Tenía 18 años cuando logró lo que (él posiblemente creía) era uno de los máximos sueños de su vida: cruzar la mayoría de edad formalmente con el Saprissa.
El día que firmó el contrato, en el año 2003, Jeaustin Campos, gerente deportivo morado le dijo una frase, con la intención de que el recién llegado y súper joven peseteño, tuviera el panorama claro: “Mano, si lo estamos fichando es porque le tenemos fe. Pero no queremos que se arrugue por falta de paciencia, usted viene de cuarto portero, adelante están Porritas, Fausto y Cambronero”.
Justamente, Navas y Daniel Cambronero venían llegando del Mundial Sub17, donde Keylor había sido suplente. Por ende, al firmarlos a los dos, el tercer puesto le correspondía a Cambronero.
Navas, sin ínfulas de ningún tipo ni mayores inflexiones en la voz, le contestó a Campos, mirándolo firmemente: “No se preocupe. En un año voy a estar metido ahí”. Dicho y hecho.
Y es que su talento y dedicación al arte de cubrir el marco precedían las gestiones de su contratación.
Lo que muy pocos vieron venir fue el líder tan particular en el que se iba a convertir, esto por el carácter mesurado de Navas y su ensimismamiento, partícipe muy por encima de las bromas de camerino, siempre midiendo escenarios, pensando jugadas, acopiando su fe en Dios y pidiéndole que lo guiara y, a partir de ahí, hiciera su voluntad.
No es que no tuviera pasta de comandante. Pero, definitivamente y como lo ha demostrado al día de hoy, se trata de un liderazgo de pocas palabras, asertivas, de vive y deja vivir pero, justamente por lo anterior, cuando Navas alza la voz o esgrime un verbo punzante, todo vale triple puntaje.
En el equipo infantil Pedregoso, de Pérez Zeledón, en el Saprissa, en la Selección Nacional y en el Real Madrid.
Además de su monumental ADN para resguardar el marco con jugadas que nos dejan sin aliento, con una rapidez y unos reflejos felinos que parecieran tan distantes de su mesurada personalidad, Navas vive asido a su espiritualidad y esta le da fuerzas para todo.
“Es un trabajólico”, afirma Jeaustin, al tiempo que rememora cómo su entusiasmo sobrepasaba las horas de entreno y mucho más. “Nos maravillaba, ¿quién no se desea un jugador así? Pero había que tratar de dosificarle un poco el ímpetu o el ritmo porque no paraba de pensar en jugadas, estrategias, en cualquier momento se le venía una jugada posible y ya inyectaba todo a Morita (Roger Mora, entrenador de porteros) y bueno, era imparable, siempre enfocado”.
En la cúspide, engrandecido pero no agrandado
Por razones consabidas, es prácticamente imposible conseguir una entrevista con Navas por estos días debido a su agenda y a la reglamentación del Real Madrid. Sin embargo, justo a inicios de este mes de diciembre el sitio FIFA.com publicó una exclusiva con el arquero, en la cual repasa lo que para él está resultando ser uno de los mejores de su carrera. “Siento que ha sido un año muy lindo. Lo voy a recordar siempre”, manifestó.
La sana admiración que le profesa incluso la prensa mundial queda plasmada en las apreciaciones del autor de la citada entrevista: “En sus cuatro temporadas en el Real Madrid, si algo ha demostrado Keylor Navas es que es un tipo con las espaldas anchas y que no se rinde fácilmente. No lo hizo ante el reto mayúsculo de suceder a Iker Casillas, tampoco cuando estuvo a punto de ser traspasado en 2016… Y mucho menos cuando, a comienzos de este año, aparecieron las críticas”.
En respuesta, Navas afirmó que “a nadie le gusta que hablen mal de uno, porque todos somos seres humanos y tenemos sentimientos pero, al final, siempre trato de que mi felicidad no dependa de lo que dice la gente y sí de lo que siento en mi corazón”.
El sentido de ubicación de Navas se ratifica casi al mismo ritmo que va contabilizando logros.
Es notorio que él admira tanto a sus compañeros de Pérez Zeledón de la niñez, como a los del Sapri, a los de la Sele o a los del Real Madrid. En otras palabras, es parejo y consecuente, y pleitesía solo le rinde a su Dios.
Es ahí que se haya ganado el cariño mancomunado con un gran respeto por parte de toda la legión de galácticos que lo rodean, no solo en su equipo, si no entre sus contrincantes primermundistas, contra los que juega en España o en los torneos más importantes del mundo.
Por supuesto, y aunque la gente le dice San Keylor en alusión a la forma en que se desmarca de las acostumbradas “reacciones al calor del juego”, Navas no es un santo, ni pretende serlo.
Sus defectos ha de tener, como es lógico. Lo que pasa es que la transparencia con la que se desenvuelve en su vida en general, incluyendo el fútbol, ofrece una imagen de un tipo sencillo, que se la cree, por supuesto, pero que más que cualquier cosa, parece nunca haber olvidado la máxima de los chiquillos guerreros de canchas abiertas con las que él se formó: Jugar para divertirse, jugar para engrandecerse.
Lo primero, es su esencia. Lo segundo, se lo deja a Dios. Así de simple. Y quizá por eso, esa simpleza se agiganta cuando uno lo ve abrazarse con Cristiano Ronaldo, cuando escucha a este último defenderlo en sus momentos no tan buenos, igual que lo hace el mismo técnico del Real Madrid, Zinedine Zidane.
A la fecha, no se le ha conocido bronca o escándalo alguno, a pesar de la fiereza de la prensa española.
Navas sabe, como pocos, vivir el momento. Y también, que esto es flor de un día, que en 10 años, cuando el clímax haya pasado y él sea un referente más, un gran referente, pero al final uno más, no habrá un ego malsano que lo haga envidiar el talento de los chiquillos que ahora tienen 10 o 15 años y que reemplazarán la locura que hoy representan Navas y los suyos.
Eso sí, reconoce sin sombra de modestia que “cuesta mucho llegar hasta aquí”, como lo dijo en la entrevista de este miércoles con el portal de la FIFA.
Por lo mismo, los zarpazos de este gran ídolo nacional, nos pegan tan duro y tan rico porque, gente, asumámoslo: por más lejos que le auguraron llegar, era imposible que alguien viera venir todo lo que se decantó a partir de Brasil 2014 para Keylor Navas.
Posiblemente, hasta para él era imposible prever algo tan … galáctico. Pero bueno, su otra gran cualidad es la de ser consecuente, trabajar, darlo todo, ser ecuánime, ser buena persona, darlo todo aún más. Entonces --y esto es una impresión muy personal-- posiblemente aunque no estuviera en el Real Madrid, aunque los vericuetos de la vida lo hubieran llevado a otra parte o lo hubieran dejado aquí en el país, casi me atrevo a asegurar que Navas estaría tan sereno, ubicado, contento y dándolo todo, como lo hace día a día con uno de los mejores clubes del mundo.
Lógicamente, disfruta sin desvivirse de las cosas materiales que le ha generado su talento planetario. Aunque no hace alarde de nada, se le ve saludando muy feliz, desde su Audi.
Esquiva la fama glamurosa, pero la usa para hacerles a los fans, sobre todo a los niños, un gran día en su vida cuando accede a fotografiarse con ellos, a darles un abrazo. ¿Se han fijado que es de los pocos jugadores que hace contacto visual con sus admiradores, aunque sea por segundos, no como otros que posiblemente enfocados en lo que se les viene, se detienen y firman automáticamente, pero ni siquiera miran los rostros de los chiquitos al borde del desmayo cuando tienen a su ídolo enfrente?. Keylor no.
Si se detiene, aunque sea por segundos, les cruza la mirada. Quizá ese contacto visual sea más importante para un fan, que un balón autografiado en automático. Esos son los diferenciadores del Navas que arrastra consigo una hermosa parte del barrio San Andrés, de Pérez Zeledón, el pueblito de donde salió.
A propósito, lo que nos tiene escribiendo de Keylor Navas es su carácter de personaje noticioso (por goleada y en sentido positivo) en este especial anual que ofrecemos en diciembre. Pero las estadísticas de sus logros este año son de dominio público y permanente, por eso preferí interpretar las otras cualidades que convierten a Keylor en una figura noticiosa de lujo, en este compilado.
Aún así, vale la pena enumerar los logros que han convertido este 2017 en un gran año para el arquero titular del Real Madrid, tal como lo reseñó una crónica de Fifa.com esta misma semana: Campeón de la Liga española; Campeón de la Liga de Campeones de la UEFA por 2º año consecutivo; Campeón de la Supercopa de España; Campeón de la Supercopa de Europa; Nominado al The Best al guardameta del año 2017; clasificado con Costa Rica a la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018.
Según Keylor, no hay nada de magia en tanta maravilla. Y resume así, en qué se basa el éxito de su equipo: ““Muchas veces hay partidos que se ponen en contra, muy difíciles, o a lo mejor las cosas no están saliendo bien, pero la confianza y la fe nunca se pierden. Al final siempre confiamos en todos (...) Por eso tratamos de afrontar cada partido con toda la seriedad del mundo”.
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