El 24 de marzo del 2010, a las 6:47 a. m., los guardaparques de Isla del Coco interceptaron al barco pesquero Chaday I y previnieron al capitán para que no volviera a traspasar sin permiso los límites de la zona protegida. Si no, sería procesado penalmente por desobediencia a la autoridad.
Desde entonces, el capitán ha incumplido 12 veces la orden de no navegar dentro de las 12 millas náuticas alrededor de la isla, pero nunca se le ha interceptado in fraganti por pesca ilegal.
En esa zona, es prohibido el ingreso y estadía de todo tipo de embarcaciones, según el decreto ejecutivo N.° 30838-MINAET .
La última vez que Chaday I entró allí fue el 6 de abril de este año. Un juez solo dictó una medida cautelar para que el barco no se acerque a 40 millas náuticas. El capitán acumula varias denuncias en la Fiscalía de Puntarenas, pero ninguna ha llegado a juicio.
El pasado viernes, La Nación intentó hablar con el navegante de Chaday I, pero su esposa mencionó que él se encontraba en altamar y no regresaría en semanas.
Como ese caso, otras 16 naves han sido interceptadas sin permiso dentro de los límites marítimos protegidos y han sido denunciadas por piratería, aleteo de tiburón, desobediencia y otros.
La Ley de Pesca y Acuicultura prohíbe el ejercicio de la actividad pesquera con fines comerciales y la pesca deportiva en parques nacionales. El artículo 153 sanciona con una multa de 20 a 70 salarios base y la cancelación de la respectiva licencia a quien autorice o ejerza la actividad de pesca comercial o deportiva en áreas silvestres protegidas.
Ninguna de estas embarcaciones ha recibido castigo penal o administrativo. Dicha impunidad es uno de los factores que favorece la pesca ilegal en la zona.
“Se creen inmunes y que el brazo de la ley no les va a hacer nada. Por esto faltan el respeto a los límites del área”, afirmó Geiner Golfín, administrador de la isla.
Sergio Valdelomar, fiscal adjunto agrario-ambiental, asegura que la circulación sin permiso en un área protegida no es delito.
En el caso de la desobediencia a la autoridad –cuya pena máxima de prisión es de tres años– las medidas cautelares que se impongan son mínimas por el principio de proporcionalidad.
No obstante, Valdelomar consideró que si bien existen hechos denunciados que no se pueden probar como delito, en el nivel administrativo es posible tramitarlos e imponer sanciones.
Esos castigos administrativos podrían significar sanciones como la suspensión de la exención del combustible y la pérdida de la licencia de pesca. Según registros del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca), 10 de las 17 lanchas que violaron la restricción aún reciben combustible a un precio preferencial.
Luis Peraza, director de Incopesca, aclaró que no hay sanciones administrativas para barcos que entren al área restringida. “Somos inocentes hasta que se nos demuestre culpables. Una embarcación puede estar haciendo un paso inocente y no ha sido sorprendida realizando pesca ilegal, que esto sí configuraría delito”, expresó.
Imán de pesca. Geiner Golfín explicó que los barcos violentan la zona protegida de la Isla del Coco para instalar líneas de pesca tipo palangre (a flote) y se van. En determinado momento, por la dinámica de las corrientes esperan que los equipos salgan para recogerlos.
Las 12 millas náuticas alrededor de la isla son como un imán para los pescadores porque ahí confluyen diversas especies, atraídas por los nutrientes, alimento y protección que brindan la isla.
“La isla del Coco es un semillero, es la génesis del Océano Pacífico, es un punto que da vida y hay interacción entre comunidades de peces”, señaló Golfín.
En los primeros nueve meses del año, los guardaparques realizaron 47 hallazgos: 202 kilómetros de líneas de pesca, 4.986 anzuelos, 6.444 gacillas, 1.627 boyas. La línea más larga medía 18,5 kilómetros y en una línea hallada había 349 anzuelos colocados.
En estos equipos, se pudieron rescatar y liberar 93 individuos como el atún aleta amarilla (77), tortuga verde (4), pez dorado (2), tiburón martillo (2). Sin embargo, otros 67 individuos no tuvieron la misma suerte. Por ejemplo, murieron cinco tiburones zorros –especie amenazada–, 21 atunes aleta amarilla, 16 arcoiris de cortez, etc.
Recursos. “Las carencias y necesidades en áreas protegidas van siempre en aumento y necesitamos ponernos a la vanguardia de la tecnología porque nos va desfazando”, mencionó el director de la isla del Coco, Geiner Golfín.Actualmente, el parque nacional cuenta con las embarcaciones Cocos Patrol, Faico II, y cuatro botes inflables. Del total de 21 guardaparques, 11 se dedican al programa de control y protección de la isla.De enero a setiembre, se realizaron 775 horas de patrullaje, con la ayuda de barcos de organizaciones no gubernamentales. En total, recorrieron 3.498 millas náuticas durante 154 patrullajes. Golfín explicó que la Cocos Patrol tiene un radar para detectar embarcaciones durante los patrullajes; sin embargo, es necesario tener un radar instalado en la isla con mayor alcance.