"Somos una preocupación menos porque los suministros son contados. Mi mayor motivación para regresar es que ya no tengo una familia aquí preocupada por mí".
Pablo Campos se fue a Puerto Rico años atrás para seguir sus estudios de música, y hoy deja su segunda casa con profundo dolor.
El huracán María tocó la isla el 20 de setiembre y dejó a millones de personas incomunicadas y sin electricidad. Varias empresas han cerrado sus puertas y la situación es crítica. "Había filas gigantescas para obtener suministros, las personas duermen en sus carros para obtener gasolina, el sur del país está incomunicado y el centro fue el más afectado", describe Pablo.
Pero las noches de desvelo se terminan para varias familias costarricenses que se reencontraron este sábado 7 de octubre después de casi 3 semanas en que la comunicación con sus seres queridos fue limitada. En un día con sol abrasador, cielo azul y despliegue de banderas tricolor -jugaba la Selección Nacional de Fútbol- volvieron 36 costarricenses al país gracias al trabajo coordinado entre el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, la Dirección General de Migración y Extranjería y la Aerolínea Volaris Costa Rica.
El vuelo humanitario para una repatriación de esta magnitud no se había realizado antes en Costa Rica y aunque se hicieron los trámites para traer a 65 costarricenses varios no se presentaron en el aeropuerto por diversas razones que el cónsul dará seguimiento.
Las historias de los costarricenses que sí tomaron el avión se asemejan y aunque están agradecidos de estar en Costa Rica no pueden pasar por alto que esa isla que les dio todo ahora está sufriendo, el país está en una gran necesidad. "Las telecomunicaciones se cayeron, no hay luz, ni agua hay un brote de sarna humana, los semáforos están funcionando por policías" continúa describiendo Pablo.
Sin embargo, las olas de solidaridad se hacen presentes: "Hay que enfatizar la solidaridad de la gente, yo les puedo decir que yo no tenía con que cocinar pero mi vecina me dio comida todas las noches, yo lo agradezco mucho". Patricia Pochet ha vivido en Puerto Rico desde hace 14 años. Su hijo Luis Navarro la esperaba a ella y a su perro Archie.
La noticia del huracán lo conmocionó mucho: había visitado la isla paradisíaca unos meses atrás y el buen clima fue constante durante esas semanas de visita. Ahora se encuentra sumamente feliz del reencuentro con su madre quien se desempeñaba como psicóloga en una organización no gubernamental apoyando a niños con discapacidad que lamentablemente tuvo que cerrar. "En el condominio donde yo vivía se dio eso de los niños jugando, los padres conversando, ayudándose 'Yo tengo agua' 'Te doy' ¿Qué necesitas?'", explica Patricia sobre la solidaridad del pueblo puertorriqueño.
Luisa María Muñoz se reencontró con su nuera, Wendy Ramírez y su nieto de 7 años José Rolando. La escuela de su nieto cerró, el acceso a la educación se estaba volviendo problemático y decidieron regresar al país. Sin embargo, su hijo Rolando, quien trabaja para un hotel de la cadena Marriot, sigue en Puerto Rico a la espera de indicaciones. Luisa espera tener a toda su familia junta muy pronto.
Por vueltas de la vida, Andrés Hernández no estuvo con su esposa, Janice Tabares, cuando el huracán tocó tierras puertorriqueñas. Separados, pasaron noches desesperantes cuando se perdió la comunicación y estuvieron en incertidumbre. La compañía de Janice también cerró debido al huracán. Afortunadamente, Janice llegó en el vuelo junto a los 2 perros que la pareja aprecia como hijos. A pesar de que el trámite fue complicado para sus mascotas la pesadilla terminó para ellos.