El guerrillero colombiano Héctor Orlando Martínez Quinto, detenido el 10 de agosto en Puntarenas, se hizo pasar por pescador para comprar armas, explosivos y municiones en Costa Rica.
El armamento era entregado posteriormente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Así lo aseguraron a la Fiscalía General de Colombia varios exguerrilleros, quienes insistieron en que Martínez era pieza clave de las FARC, donde gozaba de la confianza de varios de sus líderes.
“Es una persona muy importante para el bloque en general porque se encarga de hacer los enlaces internacionales...”, reveló un exmiembro de la más sangrienta y antigua guerrilla del Continente.
Esos testimonios, a los que tuvo acceso La Nación, forman parte del expediente en el que Martínez figura como acusado por “homicidio en persona protegida, lesiones personales en persona protegida, actos de terrorismo, rebelión y destrucción de bienes”.
Temían fuga. El suramericano estuvo varios días preso en la cárcel de El Roble, Puntarenas, pero las autoridades judiciales decidieron trasladarlo a Máxima Seguridad de La Reforma, en Alajuela, tras confirmar sus amplios antecedentes criminales.
En medios policiales trascendió que seleccionaron esa prisión, la más vigilada del país, para prevenir un intento de fuga, o bien, el ataque de un comando armado para liberarlo.
Ayer, Martínez continuaba aislado en una celda, bajo fuerte custodia y sin contacto con otros presidiarios.
Investigado por secuestros. La Fiscalía colombiana también investigará a Martínez por su aparente participación en el secuestro de civiles que residían en un sector de la frontera entre Panamá y Colombia, entre 1998 y el 2001.
“Él hace sus trabajos porque tiene contactos y su gente los pasa –a los secuestrados— para Colombia. La guerrilla se encarga de negociarlos con delincuentes comunes…”, aseguró otro exmiembro de las FARC que dejó las armas para apoyar el proceso de pacificación de su país.
Otros insistieron que Martínez fue quien trasladó, en una lancha que capitaneaba, a buena parte de decenas de guerrilleros que participaron, el 2 de mayo del 2002, en la llamada “masacre de Bojayá”.
Ese día, las FARC asesinaron a 110 civiles, entre ellos 43 niños, en un poblado campesino ubicado a 500 kilómetros de Bogotá, en Chocó, en el pacífico de Colombia.
También tuvo participación en otras matanzas, entre ellas de policías y militares a quienes emboscaron en zonas rurales, estiman las autoridades colombianas.
Hombre de confianza. Los testimonios en poder de la Fiscalía de Colombia describen al suramericano como “pieza clave” de la logística de las FARC en Centroamérica.
Sus excompañeros de armas sostienen que recibía fuertes sumas de dinero en dólares, así como cocaína y heroína para que consiguiera armas, explosivos, equipos de radio comunicación y municiones, especialmente en Costa Rica yen Panamá.
“Él –Martínez— es una persona muy importante para la guerrilla, tiene sus negocios buenos para tapar los malos, por ejemplo, lleva pescado para el comercio en Panamá pero también droga oculta para cambiarla por armamento”, recordó un excombatiente.
Otro exguerrillero aseguró que el ahora detenido “era protegido por las vueltas que hacía”, incluso, en una oportunidad lo detuvieron en Panamá con varias armas y un enviado de las FARC pagó la fianza que le impusieron para que regresara “a sus tareas”.
“Él es parte del grupo financiero y organizativo, es ficha clave porque se encarga de conseguir las provisiones para la guerrilla”, insistió el testigo.
Martínez, de 38 años, vivía en El Cocal de Puntarenas, frente al mar, desde 1999. No tenía trabajo pero, según vecinos, nunca enfrentó apuros de tipo económico.
Fue detenido por agentes de la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS) y de Interpol.