Aunque no detonan ni provocan heridas, los teléfonos celulares se han convertido en una peligrosa arma para que los reclusos cometan crímenes desde los centros penitenciarios.
Nueve homicidios perpetrados entre enero del 2014 y enero del año anterior (2016), fueron ordenados desde las distintas prisiones del país.
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Así lo revelan las estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Las autoridades explicaron que estos asesinatos fueron coordinados con la ayuda de un teléfono celular, entre el recluso y un contacto fuera de prisión.
Esta información está incorporada en un proyecto de ley que pretende agregar un nuevo inciso a la Ley General de Telecomunicaciones para poder bloquear la señal celular en las cárceles. El documento no precisa cuáles son esos asesinatos ni desde cuál centro penitenciario fueron coordinados.
Este medio intentó conocer más detalles de tales homicidios; sin embargo, la Policía Judicial prefirió no ahondar en el asunto, con el argumento de que “los casos aún están en investigación”.
Más comunes
Además de ordenar asesinatos, los reos aprovechan los celulares para cometer otro tipo de transgresiones.
En el periodo de dos años analizado por el OIJ, se cuantificaron 1.285 delitos cometidos por reclusos con ayuda de un teléfono móvil.
Las fechorías más comunes siguen siendo los timos en los cuales media la supuesta compra de un bien (613 denuncias) y las estafas (354 casos). Estas dos representan un 75% del total.
El tráfico de drogas ocupa el tercer puesto. En los dos años estudiados se reportaron 152 casos.
Uno de los acontecimientos más sonados ocurrió en octubre del 2015, cuando las autoridades se percataron de que un sujeto de apellido Mora, conocido como Gordo Leo, lideraba dos violentas bandas narco desde su celda, en la cárcel La Reforma, Alajuela.
El cuarto delito más común es el fraude informático, el cual va en aumento. En el 2015, se tenía reporte de 28 casos; mientras que para el primer mes del 2016, esa cifra aumentó a 77.
De acuerdo con los reportes de la Policía Judicial, otras fechorías cometidas tras las rejas son: abuso de autoridad, violación, agresión, lesiones, hurto, extorsiones y retención indebida.
Comportamiento
Estos datos abruman a las autoridades, porque la comisión de delitos aumenta cada vez más, pese a que hay una disminución en el decomiso de celulares en las cárceles.
Según el Ministerio de Justicia y Paz, entre el 2010 y principios del 2016 se decomisaron 12.010 celulares en el sistema penitenciario. El año con mayor incautación de aparatos fue el 2013, con 3.094.
A partir de ese momento, la confiscación presentó una tendencia a la baja, al punto de que el 2015 cerró con solo 903 celulares decomisados.
Para el Ministerio de Justicia, esas estadísticas reflejan el “fortalecimiento de los controles en los puestos de ingreso”.
Sin embargo, Pablo Bertozzi, director de la Policía Penitenciaria, admitió que los reos se aprovechan de los diferentes portillos para introducir aparatos a las cárceles. Entre ellos citó el “pago” a los funcionarios de Justicia para que los ayuden o les piden el “favor” a sus visitas.
Por ello –insistió Bertozzi–, se debe buscar la manera de bloquear la señal celular en las prisiones. En su criterio, también se deben tener herramientas para castigar a las personas que ingresan los aparatos, debido a que, actualmente, eso no es delito.
“Debería tener otra forma de penalización. Si no puedo generar tecnología suficiente para poder prohibir el uso de celulares, por lo menos que la gente se exponga a una forma de penalización”, comentó Bertozzi.
Se intentó obtener la opinión de algún representante del OIJ sobre este tema, pero, al cierre de esta edición, no se recibió respuesta al correo enviado.
También se buscó el criterio de Gustavo Mata, ministro de Seguridad Pública, pero se encontraba de vacaciones.