El 1.° de mayo, la llegada de un líder conservador a la presidencia de la Asamblea Legislativa era inminente. Así se había negociado desde el 2016, después de que los diputados del bloque cristiano mantuvieran su apoyo a la oposición. Entre los aspirantes sonaban Mario Redondo y Óscar López.
En silencio, estaba el abogado Gonzalo Ramírez, de Renovación Costarricense, quien a dos días de la elección afirmaba no ser candidato, pero el apoyo de Antonio Álvarez Desanti (entonces en la Presidencia del Congreso) lo colocaba cerca del importante cargo.
Ramírez fue elegido y se convirtió en el primer pastor evangélico en ocupar la presidencia de la Asamblea Legislativa. Él celebró abrazado con miembros de su congregación religiosa, mientras que Álvarez Desanti asumió el costo político de la votación.
Para servir
Sentado en su oficina –la más alta del Castillo Azul, un edificio de ese color junto a la Asamblea Legislativa–, Ramírez recordó el momento en que consideró participar de la política.
Antes de ser legislador, él trabajaba como abogado, era miembro de una organización no gubernamental que impulsaba los emprendimientos y además, era pastor. De todas estas actividades se apartó para participar de la política, pero continúa asistiendo a la iglesia Pasión por las Almas. La política, dice, lo buscó a él y no a la inversa.
“Lo vi como una oportunidad para servir (...) A los cristianos nos gusta influir en la calidad de vida de los costarricenses, en la calidad de la educación, de la infraestructura, en el crecimiento económico del país y en la formación de nuevos liderazgos”, explicó.
Ese cambio en los liderazgos inició desde su propio partido. En diciembre del 2016, el pastor Justo Orozco intentó expulsarle del partido a él y a Abelino Esquivel (también diputado por Renovación Costarricense) por no cumplir con pagos o aportes que deben hacer a la agrupación.
Pero en agosto, cuando Ramírez ya era presidente legislativo, los efectos se invirtieron y fue Orozco quien quedó fuera de la agrupación que fundó. El polémico exdiputado y excandidato presidencial partió alegando que él sí era “cristiano de verdad”.
Gonzalo Ramírez es ahora presidente de Renovación Costarricense. En la última asamblea partidaria, se consolidaron distintas secretarías temáticas –las primeras en la agrupación– en áreas como “mujer, persona joven, ambiente”. También “abrieron” el partido para convocar a militantes provenientes de otros sectores que compartan sus valores.
“Participaron unas siete mil, diez mil personas en la renovación de estructuras. Dijimos, ‘señores, esto es un partido democrático, ojalá participen’. Dijimos, ‘los cristianos tenemos mucho que aportar a este país’ (…). Dijimos, ‘esto no es la bola de nadie ni el juguetito de nadie, vamos a respetar el tema de democracia’”.
Después de ser secretario del directorio legislativo y ahora su presidente, Ramírez cree que su agrupación puede triplicar en las próximas elecciones la cantidad de escaños que tienen bajo su bandera; es decir, espera ganar al menos seis diputados en las elecciones previstas para el 4 de febrero.
“Creo que en estos siete meses en la Asamblea hemos dado señales de que podemos generar acuerdos, y ese tipo de cosas dan testimonio de que los cristianos tenemos mucho que aportar a la política”, comentó.
El llamado
En la oficina del legislador había pocos indicadores de quién trabaja ahí ahora. En un mueble, había una foto con sus hijos y su esposa, Paula Vargas, quien es vicealcaldesa de San José por el Partido Alianza por San José. Casi en simultáneo, ambos atendieron su llamado a la política.
Bajo las manos de Ramírez, había dos pruebas de impresión de un libro que publicará más adelante, titulado Llamamos a gobernar. Con este exhorta a los cristianos a involucrarse en la política y “el tema de la democracia”.
Durante la conversación, Ramírez separó en dos ocasiones ese “tema de la democracia” de lo espiritual, aunque él vive de la unión de ambos.
Había que preguntar: ¿Riñe la democracia –en perenne cambio– con el estático dogma de los partidos evangélicos?
“Si usted lee la Biblia hay jueces, hay reyes, sacerdotes y ahí están los tres poderes de la República, ahí está el sistema democrático”, respondió. “Cuando usted tiene gente que le dice ‘no mate’, ‘no robe’, ‘no adultere’, pues yo creo que eso no le hace nada mal a nadie”, agregó.
Su ejercicio de la política y su rol como presidente de la Asamblea Legislativa, va más allá de un consejo amistoso, claro está.
En siete meses de su presidencia se han aprobado más de 50 proyectos de ley –como la Reforma Procesal Laboral y la ley de Bienestar Animal– y se ha impuesto su rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo, o a las propuestas de derechos humanos denominadas por los sectores conservadores como “ideología de género” .
Su discurso se mantiene y su participación en la política está lejos de acabar. Al consultarle si quisiera llegar con su partido a Casa Presidencial, actuando como presidente, no descartó el escenario.
“Cuando salga de aquí el 30 de abril seguiré tratando de fortalecer el partido, como presidente que soy. El tiempo dirá qué podremos construir. La visión es servir para mejorar nuestra comunidad y nuestro país”, señaló.