El pasado jueves 24 de setiembre, una mujer se lanzó desesperada desde una motocicleta a un puente en Valverde Vega, en Alajuela, para evitar que su pareja la acuchillara.
Tras una caída de 200 metros, ella, milagrosamente, logró sobrevivir y, además, escapar de engrosar la lista de jovencitas o señoras que han fallecido a manos de su marido o de un excompañero sentimental.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de la Mujer (Inamu), de las 20 mujeres que fueron asesinadas durante el primer semestre del 2015, un total de 11 (el 55%) fueron víctimas de femicidios.
Con esta última cifra se elevó a 119 la cantidad de femicidios cometidos en el país entre el 2011 y el primer semestre del presente año.
Sin embargo, la lista mortal sigue creciendo. El sábado 19 de setiembre, una salonera fue asesinada en Filadelfia, Guanacaste, y el principal sospechoso es un hombre con quien tuvo una relación de pareja.
La Ley de penalización de la violencia contra las mujeres (N.° 8589) castiga con 20 a 35 años de cárcel el femicidio, el cual, por definición, lo comete quien mate a la mujer con la que tiene una relación de matrimonio o unión de hecho.
Además, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer establece el femicidio ampliado como cualquier acción violenta por motivos de género que provoque la muerte de una mujer.
En las cifras del Poder Judicial se contemplan los femicidios ampliados, aunque estos se castigan como homicidios.
Para Ana Carcedo, presidenta del Centro Feminista de Información y Acción (Cefémina), uno de los factores que influyen en esta baja es que los asesinatos de mujeres nicaragüenses han disminuido en forma drástica.
Carcedo atribuyó este fenómeno a que ellas reciben mayor apoyo de organizaciones que las aconsejan y protegen.
Al respecto, Larissa Arroyo, abogada especialista en derechos humanos, cree que la baja en el registro de muertes no significa que haya menos violencia, sino manifestaciones diferentes.
“Los victimarios se están dando cuenta de que no sirve matar, entonces recurren a métodos que causen más dolor a las mujeres, como asesinar a sus familiares”, sostuvo la especialista.
Manifestó que muchas mujeres fueron víctimas de otros tipos de agresión antes de ser asesinadas y no denunciaron a sus atacantes o no tuvieron protección efectiva.
En opinión de Carcedo, esa situación hace necesario asegurar el control de los agresores y que se cumplan los mecanismos de protección a las víctimas.
Miedo. Según Alejandra Mora, presidenta del Inamu y ministra de la Condición de la Mujer, un gran obstáculo para disminuir los femicidios es que tanto las víctimas de violencia, como quienes la presencian, sienten miedo de denunciar los agresores.
Mora admitió que el sistema no está preparado para investigar este tipo de muertes por lo que la impunidad real es alta.
“Es lo que pasa cuando una mujer que está en condición de indigencia es asesinada. Muchas veces es violencia de género, pero como nadie sabe nada de ella, es muy difícil dar con el culpable y el sistema no tiene las herramientas para hacer una investigación adecuada”, señaló.
En el 2010, hubo cuatro sentencias por femicidio; en el 2011, solo una. No fue posible obtener datos más recientes.
Tanto el Inamu como Cefémina coinciden en que la sociedad reproduce patrones que validan la violencia de género.
“Hay que formar mejor a los abogados y a las personas en general. Hay que capacitar al Poder Judicial, cambiar el lenguaje y la actitud”, recomendó la abogada Larissa Arroyo.