Los vulcanólogos estiman que la lava del volcán Poás se ubica en el último kilómetro antes de llegar a la boca del cráter y que el macizo puede entrar en erupción en cualquier momento y sin previo aviso.
Estas conclusiones se obtuvieron al analizar las rocas lanzadas durante la erupción del pasado 22 de abril. El 80% de su composición es magma juvenil, que no corresponde a viejas explosiones, sino a material nuevo.
Según Geoffroy Avard, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), el alto componente juvenil demuestra que la salida de lava o pulso magmático fue muy rápida y que ha ocurrido en cuestión de meses.
Solo por comparar, en el caso del volcán Turrialba, el magma tardó más de una década en reflejarse en las cenizas y poco a poco pasó de porcentajes bajos hasta superar del 20% en los últimos análisis, pero en el Poás el porcentaje de magma fresco aumentó en forma acelerada.
De acuerdo con Mauricio Mora, vulcanólogo de la Red Sismológica Nacional (RSN), en los últimos meses el Poás limpió los conductos internos y ahora tiene un sistema abierto que expulsa materiales jóvenes por la boca principal y por una fumarola cercana.
El paso libre permite que si hay una nueva alimentación magmática profunda, va a subir con facilidad y va a entrar en erupción rápidamente. El Poás tiene potencial para hacerlo sin mayor aviso, porque no registra sismos previos, dijo el científico.
Mora precisó que la salida de magma en la explosión del 22 de abril deja ver que ese material está somero, es decir, ubicado en el último kilómetro por debajo del cráter.
"Lo que sabemos es que está lo suficientemente arriba para que en algún momento se manifieste", acotó.
Incluso, recordó la formación de un cono de lava en abril, el cual fue destruido por una explosión posterior provocada cuando se cerró ese cono. Los fragmentos fueron expulsados hacia el mirador del volcán y las terrazas que están al oeste del cráter.
Aunque esta semana el volcán Poás ha mantenido una desgasificación pasiva y la sismicidad está a un nivel bajo, los científicos no descartan nuevas erupciones de materiales magmáticos.
Nuevas evidencias
Aunado a todos estos datos, un sobrevuelo realizado el miércoles por científicos de la RSN dejó ver antiguas formaciones por las que se presume que salió material de viejas erupciones.
Las mismas son visibles hasta ahora, porque antes las tapaba el lago que semanas atrás se secó.
De ese cuerpo de agua, sedimentos y azufre solo queda un pequeño remanente muy ácido en el sector central, el cual se encuentra cubierto por una nata gris, con signos de que la temperatura del agua que queda debe ser alta.
Cuando la tasa de evaporación sea más alta que el aporte de agua de las lluvias, en las siguientes semanas, ese lago desaparecería del todo, dijo Mora.
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Desde el aire también se pudieron notar nubes de color amarillento, posiblemente por altas concentraciones de azufre, en la fumarola activa, la cual aparenta ser una fisura en el cráter.
Ese sitio se ubica un poco al sur de donde se encontraba el antiguo domo, y ahí se logró observar salida de dióxido de azufre y mucho vapor de agua.
También se pudo visualizar un pequeño anillo de cenizas generado por los materiales piroclásticos que se han generado en las últimas semanas y que se depositan alrededor de la fumarola.
Las paredes de una depresión interna, cerca del anillo, se observan amarillentas por la acumulación de azufre a un lado y tonalidades rojizas al otro, posiblemente por oxidación de los materiales juveniles con la humedad.
Por último, en las quebradas y ríos fuera del cráter no se observó una importante acumulación de ceniza que haga pensar en la generación pronta de lahares o corrientes de lodo volcánico. Además, la vegetación sigue con tonalidad grisácea por la ceniza acumulada.
La pluma del Poás presenta en los últimos cuatro días alturas variables entre los 500 metros y un kilómetro sobre el cráter. No se reporta caída de ceniza, mientras que el olor a azufre solo se percibe en poblados cercanos al macizo.