"El hombre fuerte de Panamá”, así se le sigue llamando a Manuel Antonio Noriega; tal vez porque en Latinoamérica nos fascinan las historias de “superación” de los déspotas, tal vez porque no existe un adjetivo políticamente correcto para llamar a un dictador, violador, asesino y narcotraficante.
La primera parte de la historia de Noriega es la de un niño huérfano, de barrio pobre, criado en conjunto por su madrina “mamá Luisa” y las calles de El Terraplén, caserío donde vendía periódicos y aprendió a sobrevivir.
Le gustaba leer y se graduó del Instituto Nacional como uno de los mejores de su clase, aspiraba a ser médico y en su juventud estuvo ligado al Partido Socialista.
Luego de sacar el bachillerato, trató de entrar a estudiar Medicina, pero no logró un cupo. Terminaría en la Escuela Militar de Chorrillos (Perú) gracias a una beca que le consiguió su hermano mayor Luis Carlos.
De vuelta en Panamá, se incorporó a la Guardia Nacional y trabajó bajo la dirección del comandante Omar Torrijos.
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En sus primeros años como militar fue acusado varias veces por violación y tortura. Su papel en las fuerzas armadas tomó relevancia cuando se convirtió en jefe de la zona militar de Chiriquí, donde su principal función fue infiltrar y desbaratar los sindicatos de las plantaciones de la United Fruit Company. La información que acumuló sobre los sindicalistas lo convirtió en un hombre atractivo para la inteligencia estadounidense, con quien colaboró desde los 60.
Tras el golpe de Estado de Torrijos, en el 68, asumió las riendas del Servicio de Inteligencia, una unidad que orquestaba torturas, desapariciones, supervisaba los corruptos negocios de los militares y espiaba a las guerrillas centroamericanas para los Estados Unidos (EE. UU.). Además, en esos años, habría empezado su ligamen con el narcotráfico.
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Torrijos murió en el 81 y Noriega asumió la cabeza del gobierno militar en el 83. Los EE. UU. conocían sus actividades delictivas, pero vieron en el militar panameño a un aliado contra el comunismo en plena Guerra Fría.
En junio de 1987, la gestión de Noriega se volvió insostenible; era acusado de narcotráfico, de haber orquestado un fraude y de estar atrás de la decapitación del líder opositor Hugo Spadáfora. El Senado estadounidense pidió su salida del poder y un tribunal norteamericano lo acusó por sus vínculos con el narco.
El 20 de diciembre de 1989, unos 24.000 soldados estadounidenses tomaron por asalto Ciudad de Panamá y lo capturaron. Luego sería condenado en EE. UU., Francia y Panamá por desapariciones, asesinato, lavado de dinero y narcotráfico. Vagó por diversos centros penales, hasta que logró la casa por cárcel a inicios de 2017; murió en mayo por un tumor cerebral.