Una denuncia suya fue la prueba "pilar" que la Fiscalía General utilizó para encarcelar preventivamente a los siete imputados por el caso del cemento chino.
Otro informe suyo ocasionó la destitución de la Junta Directiva del BCR. Un tercer criterio sirvió para que el presidente Luis Guillermo Solís sancionara con ocho días de suspensión a cinco directivos del Banco Nacional (BN).
Cuando la Fiscalía General dio por cerrado el caso, él inició una investigación por el ingreso de $20 millones a cuentas bancarias relacionadas con el expresidente de Perú, Alejandro Toledo, en Scotiabank de Costa Rica, pues habrían provenido de un supuesto soborno de la constructora brasileña Odebrecht.
También exigió a Bancrédito un plan de acción para corregir el deterioro financiero y remitió un oficio al mandatario Solís en el cual le informa que ese banco podía entrar en cesación de pagos y ser intervenido de manera inmediata. Menos de dos meses después, el Consejo de Gobierno acordó cerrar la operación comercial y acelerar su transformación a un banco de fomento y desarrollo.
Sin importar la ecuación matemática, en cualquiera de escándalo bancario —y sí que los hubo en el 2016 y el 2017—, siempre apareció un común denominador que varió rumbo.
Un factor común que tiene nombre y apellidos: Javier Cascante Elizondo, un economista de 49 años de edad, que hasta el pasado 15 de noviembre fungió como superintendente de Entidades Financieras, luego de cinco años en el cargo.
Sus informes y denuncias sirvieron como base para que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial ejecutaran acciones, pero eso tampoco lo libró de las críticas por alertar ‘tarde’ sobre lo que sucedía en X o Y banco.
Por ejemplo, diputados y hasta el ahora exfiscal general Jorge Chavarría cuestionaron a la Sugef por su 'tardío' actuar en el caso del Banco de Costa Rica (BCR) y las línea de crédito otorgados al importador de cemento chino, Juan Carlos Bolaños, quien descuenta tres meses de prisión preventiva.
Él niega que haya actuado a destiempo, insiste en que tomó medidas apenas se enteró de lo que sucedía y que además, en algunos casos el análisis fue complejo y requirió de más tiempo.
"Después de la batalla solo generales quedan. Si uno hubiese sabido probablemente hubiese empezado el estudio hace cuatro años, es muy difícil juzgar si hubiese sido eso antes, yo conozco gente que me ha dicho que a Bancrédito había que haberle hecho un informe hace 20 años".
"Yo no entraría en esa discusión porque es muy fácil, siempre habrá una opinión subjetiva que dirá ¿y por qué no llegaron antes a tomar esas decisiones? Yo creo que lo importante es que se llegó y se tomaron decisiones cuando se conocieron las situaciones concretas, lo grave hubiese sido que conociendo lo que estaba pasando, el supervisor se hubiese quedado callado y no hubiera actuado, y yo sí le puedo garantizar que se actuó en el momento que se detectó", argumentó Cascante.
Cambio de rumbo en la supervisión
Pese a la constante intervención de la Sugef, él es del criterio de que este no es el año más convulso que ha vivido el sector financiero nacional. Para él, generó más agitación la crisis de las financieras de 1987 y el cierre del banco Anglo en 1994.
Cascante considera que lo que varió fue el tipo de supervisión, que ahora basó más en el cumplimiento del gobierno corporativo en las entidades supervisadas, es decir, sobre las la idoneidad, funciones, responsabilidades y obligaciones de directivos y la alta gerencia de los bancos.
"Lo que ha sido diferente hoy en día son dos cosas: La prensa entiende mejor las historias, entonces le da seguimiento, analiza y estudia. Hace 20 años nadie sabía nada y no había nadie especializado en esos temas".
"Y segundo, el sistema de supervisión ha ido cambiando, la práctica supervisora de temas de gobierno corporativo fue muy fuerte, muy intensiva durante esos años, y no fue porque fuera una moda sino porque sencillamente al ser bancos sistémicos, le tocaba al supervisor estar tocando esos temas", dijo Cascante.
En materia de gobierno corporativo, la Sugef advirtió de debilidades en los bancos Nacional, de Costa Rica, Crédito Agrícola e Internacional de Costa Rica (Bicsa), en donde hubo cambios o sanciones para los miembros de sus juntas directivas.
Aunque evita decir nombre y entrar a la confrontación, Javier Cascante sí afirma que en esos cuestionamientos el Consejo de Gobierno, liderado por el presidente Luis Guillermo Solís, también tiene su cuota de responsabilidad, dado que fue el órgano que hizo los nombramientos en las cúpulas bancarias.
"En el sentido estricto, cuando una persona nombra a alguien y los resultados no son los esperados hay una responsabilidad (…). Si usted anda buscando que el banco funcione bien, usted tiene que tener gente competente manejando ese banco, desde el punto de vista de junta directiva como de la administración de ese banco. Existe un un riesgo cuando se ponen personas que primero, no conocen (de banca), y segundo, que son dependiente, porque cuando usted se sienta en una silla de un banco, usted tiene que pensar en los intereses del banco, no en los intereses del partido que lo nombró o el gobierno que lo puso ahí", expresó Cascante.
El ahora ex superintendente dice no haber sido una piedra en el zapato para los bancos y resto de supervisados de la Sugef, hace hincapié en que lo único que hizo fue cumplir con la ley.
"Era mi responsabilidad cumplir con la ley para velar por la estabilidad del sistema financiero. Todas esas acciones que se hicieron fueron para velar por la ley. Si eso se puede tildar de incómodo, pues era súper incómodo. aunque creo que responsable sería la palabra más adecuada. La silla del superintendente no es un concurso de popularidad. Es muy feo llegar y decir siempre cosas que no están bien en las entidades, eso no es agradable", declaró Cascante.
Década y media de supervisión
El 15 de noviembre anterior, Javier Cascante culminó una etapa de supervisión de 15 años y medio. Primero desde la Superintendencia de Pensiones (Supen), posteriormente en la mercado de seguros y por último en la Sugef. Ante de eso, fue Tesorero Nacional.
Aunque aclara que los tres cargos son diferentes entre sí e incomparables, asegura que su paso por la Sugef fue el más demandante de todos.
"Cuando entré a trabajar como supervisor nunca tenía en mente terminar en la Sugef. Me preocupé por hacer lo mejor de mi trabajo donde estuviera y lo hice como una responsabilidad más de un servidor público, no porque estuviera aspirando, ni porque yo anduviera detrás de eso. Pero definitivamente sí representaba un reto mucho mayor, era un mercado muy maduro", apuntó.