Tiffany Ortega Carballo, de 34 años, quisiera reunirse con sus agresores en un ambiente controlado y preguntarles: “¿Qué sienten al dañarnos a nosotras, a las mujeres trans? ¿Satisfacción? ¿En serio?”.
Ella considera que conocer la respuesta no hará que dejen de darse maltratos contra las mujeres transexuales, pero que, al menos, podría “entender por qué lo hacen”.
Ortega tiene 19 años de ser trabajadora del sexo y, desde el día uno, ha recibido tanto insultos como golpes.
Pero, últimamente, ha sido víctima de agresiones por parte de grandes grupos de niños, de entre los 8 y los 14 años. “Si la ven sola a una, se acercan, me rodean y me maltratan toda. Cuando no son esos chiquillos, vienen varios hombres y sabemos que son los mismos de siempre porque uno les reconoce la voz”, narró.
Ortega estimó que estas personas creen que agredirlas es “un pasatiempo o una simple travesura”.
“Lo que una dice es que no tienen nada más que hacer, porque venir a perder su paz y tranquilidad con tal de molestarnos, es absurdo. Según la sociedad, somos lo peor, somos la escoria.
” Si supuestamente eso es lo que somos, ¿por qué pierden la comodidad de estar en su casa viendo la novela o el partido para venir a violentarnos?”, se cuestionó la afectada.
La trans también explicó que los lugares donde ellas se ubican en San José centro son conocidos como “zonas de convivencia”.
“En sana teoría, nosotras aquí podemos trabajar en paz y se supone que las autoridades deberían de estar pendientes de nosotras, pero nada de eso pasa”, afirmó Ortega.
No obstante, Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de San José, negó que existan tales zonas de tolerancia.
“En la capital no existe ningún área definida para la permanencia de personas dedicadas a la prostitución. Los sitios donde se ubican fueron escogidas por ellas desde hace años atrás, pero no hay nada definido”, concluyó.