó en la que los expertos denominan como la ultramaratón más dura del mundo, por los 28.000 metros de ascensos acumulados así como complicados descensos en los que puso a prueba no solo su forma física, sino también la mental.
La josefina terminó los 338 km en un tiempo de 120 horas, 49 minutos y 32 segundos, en el puesto número 12, tras cinco días y cuatro noches de competencia, en los que apenas pudo dormir dos horas por noche en las denominadas bases de vida o puestos de asistencia.
Incluso, durante las últimas 28 horas de la carrera no durmió, pues al padecer de una bronquitis, fue advertida por los médicos de la organización de que en caso de ser atendida por segunda ocasión, iba a ser retirada de la competencia.
"El grado de ascenso de la carrera es tan exigente que equivaldría a subir los Arrepentidos, en el Cerro Chirripó, durante tres horas seguidas. Es una masacre. También hay partes muy técnicas que requieren cadenas para bajar de la montaña, porque son muy peligrosas", recordó Madrigal.
La ultramaratonista comentó que su puesto 12 en la general femenina la llenó de mucho orgullo, más aún porque finalizó de 112 entre los 800 competidores que tomaron la partida entre hombres y mujeres.
"Cada 50 kilómetros de la competencia había una campamento que tenía baños y camas. Pero solo nos permitían dormir dos horas por la cantidad de participantes. Además, cuando llegábamos a ese punto nos tenían un bolso, que entregamos al principio, donde tenían nuestros implementos de competencia, alimentos, ropa, zapatos y otras cosas", recordó Madrigal.
Precisamente, Ligia comentó que uno de los principales inconvenientes que tuvo en el evento fue la alimentación, pues la dieta de la organización consistía en quesos, jamón, una especie de salchichón, pasteles, galletas con jaleas y sopas, además del hidratante. Sin embargo ella hubiese preferido opciones con mayores calorías como el pollo, el pan, la pizza o el puré.
Bronquitis y nieve
Uno de los momentos más críticos para la costarricense fue padecer de una bronquitis que le afectó desde el segundo día de la competencia. Una fuerte tos, dolor en el pecho y las bajas temperaturas la obligaron a bajar su paso. Ella tuvo que convencer a uno de los comisarios de la carrera y a un médico que la dejara continuar.
"Me dio calentura y por esa razón en una de las bases de vida tuvieron que aplicarme oxígeno porque casi no podía respirar. Para peores, el viento estaba muy frío en la montaña por las noches, ya que bajaba a menos cero grados centígrados y de día lo máximo eran 15 grados. Yo le pedí a los jueces que me dejaran terminar, porque ninguna atleta centroamericana lo había logrado", indicó Madrigal.
A las complicadas formaciones rocosas, los tupidos bosques y el frío constante, se le añadió la nieve que en los últimos 30 kilómetros tuvo que afrontar Ligia para concluir el evento.
"El último tramo de la competencia tuve que afrontarlo con un espantoso frío. Con menos 12 grados centígrados empecé el último tramo a la medianoche y aunque mis músculos y pies estaban perfectos, la bronquitis me tenía muy preocupada. Por esa razón, las últimas 28 horas preferí no dormir, porque si mi cuerpo se enfriaba posiblemente no iba a terminar la carrera", manifestó Madrigal.
Ligia contó que durante esa travesía en medio de la nieve y la oscuridad iba hablando sola y rezaba para que no le pasara nada malo y para que sus pulmones aguantarán el esfuerzo, que pudiese terminar esa última etapa. En esos instantes de angustia se topó a un competidor italiano, quien la acompañó hasta donde terminó la nieve y empezó a descender.
"Sinceramente lloré de felicidad cuando llegué al borde la montaña, observé el amanecer frente al Mount Blanc, en Francia y empezamos el descenso a Courmayeur, poblado donde inició y concluyó la competencia. Fue muy emocionante y a la vez un momento muy especial para mí porque sabía que faltaba muy poco para terminar", destacó Madrigal.
Ligia indicó que junto a su esposo, Federico Escalante, invirtieron alrededor de $10.000 (¢5.400.000) para realizar el viaje, la inscripción y comprar implementos para la competencia, como fueron zapatos para nieve y bastones.
"Le debo agradecer a m entrenador Ariel Mora y mis preparadores físicos Alejandro Arias y Karla Solís, quienes me ayudaron a completar este reto para el cual nos preparamos durante casi dos años. Ellos me llenaron de mucha motivación y fuerza para completar el recorrido", comentó Madrigal.
Aunque aseguró que fue una experiencia muy dura, Ligia no descartó volver a competir en el Tor des Geants, porque asegura que fue muy enriquecedor tomar parte en la ultramaratón y está segura de que pudo concluir entre las 10 primeras en la clasificación general.
"Antes de que me diera la bronquitis, mi mejor posición fue la siete, por eso creo que si no tengo ningún quebranto de salud puedo mejorar. Es una experiencia muy bonita, la gente se sorprendió de ver a una costarricense en esa competencia, todos los atletas, aunque teníamos cara de locos, nos apoyamos y dimos lo mejor para terminar", finalizó Madrigal.