Tras la última erupción del volcán Turrialba, ocurrida el 21 de mayo pasado, el coloso pasó de registrar 20 sismos por día a 30 por hora desde hace cinco días.
Los detalles sobre el aumento de la actividad sísmica, que se mantenía hasta ayer en la noche, fueron suministrados por la Red Sismológica Nacional (RSN).
El volcán Turrialba estuvo en una fase de relativa calma tras el evento del 21 de mayo, que produjo un ensanchamiento de casi cinco metros en el diámetro de los dos boquetes que se habían abierto en enero del 2010 y enero del 2012.
Esa fase de calma cambió a partir de las 2 p. m. del 13 de julio, cuando se notó un aumento de la actividad sísmica.
El reporte de la RSN dice que se han mantenido las altas temperaturas en las fumarolas y la actividad exhalativa; es decir, liberación de gases volcánicos a la atmósfera.
Ese aumento de los “sismos híbridos” refleja pequeñas fracturas de la roca y la posterior circulación de fluidos como agua, gas o una combinación de ellos.
“Estos sismos son de corta duración (10 a 15 segundos, en promedio) y, en consecuencia, de poca energía. Ellos ocurren en una región de pocos kilómetros bajo el cráter activo y no son percibidos por la población”, señaló la RSN.
Por otra parte, se han registrado, al menos, cinco “tremores volcánicos” o episodios que reflejan procesos de circulación de fluidos que pueden durar varias decenas de minutos.
La RSN concluyó: “No es posible predecir una erupción; sin embargo, los estudios realizados hasta el momento nos indican que el volcán se encuentra en un desequilibrio que podría culminar con una erupción freática”.
De hecho, indicó que en los últimos tres años y medio las erupciones freáticas en el volcán Turrialba han sido anticipadas por aumento en la actividad sísmica y de temperatura de las fumarolas.
Actividad. El volcán Turrialba tuvo un aumento en su actividad sísmica entre el 21 de abril y el 10 de junio pasados. En ese periodo, hubo dos erupciones freáticas que arrojaron ceniza de las paredes de los boquetes formados en el 2010 y el 2012.
El miércoles pasado, investigadores de la RSN hicieron una inspección de campo durante la cual constataron un incremento de la temperatura. En el caso del boquete del 2010, aumentó a casi 600 °C, es decir, 250 ° C más respecto a la medición realizada a comienzos del presente mes. El boquete del 2012 pasó de 720 °C a 850 °C.
Esos aumentos indican una mayor entrada de calor magmático al sistema hidrotermal.