Las personas se dividen entre quienes están en la playa y quienes añoran estar allí.
De acuerdo, hay quienes no disfrutan de las costas, pero esas personas probablemente no están leyendo este artículo. Si usted, en cambio, es un amante del sol, la brisa marina, las olas, el horizonte límpido –acaso interrumpido por una vela o la aleta de algún pez–, las puestas de sol y la arena, podemos asumir casi sin duda que, al ver las fotos que acompañan este texto, se le escapará un suspiro. Sí, qué rico estar en la playa.
Puede, también, que usted sufra de un padecimiento más común de lo que podría asumirse: las playas se le acabaron. No a Costa Rica, sino a usted: siempre visitando los mismos destinos, siempre viendo los mismos paisajes, siempre el mismo mar.
Si esos síntomas le resultan familiares, sepa que no está solo. Hace un par de años, a José Pablo Alfaro y Carlos Alpízar les sucedió exactamente lo mismo. Presas de la frustración al sentirse limitados en un país que es, en realidad, abundante en joyas playeras, decidieron ponerse manos a la obra.
Ese fue el génesis de GOPlaya.cr, el primer buscador de playas del país, que le ayuda a encontrar esos paraísos ocultos que tendemos a pasar por alto.
Antes de que planifique su próxima aventura en alguna de las playas menos conocidas de Costa Rica, le presentamos un buffet playero con opciones para todos los gustos.
Sírvase hasta la saciedad, que las playas son de todos.
Playas de arena blanca
Playa Real está ubicada a pocos kilómetros de Conchal, uno de los destinos más populares de Guanacaste. Real, pese a ser mucho menos conocida, es una joya oculta que poco tiene que envidiarle a su vecina.
Es de arena blanca, su oleaje es intermedio –óptimo para el snorkel y la natación– y su paisaje se enmarca entre dos islotes que se observan a pocos metros de la costa.
Es sitio de anidación de la tortuga negra, un detalle que, de acuerdo con los datos de GOPlaya, suele ser poco apreciado entre los turistas.
“La gente tiende a buscar más las opciones de vida nocturna y de arena blanca, y deja de lado la posibilidad de observar espectáculos naturales como el desove de tortugas o el avistamiento de ballenas”, cuenta Alfaro.
Playa Cuarzo, también en Guancaste, cuenta con arena blanca con un ligero tono rosado, debido a las pequeñas conchas pulverizadas que brillan con el sol. Es una playa virgen, con un oleaje suave. Su nombre proviene de las piedras brillantes conocidas como Cuarzo, que se pueden encontrar mientras camina por la arena.
Llegar allí no es tarea fácil. La aventura puede iniciarse, con cuidado, en automóvil –la carretera de lastre está en mal estado– hasta Playa Garza; desde allí, toca caminar entre piedras durante marea baja para encontrar el recóndito destino.
En el Caribe, la corona de arena blanca de la deja un destino obligatorio. En Punta Uva, la arena color blanca se mezcla con el agua turquesa y los árboles que se recuestan sobre el mar. La oferta de hospedaje es amplia, y se puede practicar kayak y snorkel.
Playa con poco oleaje
No todos somos surfistas. Quienes practican este deporte buscan siempre las mejores olas y varios lugares en Costa Rica se las ofrecen. Sin embargo, para el resto de mortales la opción idónea suele ser un mar calmo que permita nadar y disfrutar del agua sin correr mayores riesgos.
En la categoría de playas que más parecen piscinas naturales, una de las más recomendables es Playa Calzón de Pobre. Sí, ese es su nombre real, que le viene dado lo pequeño del lugar. La falta de espacio es opuesta a su oferta de posibilidades para relajarse: arena blanca, agua cristalina, oleaje suave y poca piedra.
El camino está en muy mal estado, y lo recomendable es utilizar un vehículo de doble tracción. Tras dejar el carro en un estacionamiento rotulado, toca subir un empinado sendero. Suena sacrificado, pero los resultados son proporcionales: Calzón de Pobre es una de las playas más bellas y particulares del país. Es idónea para hacer snorkeling, tomar un baño o simplemente disfrutar del sol. También podrá disfrutar del increíble paisaje antes de llegar a la playa, pues de camino se encontrará con el mirador natural de Punta Cacique.
Al otro lado del país, en el Pacífico Sur, se encuentra el Parque Nacional menos visitado de Costa Rica: Piedras Blancas. Allí, oculta frente al Golfo Dulce, está Playa Cativo, un paraje virgen de agua cristalina.
Para llegar a Cativo debe cruzar en lancha desde el ‘Muellecito’ en el centro de Golfito. Allí, puede reservar una lancha y pedir que lo lleven a las playas que pertenecen a Piedras Blancas. En el camino, y con suerte, podrá observar ballenas y delfines según la época del año.
Pueblos de playa
A veces, la playa es la excusa. La experiencia no siempre la dan la arena y el mar, sino lo que rodea a esto.
Santa Teresa, en Puntarenas –pero esa Puntarenas que atisba el golfo de Nicoya desde la orilla guanacasteca– es un ejemplo perfecto de ello. La playa es de arena blanca, las olas son perfectas para surfear y el camino es accesible con automóvil.
Sin embargo, su principal fuerte yace en su vasta oferta de hoteles boutique, hosteles y cabinas, así como opciones gastronómicas de todo tipo, desde la cuchara costarricense a la italiana y la oriental. Además, muchas otras playas se encuentran a una distancia accesible.
Otro pueblo que otorga a sus visitantes una experiencia memorable es Nosara. No en vano fue catalogado, en el 2015, como uno de los mejores 20 pueblos de surf en el mundo por parte de la revista National Geographic.
Guiones es la principal playa del lugar y también la más concurrida, gracias a su arena blanca y pocas piedras. Guiones pertenece al Refugio de Vida Silvestre Ostional, que sobresale por el desove de las tortugas Lora.
En Nosara, la oferta es rica y variada. El pueblo acoge varios hoteles, cabinas y restaurantes, además de clases de surf y distintos tours.
Playas de experiencia
Manuel Antonio es el Parque Nacional más visitado del país y existe una buena probabilidad de que usted lo haya visitado en múltiples ocasiones. Pero un lugar como ese no puede quedarse fuera de ninguna lista de recomendaciones playeras en Costa Rica.
No se trata solamente de la jungla que envuelve las distintas playas que forman parte del parque. No solamente es la arena blanca ni la presencia de animales salvajes ni la cercanía a San José. Manuel Antonio es memorable porque engloba todas características que uno quisiera encontrar en cualquier playa.
Si de experiencias se trata, claro, tampoco se puede quedar por fuera Roca Bruja. Es una de las playas más legendarias del país, de difícil acceso pero exuberante belleza. Ubicada en el Parque Nacional Santa Rosa, es un destino remoto y de difícil acceso, pero imposible de olvidar.
Tras recorrer un complicado camino de piedra –solo apto para vehículos 4x4–, toca caminar por un sendero lleno de árboles secos, en el que es probable que se encuentre más de un venado o un garrobo.
La playa es de arena gris, el agua es cristalina y la experiencia es insuperable.
Considere, también, San Juanillo. Su arena es blanca y sus aguas turquesa. El oleaje es suave y hay muchas formaciones rocosas, que la convierten en un paraíso para el snorkel.
Playas de un día
Explorar la riqueza natural de Costa Rica debería ser un deber cívico, sobre todo cuando se trata de nuestras playas. Durante un verano sorprendentemente frío y pasado por agua, sobre todo en el centro del país, no desperdicie la oportunidad de visitar la costa y saborear el mar.
Puede que el tiempo sea la excusa más sencilla. Si es ese el caso, las opciones de playas que se pueden visitar en un solo día desde el Gran Área Metropolitana son la solución para usted.
Es el caso de Playa Blanca de Punta Morales, ubicada a pocos kilómetros del centro de Puntarenas. Es la única playa de arena blanca del puerto, idónea para visitar después de pasar por un churchill.
O, si lo prefiere, vaya a Playa Biesanz, una playa de arena blanca, con un oleaje y suave y poca piedra, ubicada en la zona de Manuel Antonio. Mucho menos concurrida que el parque nacional, es perfecta para descansar y desconectarse de la rutina.
Cualesquiera sean sus gustos, las posibilidades lo están esperando entre arena y mar.
GOPlaya: amigos, exploradores, emprendedores
Todo comenzó en Junquillal.
José Pablo Alfaro y Carlos Alpízar, mejores amigos desde la primera niñez –se graduaron juntos de primaria y secundaria– recién habían pasado unos días en aquella playa guanacasteca, lo cual no es precisamente extraño: con los años, se habían convertido en apasionados por las costas, por la arena y el mar; cuando la mayoría de personas en nuestro país acuden a las playas una o dos veces al año, Alfaro y Alpízar asistían al llamado del mar cinco o seis veces por curso. A veces con amigos, a veces con novias, pero ambos siempre como común denominador.
Así que tenía sentido que, tras regresar de Junquillal, Alfaro le dijera a Alpízar, “mae, le tengo una propuesta”. Alpízar escuchó lo que su amigo tenía que decir, aceptó y pronto debieron ponerse manos a la obra. Había que trabajar, lo que en su caso se traducía como había que ir a la playa. Mucho. Y a muchas.
Aquella propuesta se convirtió en GOPlaya, el primer buscador de playas del mundo y la única opción que cataloga y categoriza buena parte de los cientos de playas que existen en nuestro país.
Funciona así: GOPlaya.cr es un sitio web responsivo (funciona igual en la computadora y en el celular) que ofrece un buscador de playas; en él, el usuario puede escoger las características que busca en un destino: que haya avistamiento de delfines o que sea de arena blanca o que tenga poco oleaje, entre otras opciones. Los resultados no solo le mostrarán las playas que cumplan con esas características, sino que le avisará sobre el estado de los caminos para llegar al lugar, la vegetación, las piedras y demás.
Además, el sitio cuenta con la opción Crea tu ruta, que permite a los usuarios construir un recorrido por distintas playas cercanas entre sí; el recorrido luego se puede utilizar en Waze o en Google Maps.
“Venía arrastrando una frustración de querer tener un emprendimiento. Tenía dos cosas claras: quería emprender en algo que me apasionara, y no podía hacerlo solo. Necesitaba que alguien me ayudara con la administración y toda esa parte”, cuenta Alfaro.
Qué suerte, entonces, que su mejor amigo, otro fanático de la arena y las olas, fuera un graduado en administración de negocios.
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Trip Advisor, Booking.com, AirBnB, cualquier otra opción prioriza el hospedaje por encima de la experiencia. Los dos amigos playeros querían lo contrario: que la playa fuera el núcleo del viaje.
Para ello, era necesario crear una base de datos, y era necesario crearla desde cero. Así, solo con la ayuda de un incómodo mapa del país con los nombres de unas 90 playas que José Pablo encontró en el sitio web del Instituto Costarricense de Turismo, los dos amigos emprendieron una aventura monumental.
Una por una, visitaron unas 200 playas. Desde las más conocidas hasta las que solo lugareños conocen; desde las que tienen una carretera pavimentada al lado hasta las que solo se pueden acceder a pie, tras horas de jornada.
Al llegar a una playa, con formulario en mano, la misión era marcar las características del lugar. Si es de arena blanca, si es una playa virgen, si hay vida nocturna, si solo se puede acceder en un vehículo 4x4, y cuando otro detalle fuera necesario para que quien no conociera el lugar pudiera llegar allí sin mayores problemas.
De cada lugar tomaban fotografías y videos; esto, junto a requerimientos de presupuesto y las ganas de trabajar en el proyecto, los obligaba a trabajar rápido. En un solo día, podían visitar hasta 10 playas, una tras otra, sin tiempo para pasar el día en cada una. Para un fanático de las costas como Alfaro, aquello podría parecer un sacrificio arduo, pero el tiempo se encargó de transformar su experiencia y moldear sus gustos.
“Creo que ahora me gusta más la experiencia de explorar y buscar nuevos lugares que pasar un montón de horas en la playa”.
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Explorar paga.
En una ocasión, Alfaro y Alpízar salieron en busca de Playa Honda, en Bahía de los Piratas, al sur de Conchal. Guiados por la aplicación Waze, los amigos siguieron una ruta para la que su 4x4 no estaba preparado. Cayeron en un hueco, resbalaron en unas lajas y, al final, frustrados, debieron dar media vuelta. Sin embargo, gracias a Google Maps, consiguieron otra ruta. Tras mucho manejar y luego seguir senderos a pie, llegaron a una playa virginal, en donde desovan tortugas pese a no ser un área de conservación.
En otra, sin embargo, no todo salió bien. En el Parque Nacional Santa Rosa, en el sector Murciélago, los muchachos siguieron el camino en busca de Playa Blanca, un paraíso en miniatura de arena blanca y oleaje suave, pero con caminos en pésimo estado y una pobre rotulación. En una intersección, los muchachos tomaron la desviación incorrecta. Oscurecía. Cuando decidieron regresar, el carro no pudo subir las cuestas que habían bajado. Tuvieron que pasar la noche en el vehículo, sin mayores provisiones y en medio de bosque virgen. Debieron esperar a la mañana siguiente para que un equipo de guardabosques los pudiera socorrer.
“Es parte de la experiencia, pero por dicha eso no pasó cuando recién comenzábamos, nos hubiéramos echado para atrás”, se ríe ahora Alfaro.
Aunque Go Playa lleva ya medio año en actividad, la fase de exploración no ha concluido. José Pablo cuenta que su meta actual es llegar a las 300 playas, cifra que esperan alcanzar durante los próximos meses.
Mientras tanto, los amigos siguen explorando, en busca de las joyas ocultas de las costas más ricas.