Christian Portocarrero Freiman tenía ocho años de no ver a Yeimmy Jéssica Durán Guerra, pero ni el tiempo ni la distancia lograron que la olvidara.
Su esperanza era reencontrarse con “su chiquita” apenas saliera de la cárcel La Reforma, donde está recluido desde el 2003 por tentativa de homicidio. “Pero me la arrebataron”, exclamó. Ella fue asesinada junto a su familia en Matapalo de Santa Cruz, Guanacaste.
Portocarrero inició una relación con ella en 1998. Luego, en 2001 , él fue detenido y Jéssica lo visitó en prisión por siete años, hasta que él le pidió que dejara de ir porque “no tenía nada que ofrecerle”.
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El hombre, conocido como Toro, dijo entre sollozos, que ella era una buena persona y que le duele que “la gente hable mal sin saber su historia”.
Manifestó que la familia de Jéssica era “desordenada” y sostuvo que la vida de su expareja fue muy difícil.
“La gente dice que ella se lo merecía por vivir con el amante, pero no es así. Ella era una gran mujer. Por algo Dios le dio siete hijos porque estaba llena de amor.
”Ella quizá tomó una mala decisión (vivir con amante y el esposo), pero no por eso se puede juzgar”, manifestó.
Su amor. La primera vez que se vieron fue en un bar en Calle Fallas, Desamparados. Después, continuaron tratándose hasta que formalizaron la relación.
Al tiempo que avanzaba su noviazgo, crecía también la adicción que tenían por las drogas.
“Eso nos comenzó a alejar. En algún momento, yo necesitaba mi espacio y me iba para Puntarenas. Luego volvíamos, y así pasamos los años, pero siempre juntos, queriéndonos”, aseguró.
Él dijo desconocer si Jéssica era trabajadora del sexo.
“Cuando estuvo conmigo, no trabajó en eso o no que yo sepa”. Relató que hacían frente a sus necesidades de modo ilícito. “Yo asaltaba o vendía droga”.
Portocarrero admite que su relación era “extraña”, pero sabe que el amor que se tenían “era real”. “Ella siempre será mi angelito, el que me acompañará hasta mi final”.