“Pregúntele a Keylor si se acuerda de Javier Torres...”. Con la voz algo ronca, en las afueras del Estadio Nacional, un revendedor contaba que, hace diez años, él le vendía refrescos al arquero del Real Madrid en un puesto que tenía debajo de una gradería del Ricardo Saprissa.
“Fijo, si me ve, se acuerda de mí, pero pregúntele”, insistió Torres, quien tenía la leve esperanza de cruzar alguna palabra con el portero, quien estaba citado para asistir ayer a una rueda de prensa a pocos metros de donde él ofrecía boletos para el juego de esta noche ante la Panamá.
Javier no pudo ver a Keylor y la ocasión tampoco se prestaba para llevarle al arquero el recado del revendedor.
Desde que Navas viste la camiseta del Madrid, hay un protocolo exclusivo para él. Y la última conquista de la Champions lo agudizó más.
El portero llenó ayer un salón con casi 70 personas, entre periodistas, camarógrafos, fotógrafos, personal de la Federación de Fútbol, seguridad privada y, por supuesto, Óscar Ramírez, el técnico de la Sele, que fue el testigo más cercano del fenómeno en el que se ha convertido su portero titular.
Navas por sí solo exige un trato distinto ante los medios, que para para acceder a la rueda de prensa debían presentar la acreditación oficial del partido de hoy y hacer fila para formular solo una pregunta.
En la sala donde estaba Navas había oficiales privados en cada acceso; el más cercano a Keylor solo necesitaba elevarse un poco para cubrir la puerta en su totalidad.
En medio de tanto blindaje, Navas insistió en quitarse el brillo de la fama y explicó, según él, cómo esa figura le cambió la vida sin despegar los pies de la tierra.
“A nivel personal me siento el mismo de siempre, trato de ser lo más normal posible y disfrutar de todas las cosas. Siempre me acuerdo de donde vengo, donde jugué, donde estuve en mi infancia, mi familia, mis amigos, cosas que están en mí. Trato de que se vea más allá de la televisión, que está el Keylor Navas ser humano. Eso es más valioso que todo lo demás y trato de llevarlo con normalidad y disfrutar”, respondió.
Aunque en su currículo tiene dos Champions, evitó la etiqueta de mejor portero de América cuando un reportero panameño lo tentó a ponerse el calificativo y no subestimó la camiseta de la Selección, incluso con el peso que conlleva para él sudar la del Real.
“Yo no voy a responder lo que la gente quiere que diga, diré lo que siempre he pensado y he sentido y lo que siento es que tengo que trabajar siempre, tener humildad con mis logros. Tengo que saber que en el fútbol uno muchas veces está bien y otras mal; debo disfrutar lo que vivo”. Y fue ahí donde puso en primer plano a la Tricolor .
“Para mí defender el arco de la Selección es todo, yo no digo: ‘Bueno, ya estoy en el Real Madrid, gané una Champions y ahora voy a la Selección ahuevado’, ¡Mentira!, el que piense eso no sabe lo que es sentir los colores de una camiseta, las cosas pueden salir mejor o peor, es fútbol, pero que uno venga con la intención de que en el club lo doy todo y en la Selección no, están equivocados”.
Por último, aclaró que no pidió salir del aeropuerto por una puerta distinta, sino que quiso evitar los tumultos que se han vuelto tan habituales donde quiera que vaya. “He intentado ser lo más normal posible, salir por la puerta donde salen todos porque a uno lo espera la familia, pero muchas veces sale uno y quisiera firmarle a todos, pero no se puede, y entre aficionados y los que hacen su trabajo se pueden golpear. De esta forma no hay problemas”, concluyó.