Hugh Hefner, fallecido el 27 de setiembre por muerte natural, tenía una cabeza de conejo para la buena suerte, pero el creador de Playboy, la revista más erótica de la historia, tan buscada como condenada, tan literal como incomprendida, murió sordo por el consumo de la pastilla azul, que lo ayudaba a cumplir con sus infaltables conejitas.
Hef fue mucho más que un apóstol del hedonismo. El ícono de la revolución sexual de los 60, fue un gigante de la publicidad y del periodismo, defensor de la libertad de expresión, de la libertad sexual, de la lucha por los derechos civiles, de las relaciones sexuales prematrimoniales, de los derechos homosexuales, del aborto, de la igualdad racial y sepa Juana de cuántas cosas más.
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Ya en la década de 1960, en uno de sus clubes del sur de los Estados Unidos, actuó un humorista negro. También entrevistó y apoyó a activistas de los derechos afroamericanos como Martin Luther King o a defensores de los derechos humanos y pacifistas que se oponían a la guerra de Vietnam.
Es un personaje con mil historias, con una vida de excesos, sexo y festolinas en su Mansión Playboy en Beverly Hills de 20.000 metros cuadrados y 29 habitaciones, donde presumió de una vida libertina, enfundado en su bata se seda color rubí y con su gorra de capitán.
Este ícono cultural —quien aseguró haberse acostado con más de mil mujeres— transgredió en una época en la que Lucille Ball no podía decir la palabra “embarazada” en televisión porque era vulgar. Hef se dio cuenta de que las mujeres estaban más a gusto con su cuerpo de lo que la cultura general reconocía. Los desnudos podían ser cool y hacía falta una revista desinhibida e intelectual para hombres, con firmas como las de Ernest Hemingway, John Updike, Jack Kerouac, Norman Mailer o Ray Bradbury.
Con la revista surgió una nueva visión sobre la sexualidad. Para entonces los desnudos estaban limitados a publicaciones clandestinas. Él reinvindicó la sexualidad con un tono juguetón donde cabían la libertad de expresión, el periodismo serio y la literatura, muy a pesar de sus detractores para quienes Hef fue el rey de la misoginia y el machismo y un explotador sexual de la mujer.
Vivió una infancia de disciplina puritana extrema. Sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y estudió Psicología. Falleció a los 91 años viendo como la revista que fundó en 1953, es más o menos la misma de siempre.
En la primera edición de Playboy, Hef publicó un desnudo de Marilyn Monroe sin el consentimiento de ella, que había sido tomada mucho antes de su éxito en Hollywood y él compró la imagen a su autor. Monroe ya era una estrella cuando salió la foto. En 1992, Hef adquirió un nicho contiguo al de la mujer sobre la que fundó su imperio.
Ahora Hef trata de descansar en un cementerio de Los Ángeles. “Pasar la eternidad junto a Marilyn es demasiado dulce para no hacerlo”. Lo que no dijo es que las relaciones con ella nunca fueron dulces. En las páginas centrales, Norma Jean aparecía desnuda cuando no era famosa. La actriz había cobrado 50 dólares por posar. No tenía ni un centavo y todavía no había rodado las películas que le abrieron el camino al éxito.
Éxito fue el de Hef, quien gracias a esas fotos vendió más de 50.000 revistas. “No recibí ni las gracias de aquellos que hicieron millones con mi foto desnuda”, escribió ella, “incluso tuve que comprar un ejemplar para verme”, pero el conejito no dijo ni pío y la sigue acosando en su nicho de muerte.