San Carlos. Una tarde de octubre del 2014, la vida de Ismael Peña Obando, hoy de 54 años, dio un violento giro luego de perder la pierna izquierda en un accidente en motocicleta.
En aquel entonces, Peña llevaba 32 años de laborar en una gasolinera. A eso de las 5 p. m., regresaba de Santa Rosa de Pocosol hacia su casa, en Pavón de San Carlos, en el norte del país.
De repente, según relató, un vehículo invadió el carril por el cual viajaba en su moto de 200 centímetros cúbicos (cc) y lo colisionó. El otro conductor huyó del sitio.
Peña recuerda poco del accidente, pero en su mente quedó grabada la imagen de un bulto blanco que se fue en contra suya a gran velocidad. Luego, fue arrastrado unos 100 metros y perdió la conciencia.
Cuando los socorristas llegaron al sitio, detectaron que la pierna izquierda del motociclista había sufrido lesiones muy graves. Después, en el Hospital de San Carlos, tuvieron que amputarle esa extremidad.
“Unos amigos que llegaron al lugar del percance me cuentan que mi pierna izquierda sangraba como tubería rota, que hasta llegaron a creer que me moriría en cuestión de minutos”, recordó Peña.
Recuperación. Peña permaneció internado por dos meses, tiempo en el que incluso se infectó de una bacteria.
Después pudo recuperarse y le dieron de alta. Sin embargo, su pesadilla no acabó ahí.
“Al volver a la casa me encontré sin trabajo. Unos amigos me ayudaron para que me dedicara a vender lotería, pero cuando más bien me iba, los ladrones me robaron ¢800.000 en efectivo y ¢2 millones en lotería y chances que tenía en la casa”, lamentó.
Peña afirma que ese golpe económico fue muy fuerte y que, ahora, no tiene trabajo y está sin ingresos para mantener a sus dos hijas de 8 y 13 años.
Utiliza una prótesis que la dio la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), pero se siente frustrado porque ya no puede jugar fútbol, ni trabajar.
“No soporto ver las motos, ya que me recuerdan el accidente”, expresó.