En Pavas, al oeste de San José, los policías trabajan en una casa construida hace 90 años, donde hay “ratas del tamaño de un conejo adulto” y deben estar muy atentos al cableado eléctrico porque “a veces salen chispas”, dijo uno de los oficiales.
En La Rita de Pococí, dos delincuentes vinculados a robos de viviendas escaparon de una celda aprovechando un enorme agujero en la pared.
La delegación en Cutris de San Carlos se está cayendo a pedazos, “es un tugurio”, pero los policías siguen trabajando allí porque no tienen a dónde ir.
Estos son solo tres ejemplos de las precarias condiciones en las que se encuentran muchas de las instalaciones de la Fuerza Pública en distintos puntos del país.
Hay policías que se enferman debido a la inhalación de los gases que salen de los tanques sépticos en mal estado, o bien, por mojarse durante las noches a causa de las numerosas goteras de la delegación donde laboran.
“Si nos llega el Ministerio de Salud es probable que nos cierre esta Delegación…”, dijo Jorge Solano, jefe de la policía en Cartago, al reconocer que la Comandancia de esa ciudad, construida hace casi 100 años, se encuentra “en deplorables condiciones”.
Una situación similar ocurre con la Comandancia de Heredia, construida en 1909, con servicios sanitarios en mal estado que se rebalsan a toda hora, según dijo Daniel Calderón, director regional de la Fuerza Pública.
Paredes de adobe. La Delegación de Barva de Heredia funciona en un local construido en el siglo XIX; sus paredes, endebles por el paso del tiempo, son de bahareque, una mezcla de tierra, caña de bambú y trozos de piedra.
El puesto policial, al igual que muchos otros, ha sido clausurado por el Ministerio de Salud en varias ocasiones pero, tras unos pequeños arreglos, fue rehabilitado para infortunio de los policías, quienes corren el riesgo de contraer una enfermedad en cualquier momento.
Delegaciones inundadas. Algunas comisarías operan en zonas de alto riesgo, entre ellos, la de Parrita, donde los agentes tienen que correr para sacar armas, papelería y municiones cada vez que llueve duro.
Otras, como la de Quepos de Aguirre, Puntarenas, fue construida al pie de un cerro y corre el riesgo de ser sepultada por un alud.
Hay puestos donde los policías deben dormir en el piso y, otros, donde es imposible hacerlo debido a la proliferación de pulgas, cucarachas y ratones, entre otros.
“Los espacios que usan para cocina y dormitorio son un atentado para la salud” en la Delegación policial en Buenos Aires de Puntarenas, dice un informe de la oficina de Salud Ocupacional del Ministerio.
Otras, solo cuentan con un servicio sanitario, la mayoría en pésimo estado, lo que provoca “malos olores que se propagan por todas las instalaciones donde “es imposible estar por mucho rato”.
Hay policías que han presentado problemas de salud debido a las precarias condiciones de la delegación donde prestan servicio.
Según la oficina de Obras Civiles del Ministerio, al menos 18 puestos policiales deberían ser demolidas. Los problemas son aún mucho más graves en las puestos ubicados en zonas fronterizas.
Colaboraron Fernando Gutiérrez, Gabriela Gatjens, Freddy Parrales Carlos Hernández, Francisco Angulo y Diego Carrillo.