"Delante de nosotros salieron tres lanchas con gente armada hasta los dientes, con ametralladoras y todo. Dijeron que iban a caerse a tiros con los paramilitares, que iban a limpiar el camino para nosotros poder pasar, y uno escuchaba los tiros. Se cayeron a plomo, son unos salvajes. Después llamaron por teléfono y dijeron que el camino estaba limpio", narró el cubano Lenín Rivacoba.
Rivacoba, de 30 años, que dejó a su hija y esposa en Cuba, es uno de los 334 cubanos que se encuentran estancados en las oficinas de la Dirección General de Migración y Extranjería solicitando que les permitan continuar su viaje ilegal hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades económicas.
"Aún así, cuando avanzamos, llegó una lancha paramilitar y nos empezó a disparar. Al chofer le dieron dos tiros", relató.
El suceso que vivió Rivacoba se dio entre Colombia y Panamá, en una zona en disputa por el narcotráfico y las guerrillas.
Los narcos se oponen a que pasen migrantes por la zona, porque eso atrae a la policía. Los paramilitares permiten que pasen, pero tienen que pagar un impuesto; y los traficantes de personas se rehúsan a pagar el impuesto, explicó el cubano, que vendió su casa para poder costear el peligroso viaje.
Para llegar hasta ahí tuvieron que pagarle mucho dinero a policías ecuatorianos y colombianos.
"Cuando íbamos saliendo de Ecuador (hacia Colombia) la policía ecuatoriana, enmascarados y con armamento, nos empezaron a pegar los carros con los fusiles. Nos detuvimos. Le apuntaron con las pistolas hasta a los niños, con el AK-47. Nos pidieron el dinero, todo lo que teníamos, yo lo que tenía era $146, y se los dí."
El grupo de migrantes tuvo que cruzar un río en una canoa vieja a la que se le metía el agua para llegar a territorio colombiano. Una vez ahí, el viaje seguía con seis horas subido en una motocicleta atravesando zonas montañosas.
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"Luego el lío con la policía colombiana... Dinero, dinero y dinero. Todos los cubanos que salen de allá saben que tienen que llevar por lo menos $1.000 para pagarle a los policías en los retenes. Te piden $100, $200, $300".
La gran montaña. Después de pasar por el territorio en disputa entre los narco y los guerrilleros, deben enfrentar una montaña, el último paso para llegar a Panamá.
Para pasar la loma, un 'guía' armado les asegura protegerlos de la muerte y de las violaciones a mujeres y niños por un pago de $100 cada uno, indicó Karel Sánchez, un cubano de 32 años, que viaja con su esposa y su hija de tres años.
Realizaron el pago, a pesar de que habían cancelado $600 por el viaje en lancha, además de $50 extras para no tener que atravesar la montaña, pero los bajaron antes de lo acordado.
Los cubanos describen la montaña como muy peligrosa y empinada. Les hizo falta el aire al llegar a la cima. Pero la dificultad del ascenso se convierte en algo fácil cuando deben enfrentar el descenso.
"Es una pendiente horrible; un terreno húmedo y con muchos guindos. En un momento bajé rodando con mi niña. (Ella) se golpeó la cabeza y una piernita", contó Sánchez.
"Ella se ríe de las cosas, gracias a Dios se ha reído. Me dice: papito, ¿cuándo llegamos? Y yo le digo mi amor todavía falta, es que estamos en 'campismo' conociendo. Ella pregunta por la abuela y le digo que después la vamos a ver". agregó el caribeño.
Costa Rica ha sido una escala más larga de lo esperada para los 334 cubanos que desean avanzar a Nicaragua para seguir su travesía hasta Estados Unidos. 600 cubanos más no han logrado pasar de la frontera con Panamá, y dicen que cientos más vienen detrás de ellos.