Turrialba. “El volcán me cambió la vida: me hizo echado”.
Así resumió José Ángel Coto Ulloa lo vivido durante los últimos 10 años en La Picada, un poblado que pertenece al distrito de Santa Cruz de Turrialba.
Precisamente, La Picada, situado en el sector oeste del cráter, es una de los comunidades más afectadas por el incremento en la actividad del volcán.
Coto, cuya familia se ha dedicado a la ganadería y es oriunda de este lugar, se vio obligado a dejar esas tierras.
Este hombre, de 59 años, cuenta que desde el 2006 comenzó a ver los cambios. Primero, fue la caída de la lluvia ácida, que quemaba los repastos, árboles y otras plantaciones.
Al mismo tiempo, fue viendo cómo los galerones se empezaron a deteriorar; primero por los gases y luego por las constantes emanaciones de ceniza. Eso lo obligó a sacar los animales y a trasladarlos a otros fincas, muchas de ellas alquiladas.
“Yo he andado de finca en finca. El volcán me hizo salir de La Picada, donde tengo mi propiedad, y pese a que tuve un buen trato con los amigos y ellos me han alquilado y hasta prestado tierras, no es lo mismo”, manifestó José Ángel Coto, a quien en esta región se le conoce como Joseana.
El finquero afirmó que ha tenido pérdidas cuantiosas, mas prefirió no dar cifras exactas.
Agregó que tener que sacar animales y reubicarlos en otros sitios implica gastos en traslados y medicamentos. Incluso, dijo, ha sufrido la muerte de varias reses.
Según Coto, ahora tiene el ganado en una finca en Aquiares, pero al ser una zona de menor altura, el rendimiento en la producción de leche es menor.
“Espero que esto se calme, pero me temo que va a seguir. Y me tendré que ir.”.