Un reo aprovechó que en el hospital Calderón Guardia no permiten el paso de los policías penitenciarios a ciertos salones para escaparse del centro médico.
El privado de libertad fue identificado como Víctor Porras Morales, de 29 años, quien estaba recluido en la cárcel de San Sebastián a la espera de que quedara en firme una condena de cinco años por robo agravado.
Porras se escapó del hospital a eso de las 3:50 a. m. de este viernes, luego de que se quitara las esposas que lo tenían atado a la cama y levantara una lámina del techo para huir.
Según detalló Wágner Gómez, jefe de operaciones de la Policía Penitenciaria, el preso fue llevado a ese centro médico porque el jueves participó en un partido de fútbol en la cárcel. En ese encuentro, otro presidiario le pegó un bolazo en la cara y eso le provocó una lesión en su ojo.
Los policías penitenciarios lo trasladaron al médico de la cárcel, quien lo remitió al hospital Calderón Guardia. Ahí, le hicieron una "pequeña cirugía" y en la madrugada lo pasaron a una sala de recuperación, donde compartía espacio con unos 15 pacientes, añadió Gómez.
Pese al riesgo que ello podría implicar, los médicos prohibieron el paso al custodio que acompañaba a Porras. Él debía esperar en las afueras del salón, lo que le impedía vigilar los movimientos del presidiario.
Para evitar una fuga, el policía penitenciario pidió que esposaran al reo a la cama.
Sin embargo, como no tenía al oficial cerca suyo, Porras aprovechó para zafarse las esposas, levantar una lámina del techo y huir.
Cuando un enfermero ingresó al salón para aplicarle un medicamento al preso, se percató de que él ya no estaba. El policía penitenciario activó el protocolo de búsqueda, pero, hasta el momento, Porras sigue libre.
"Los otros pacientes nos indican que estaban dormidos; nadie vio nada", detalló el jefe.
Dificultades
Gómez indicó que tanto en este como en otros casos, los médicos ponen muchas limitaciones a los oficiales y eso "no nos permite hacer el trabajo como nos gustaría".
El problema, indicó el jefe policial, es que las salas de los centros médicos no cuentan con las condiciones para darle contención a un reo.
"Son lugares que necesitan estar completamente aseados y lo entendemos. El asunto es que los usuarios, los médicos y otras personas corren peligro porque no sabemos cómo va a reaccionar el recluso", concluyó.