Cristian Mora desea volver el tiempo atrás y poder haber hecho algo para que no fuera asesinada la familia Beauchamp. Este guanacasteco, quien labora en el Ebáis de Matapalo, fue quien dio la alerta a las autoridades, cuando tuvo un mal presentimiento de que algo malo pasaba en esa casa.
Fueron tres las llamadas que realizó Mora al 911, aquel 16 de febrero del 2016. La primera fue a las 9:24 a. m., en la que pidió que mandaran una patrulla porque le parecía raro que la casa estuviera sola y pensaba que algo malo pasaba allí. La segunda a las 9:36 a. m. para alertar que escuchaba un llanto y, la tercera, a las 9:45 a. m. para pedir que mandaran una ambulancia.
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Mora trabaja como asistente técnico de atención primara (ATAP ) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Su labor consiste en visitar de ocho a siete casas por día, donde previene enfermedades, sobre zika, mide la presión a adultos, pesa a niños y coloca inyecciones.
Ese día no le correspondía pasar por la casa de los Beauchamp, pero cuando fue a pedir un aula prestada a la Escuela de Matapalo, uno de los maestros le dijo que los niños de esa familia tenían dos días de no ir a clases. Por lo que ofreció ir a esa casa para ver qué pasaba.
Cuando llegó se extrañó de no ver a nadie, solo unos zopilotes merodeando la casa. Empezó a llamar, pero después de 15 minutos se cansó y ya se iba retirar. No obstante, en ese momento llegó el dueño del terreno aledaño, quien iba darle agua al ganado. Ambos conversaron sobre lo extraño de la situación, se acercaron a la malla que rodea la casa y, en un momento que dejó de hacer tanto viento, lograron escuchar un llanto.
"Hacía mucho viento, pero en un momento en que paró, escuché de nuevo el llanto, entonces, decidí llamar al 911", comentó Mora.
En documental elaborado por este diario se escucha el audio de esa llamada y la desesperación de Mora.
Cuando llegó la Policía, ocurró el hallazgo de los cuerpos y empezó a darse aquel despliegue de sirenas por Matapalo.
"Fue algo impactante, no solo a mí me marco, fue a todo la comunidad, a mí familia, a todos. Esto fue una situación que nadie desea que le pase. Ahora yo ando haciendo mi trabajo y trato de hablar sobre el respesto y la unión familiar", añadió el guanacasteco.
'Ese crimen es algo imposible de olvidar'
Una de las vecinas que se mostró más afectada cuando se le consultó por aquel 16 de febrero del 2016 es Leda Gómez, quien conoció a la familia Beauchamp en una iglesia evangélica, a la que suele asistir.
Cuando hablar sobre los niños se le vienen las lágrimas y recuerdos sobre sobre los crímenes.
"Es algo imposible de olvidar, el pueblo de Matapalo no lo va olvidar. Fui una persona cercana a ellos y ese asesinato me causó mucha tristeza. Es muy triste cuando uno se da cuenta de que los niños ya no están y siempre queda el dolor. Cuesta mucho superar eso", manifestó Gómez.
Ese día, ella estaba en su casa, en el centro de Matapalo, cuando vio a la gente que corría. Al preguntar qué pasa, le dijeron: "Mataron a Dirk (el padre de la casa) y a los niños".
Al enterarse, ella se fue con una vecina que la llevó en una mototicleta y al llegar al lugar se ofreció para acompañar a la bebé de cinco meses hasta el Hospital La Anexión, en Nicoya.
"Yo recuerdo que la otra niña que se fue en la ambulancia decía que ella era una guerrera y valiente y eso lo conmovió más a uno", manifestó.
De acuerdo con Gómez, los problemas económicos en la familia Beauchamp empezaron cuando Jessica regresó a la casa. "Ella venía al centro y empezaba a tomar licor, botaba la plata, era pura fiesta lo de ella. Dejaba al señor solo con los niños. Después vimos que Dirk vendió la camioneta yel cuadraciclo", aseguró .
A Dirk lo recuerda como una buena persona y un buen padre. Mientra que de Jessica dice que no tiene nada que decir y a Salmerón nunca le habló. "No me caía bien, para mí era un tipo aprovechado y no me generaba buena vibra", añadió la vecina de los Beauchamp.
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