Caprichosa que es la vida: el locutor que hacía palpitar la radio, murió del corazón.
El inquieto y traicionero balón del tiempo había rodado apenas 13 días sobre la gramilla de este año cuando un silencioso pitazo final decretó el final de las palpitaciones.
No hubo más tiempos extra para quien se deleitó narrando partidos de fútbol durante los últimos 38 de sus 59 años.
El árbitro de la existencia ya le había concedido tres prórrogas a la “Doble M”. La primera en 1995; la segunda, en el 2000, y la tercera en el 2013.
Sin embargo, el cuarto infarto dejó fuera de juego a quien alineó frente al micrófono en ocho Mundiales de Fútbol.
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Desde entonces, el dial no es el mismo. Le falta la energía, alegría, picardía, alborozo, risa, angustia, crítica, cabreo, comentarios, espontaneidad y recuerdos de su amado Limón con que nos hacía vibrar esa voz potente que planeaba jubilar las cuerdas vocales después de la Copa Rusia 2018.
Precisamente, falleció un día antes de transmitir por Columbia las incidencias d el partido entre las selecciones de Costa Rica y El Salvador.
Así finalizó, entre apuros médicos en el hospital Calderón Guardia, la carrera radial de quien también fichó a lo largo de su vida con las emisoras Casino, de Limón; Sabrosa; Emperador y Monumental.
Su partida tuvo lugar dos meses y una semana después de que su hija Paola McGregor García, de 31 años, muriera como consecuencia del grave accidente de tránsito que tuvo el 21 de octubre del 2016 en Curridabat. En ese incidente perdieron la vida dos mujeres y cinco personas resultaron heridas.
"¡Peliiiiiiigro!"
McGregor, hombre polémico, de carácter efervescente y cuyos elogios a determinadas personas en ocasiones rayaban en la adulación, nos heredó una colección de frases y oraciones propias de su estilo de locución.
Entre ellas, “¡peliiiiiiigro!”, “tiro libre, libre, libre”, “ mi corazón hace tilín tilín, tilín tilán” y “¡cántenlo conmigo (liguistas, saprissistas, heredianos, limonenses, costarricenses...), cántenlo conmigo!”
¿A quién no se le pone la piel de gallina cuando recuerda los famosos “el zorro cobra, Porras tapa; el zorro cobra, Porras tapa”, “pitó, pitó, pitó, pitó”, “huele a gol”, “¡por mi madre que es un golazo!”, “aquí no está Zeus, aquí bajó la Virgen de los Ángeles”, “Costa Rica linda y amada” y “hola y adiós”?
Seamos sinceros, ¿quién, durante las transmisiones deportivas, no le bajaba el volumen al televisor y se lo subía a la radio en aras de escuchar la narración de Mario McGregor? Quien escribió estas líneas confiesa que así lo hacía, en especial desde que la pantalla chica se quedó sin el humor y las ocurrencias de Manuel Antonio “Pilo” Obando.
Caprichosa que es la vida. Caprichosa que es la muerte. Lo mismo la memoria, que mantiene vivos los ecos de algunas voces que se apagaron.