Henry Alberto Castillo Chavarría era un desocupado más en junio de este año. Como ayudante de albañil no había logrado conseguir un trabajo aunque fuera mal pagado.
Pese a esa situación, el pasado 24 de junio Castillo viajó a Cuba para casarse con una ciudadana de la isla caribeña, de apellido Álvarez.
A sus 25 años de edad, ese fue su primer viaje fuera del país.
Castillo reconoce que otras personas que no identificó le dieron el dinero para el pasaporte.
Aceptó también que quien sería su esposa en ese país le envió el tiquete de ida y vuelta a la capital cubana con el fin de formalizar el matrimonio.
Hasta el día de la boda, Henry Alberto nunca había tratado personalmente a quien sería su futura esposa.
La boda civil, en La Habana, se realizó el 27 de junio anterior, dos días después de que el tico arribó a la isla.
El joven regresó solo a Costa Rica una semana después.
La muchacha se quedó en La Habana y ahora se asegura que está haciendo los trámites para ingresar en Costa Rica.
Como la Dirección General de Migración y Extranjería tiene restringido el ingreso de cubanos al país, la joven se ampara en el hecho de que está casada con un costarricense.
Pero Castillo y la muchacha nunca han convivido juntos ni siquiera tuvieron la luna de miel.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) sospecha de que el matrimonio fue un ardid para que la extranjera lograra la residencia tica.
Mientras la Policía Judicial investiga el caso, Migración mantiene en estudio las gestiones de la muchacha para venir a Costa Rica.
“Sí, hay amor”
En una entrevista con La Nación , en su casa, el martes pasado en la noche, Castillo manifestó que se casó con Álvarez por amor.
Reconoce que nunca ha convivido con la muchacha y que no sabe dónde vivirán si ella viene a Costa Rica.
Desde hace algunas semanas Castillo se gana la vida como ayudante de mecánico en un taller de San Rafael de Escazú.
Sus ingresos no superan los ¢15.000 por semana. Él vive en el Bajo Los Anonos con su madre y otros hermanos.
Aseguró que conoció a la muchacha por Internet.
“Yo le comencé a enviar mensajes y así nació el amor entre nosotros; luego decidimos casarnos”, explicó Castillo.