Limón. Hoteleros de esta provincia afirman que el asesinato del ambientalista Jairo Mora agravó la imagen de inseguridad en la zona, a tal punto que se ha reducido la llegada de turistas y los ingresos percibidos por esa actividad.
Por eso, los empresarios, principalmente del Caribe sur, ya piensan en despedir empleados, acortar jornadas laborales y hacer ofertas atractivas para reponerse ante la baja ocupación.
Mora fue hallado sin vida el pasado 31 de mayo en playa Moín, Limón, en circunstancias que aún están en investigación.
Eddie Ryan, dueño de hotel La Costa de Papito, en playa Cocles, Cahuita, es uno de los afectados.
“He recibido dos cancelaciones de los Estados Unidos donde directamente dicen que cancelan por la advertencia de la Embajada de Estados Unidos y la muerte de Jairo”, dijo.
En marzo, la Embajada de Estados Unidos pidió a sus ciudadanos “ser cautelosos y vigilantes” si visitaban el Caribe sur. Lo mismo hizo Canadá en abril, al considerar el área como “destino peligroso”.
La sede de Estados Unidos también informó de la muerte del ambientalista a inicios de mes.
El establecimiento de Ryan cuenta con 13 habitaciones, un spa y un restaurante, y emplea a 20 personas de la localidad.
“Tuvimos que acortar las jornadas para poder equilibrar los gastos”, añadió.
Si se camina unos metros, hay otro local casi vacío.
El hotel Almendros y Corales, ubicado en Manzanillo, cuenta con 24 habitaciones, una planilla de 18 personas y un gasto, solo por salarios, de $14.000 al mes.
Aurora Gámez, propietaria del lugar, asegura que la ocupación normal es del 50%. Sin embargo, desde la muerte de Jairo Mora bajó al 10%.
“Recibí una llamada de un agente de viajes para europeos y me dice que están cancelando reservaciones por el asesinato de Jairo en Moín”, dijo.
Incluso, Gámez advirtió que analizan la posibilidad de realizar despidos.
“La muerte de Jairo es un caso puntual, no es algo generalizado; la gente no tiene que temer en venir al Caribe sur”, agregó.
La realidad de los hoteleros la viven también restaurantes, bares, guías turísticos y transportistas.
Advertencia. La Cámara de Turismo del Caribe sur argumenta que este tipo de hechos impactan negativamente el turismo nacional.
“Esta situación está afectando las reservaciones actuales y las que se iban a dar en los próximos meses”, manifestó Jorge Molina, presidente de esta organización.
Según Molina, hace tres semanas se instalaron cinco cámaras para que el Ministerio de Seguridad monitoree la zona.
Polémica. Varios empresarios de la región atribuyen alguna responsabilidad en la muerte de Jairo Mora a la organización Widecast y a Paradero Ecotour, sus patronos.
Uno de ellos es Colin Brownlee, dueño de Banana Azul en Puerto Viejo de Talamanca, Limón.
“Widecast sabía de las amenazas y Paradero Ecotour también; aun así, mantuvieron los patrullajes de noche”, denunció Brownlee.
“¿Qué estaría pasando si a las norteamericanas que lo acompañaban las matan? Sería el final del turismo costarricense”, concluyó.
En Widecast, que contrató a Mora por servicios profesionales, sostienen que no sabían de amenazas relacionadas con el narcotráfico.
“Yo solo sabía de un huevero que lo amenazó; lo que él (Mora) dijo a La Nación lo vi por encima”, dijo Didhier Chacón, director de Widecast en Costa Rica.
Vanessa Lizano, directora de Paradero Ecotour, también defendió su actuación.
“Yo asumo la responsabilidad sobre las voluntarias; mi orden fue que no salieran, pero ellas decidieron salir; ellas firmaron un contrato donde sabían de las condiciones de la playa”.
Según Lizano, cada voluntaria pagaba $115 por semana.