"Estamos tratando de no olvidar que los demonios que te vencieron siempre fueron parte del trato. Después de todo, fue la forma en que cantaste acerca de esos demonios lo que hizo que todos se enamoraran de ti".
El sentido tributo lo escribó Dave Farell, bajista de Linkin Park, después de la muerte de Chester Bennington. El mensaje es posiblemente la mejor descripción de la vida, la carrera y la muerte de quien fuera uno de los principales íconos del rock de la década del 2000.
Esos demonios fueron la constante en la vida de Bennington. Lo acompañaron desde la infancia y lo acecharon a lo largo de una problemática adolescencia. Luego lo inspiraron a crear la música que lo llevó al estrellato y que impactó a millones de personas, pero sin dejar de atormentarlo constantemente. Finalmente, los mismos demonios fueron los culpables de que el cantante acabara con su propia vida, el pasado 20 de julio, a sus 41 años.
La vida fue dura para Bennigton desde temprana edad. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por el abuso físico y psicológico. Luego vinieron la depresión y la adicción a drogas y alcohol; su lucha contra esos problemas continuaría con altibajos a lo largo del resto de su vida. Ese dolor y esa angustia se convirtieron en el combustible para su obra artística.
Linkin Park tenía ya tres años de estar intentando sobresalir en la escena musical californiana cuando reclutaron a Bennington. El talento del vocalista y su química con la banda fueron el catalizador que hizo que todo explotara: menos de dos años después tenían en sus manos el Hybrid Theory, uno de los discos de rock más exitosos de la década.
La banda no solo subió vertiginosamente a la cima sino que logró establecer su propio estilo, fusionando elementos del nu metal con rock alternativo, contribuyendo en gran parte a la adopción del género en el ‘mainstream’. Gracias a la evolución constante de su sonido, fueron de las pocas bandas que lograron mantenerse vigentes mucho después de se apagara el fuego del nu metal. Sin restar méritos al resto de la agrupación, es difícil negar que los talentos de Bennington fueron el factor más importante en el éxito masivo de Linkin Park.
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La voz. Hablemos de esa voz. El rango dinámico vocal de Bennington fue lo que sorprendió a sus compañeros de grupo desde su primera audición y eventualmente cautivó al resto del mundo. Siempre me pareció impresionante la facilidad con la que pasaba de líneas melódicas delicadas y sutiles a gritos cargados de fuerza y agresividad. Verlo cantando en concierto reafirma el nivel de cantante que era: el hombre rara vez desafina o afloja una nota.
El mismo rango de sentimientos que transmitía con su voz fue el que logró plasmar en sus letras, expresando su propia angustia y vulnerabilidad, pero también la de millones de fans que se sintieron inmediatamente identificados con sus canciones. La honestidad y fragilidad en las letras de Bennington separaron a Linkin Park del montón de grupos nu metal que se limitaban a temas burdos, machistas e irreverentes y que contribuyeron al estigma que se creó alrededor del género musical.
Para los que experimentaron esa etapa de la banda durante su adolescencia, el impacto fue profundo. Para otros como yo que en ese momento ya no cargábamos el peso de la angustia adolescente, la voz de Bennington y el sonido de Linkin Park representaban una actitud de furia, libertad y energía; un momento en la música que nos marcó.