Cuando alguien aprende un oficio o profesión, se empeña en que su trabajo sea excelente. Un médico, por ejemplo, participa en seminarios que dan en otros países para absorber mayor conocimiento en su materia y ser mejor doctor.
Los sicarios costarricenses hacen lo mismo: viajan a México para aprender a usar armas pesadas, como la AK-47, o, bien, para perfeccionar su puntería, confirmó Jorge Chavarría, fiscal general de la República.
El jerarca expresó que también van a tierras aztecas para saber esquivar las presas cuando viajan en motocicleta.
“Otro punto es que allá los entrenan para que sepan vigilar a sus víctimas. Les dicen cómo deben hacer ese trabajo de inteligencia”, detalló el fiscal.
Chavarría explicó que algunos de los sicarios que han detenido (no brindó cantidad) registran visitas a ese país y, con la colaboración de la Policía mexicana, lograron establecer el vínculo entre los ticos y algunas bandas criminales de allá.
“Nosotros, como autoridades, también hemos visibilizado lo que han aprendido, ya que la forma de ejecución de los homicidios es más violenta. Podemos decir que hay un alto nivel de especialización”, lamentó el funcionario.
Descartó que los gatilleros vayan a entrenarse a otros países, como Colombia.
Según dijo, el entrenamiento es impartido por organizaciones mexicanas, dedicadas al narcotráfico. Sin embargo, no detalló cuáles son esos grupos ni cuál zona es la que visitan los costarricenses cuando están en México.
La Nación intentó conversar durante toda la semana sobre este tema con Gerald Campos, director interino del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), pero el viernes declinó hablar sobre el tema.
La guerra entre narcos podría convertir al 2015 en el más violento del último lustro.
Una proyección de la Fiscalía indica que este año cerrará con 533 homicidios, con lo que se superaría el 2010, el cual cerró con 527 crímenes.Mientras que la Policía Judicial informó de que, de enero a setiembre de este año, hubo 416 casos registrados de los cuales 165 fueron ajustes de cuentas.
En ese mismo periodo del 2014, de los 319 asesinatos cometidos, un total de 112 fueron atribuidos a venganzas entre traficantes de drogas.
Nexo con Sinaloa. La Policía de Control de Drogas (PCD) presume que algunos pistoleros fueron “capacitados” en algún momento por el peligroso cartel de Sinaloa, cuyo líder es el narcotraficante más buscado del mundo, Joaquín el Chapo Guzmán Loera.
El Chapo se escapó , a través de un túnel, de la cárcel de máxima seguridad El Altiplano, que está a 90 kilómetros de la capital mexicana, el pasado 12 de julio.
Esa fue la segunda vez que se fugó de una prisión; la primera ocurrió el 19 de enero del 2001.
No obstante, la PCD insistió en que no todos los pistoleros viajan a México a entrenarse.
“Algunos son empíricos y son quienes les enseñan a los nuevos. Otros viajan a otros países y vienen a enseñar lo que aprendieron. Otros aprendieron en la calle”, comunicó esa Policía.
El perfil. Los sicarios aparecieron en el país a finales de los 90, pero no fue hasta el 2012 que se intensificó su presencia, según la PCD.
El repunte se dio luego de la caída de Mario Antonio el Indio Zamora Solórzano, líder de una de las bandas narcotraficantes más organizadas del país. Él fue sentenciado a 70 años de prisión.
El fiscal general detalló que, en el escenario actual, los sicarios tienen entre los 18 y 30 años y son personas con baja escolaridad, que viven en zonas urbano marginales.
Explicó que los gatilleros pueden pertenecer al área de seguridad de la organización o pueden crear, por separado, una empresa que ofrezca servicios a los narco.
“Ambos casos son sumamente peligrosos y preocupantes. Esto porque, indistintamente de cómo estén organizados, son personas especializadas en el tema, que solo buscan matar para ganar plata o respeto”, expresó Chavarría.
Para la PCD, entre sus principales objetivos, los sicarios matan a las personas que no fueron leales con la organización o a quienes tengan cuentas pendientes con la banda.
También deben brindar protección al líder del grupo; es decir, ser sus guardaespaldas.
Todo lo anterior lo hacen con el único fin de recibir dinero o respeto en el gremio.
Las autoridades no tienen determinado un rango de cuánto puede costar mandar a matar a alguien en Costa Rica. Lo que sí saben es que el precio dependerá de quién sea la víctima.
Unos sicarios, por ejemplo, cobraron ¢50.000 por asesinar a una persona, detalló la Policía, sin detallar de cuál caso se trató.
En otros casos, los gatilleros aceptan los trabajos para ganar respeto dentro de la organización y así, en algún momento, convertirse en uno de los cabecillas del grupo.
“Muchos de los hombres que ahora son jefes, fueron personas que están abajo y que mataron a su propio jefe para quedarse con el puesto”, comunicó la PCD.
Algunos de los homicidios ocurridos en este año son ligados con el sicariato, según el Ministerio Público.
Uno de ellos es el brutal asesinato de un hombre que viajaba en taxi en San Francisco de Dos Ríos, el 9 de octubre. A él lo acribillaron con armas AK-47.
El modo de operar. Los asesinos a sueldo tienen varias formas de atacar a sus víctimas y, cada día, inventan otras.
Según las autoridades, hasta la fecha, la más común es que usen una motocicleta. Mientras una persona la conduce, la que va atrás dispara.
Ese es el transporte preferido de los pistoleros gracias a su versatilidad.
Pero, el carro está tomando fuerza, sobre todo los de doble tracción, los cuales les permiten sobrepasar obstáculos.
Las autoridades detallaron que, generalmente, los autos son robados o, bien, los rentan a empresas usando identificaciones falsas. Por ello, estos vehículos no son blindados ni tienen características especiales.
Después de cometido el crimen, los gatilleros le prenden fuego al auto, tal como sucedió el 3 de julio, cuando pistoleros quemaron con gasolina un Hyundai Tucson, desde el cual acribillaron a un sujeto en Limón.
Lucha diaria. La violencia crece y la presencia de sicarios cada vez es más fuerte.
A criterio de Chavarría, la única forma de combatir el sicariato es desarticulando por completo las organizaciones para las cuales trabajan.
“Si solo detenemos a los culpables del asesinato, las organizaciones siguen existiendo. Si solo detengo al cabecilla, el grupo elige nuevo líder y sigue funcionando. Si la desarticulo toda, deja de existir hasta el trabajo para los sicarios”, manifestó.
Otro de los puntos importantes es que la población se sensibilice ante esta ola de homicidios.
“Lo peor que puede pasar es que la sociedad vea el asesinato como algo normal. Tarde o temprano, esa realidad llega a alcanzar a todas las demás personas”, sentenció el fiscal.
El ministro de Seguridad, Gustavo Mata, coincidió días atrás con esa visión.
“Ahora se matan entre narcos, pero esa gente va perdiendo el miedo a matar a cualquier persona. Y esa violencia va a alcanzar a periodistas, jueces, fiscales y a la sociedad si no se hace algo ya”, concluyó en una entrevista con La Nación .