Hace un año, una banda narco, liderada por un sujeto conocido como Gorila, reclutó a un menor de 15 años. De momento, su función era como un vendedor más del grupo.
Antes asistía el muchacho asistía al colegio, pero con la llegada de dinero "fácil" dejó los estudios y se dedicó de lleno al negocio ilícito, según confirmó el fiscal adjunto de San Carlos, Alejandro Araya.
Con rapidez, el menor comenzó a crecer dentro de la organización criminal, al punto de que un año después de haber sido reclutado, ya contaba con su propio búnker y con un ingreso mensual de unos ¢800.000.
Ahora ya no hay búnker, ni dinero "fácil" ni estudios. El martes de esta semana, el joven fue detenido junto con otros 31 miembros de la banda señalada por controlar la venta de droga en la zona norte del país.
Entre los capturados estaba el propio líder, Gorila, identificado como de apellidos Ramos Zúñiga, de 28 años.
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Violento
De acuerdo con el fiscal, el joven se apropió de una construcción abandonada en el barrio El Refugio de Santa Rosa de Pocosol para comercializar marihuana, crack y cocaína. Era de los puntos que más ingresos generaba.
Según las investigaciones, el muchacho era muy violento y se cree que esa conducta le ayudó a subir escalones en la organización, agregó.
El fiscal mencionó que, además de ese adolescente, la banda había reclutado a otros cuatro menores, todos vendedores rasos.
"Esos cuatro estaban en una escala más baja", afirmó Araya.
No se descarta que el grupo haya reclutado a más colegiales.
¿Y las mujeres?
Cuatro mujeres también quedaron a las órdenes de la Fiscalía como miembros de la banda.
Según la Fiscalía, no es común que las mujeres tengan algún liderazgo en estos grupos. No obstante, en este caso, la situación es diferente.
Aparentemente, las cuatro sospechosas eran las responsables de reclutar vendedores finales y se aseguraban del cumplimiento de esos roles.
Cuando estos no entregaban el dinero producto de la venta de los estupefacientes, eran ellas quienes los encaraban y hasta los amenazaban con armas de fuego.
"Son personas igual de peligrosas que el resto del grupo. Generalmente actuaban solas, pero, cuando había un problema en particular, se hacían acompañar de otros miembros de la banda", añadió.
Por estos hechos, ellas cuatro pasarán seis meses en prisión preventiva, al igual que otros 21 miembros de la organización, incluido Gorila.
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El caso
Para concretar el operativo, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) requirió de unos 380 agentes y policías que llevaron a cabo 28 allanamientos. Con la acción se desarticuló un grupo que se apropió de la zona.
Según detalló Wálter Espinoza, director del OIJ, Gorila viajaba cada 15 días a Búfalo y Batán de Limón para comprar crack, cocaína y marihuana. Él hombre gastaba entre ¢8 y ¢10 millones por visita.
Tras realizar la transacción, el mismo líder se encargaba de transportar la droga, vía terrestre, hasta Santa Rosa de Pocosol, donde él vive. La mercancía se almacenada en su vivienda, aparentemente.
Cuando llegaba a Pocosol, Gorila se reunía con cuatro de los integrantes, quienes fueron identificados como Ramos (hermano del líder), Sánchez, Mora y Rodríguez.
Ellos eran los encargados de la distribución en puntos de venta que tenían en Ciudad Quesada y Santa Rosa de Pocosol (en San Carlos), Pavón y San Antonio, en Los Chiles.
Esos "sitios de venta" eran administrados por otras personas, las cuales también fueron detenidas este martes. En su mayoría, ellos eran dueños de establecimientos como bares y salas de billar, que utilizaban como mampara y centros de distribución.
Una vez vendida toda la mercadería, un gatillero de la banda, apellidado Toledo, visitaba cada uno de los locales para hacer los cobros correspondientes.
Según el OIJ, la violencia del cobrador es tan grande, que también es perseguido por dos tentativas de homicidio ocurridas este año.
El OIJ presume que la ganancia de la banda equivalía al doble de las inversiones, por lo que les resultaba bastante rentable.