Cada día, 199 reos del pabellón C del ámbito de mediana abierta en La Reforma comienzan a formarse en fila desde las 4 a. m. Los reclusos esperan su turno para entrar al baño. Frecuentemente, hay pleitos porque algunos intentan colarse.
En ese sector hacen sus necesidades, de cuclillas, en seis servicios sanitarios de hueco, sin mayor privacidad. El que tiene lleva su papel higiénico.
El lugar apesta, los fuertes olores están impregnados en las paredes. En un estañón azul, con el agua al tope, flota la palangana con la que cada uno se asea y limpia el suelo para dar lugar al que sigue.
El escenario no es muy distinto en otros ámbitos del país, donde se repiten la sobrepoblación y las deplorables condiciones de infraestructura.
Ocho de cada 10 reos conviven en ámbitos que presentan un hacinamiento crítico. En total, hay 10.860 reclusos (78,5%) que habitan en espacios con sobrepoblación mayor al 20%.
“Yo creo que esto es algo nunca visto en ninguna cárcel. Con tanta gente que hay aquí, unos duermen encima de otros. ¿Cómo es posible que mi dormitorio esté hecho para 50 personas y hay 117? Eso no debería ser así”, afirma Andrei Paniagua, recluido desde hace año y medio en el dormitorio N.° 7 de la cárcel Gerardo Rodríguez.
Varios equipos de La Nación visitaron la semana pasada las cárceles Gerardo Rodríguez (Virilla), San Sebastián, La Reforma, Cocorí y Pérez Zeledón.
Los reclusos sufren problemas de convivencia, largas esperas para citas médicas, mala calidad de alimentos, insuficientes servicios sanitarios, aumento del estrés y ansiedad.
La mayoría duerme en espumas en el suelo, entre roedores, debajo de camarotes y hasta en los baños, con un alto riesgo de contagio de enfermedades.
“Nos afecta mucho por la comida. La gente tiene que dormir en parejas. Hay muchos pleitos por los campos. Meten más gente todos los días y no sacan a nadie”, asegura Luis Francisco Quesada, reo de la cárcel del Virilla.
Informe. Para conocer con datos confiables esta realidad, en diciembre del 2014 La Nación pidió un informe de sobrepoblación en cada ámbito carcelario.
Sin embargo, la ministra de Justicia y Paz, Cristina Ramírez, se negó a suministrar los datos al alegar que si se daban a conocer era un riesgo para la seguridad nacional . En febrero pasado, los siete magistrados de la Sala IV declararon con lugar un recurso de amparo en el que le ordenaron dar las cifras , las cuales proporcionó el 6 de marzo anterior.
Ramírez aseguró la semana pasada que en 13 cárceles hay 13.827 reos, pero como el diseño arquitectónico de la infraestructura permite albergar a 9.130, el hacinamiento es de un 51,4% (4.697 en exceso). No obstante, este porcentaje no refleja las condiciones en que están los reclusos.
Luego de estudiar los 135 ámbitos de todo el país, estos fueron los resultados: 24 presentan un hacinamiento entre un 101% y 234%; 31, entre 41% y 100%; 22, entre 21% y 40%; 19, entre 0% y 20%; y en 39 no hay sobrepoblación.
Es decir, en los 77 ámbitos donde el hacinamiento supera el 20%, hay 10.860 presos (78,5%) y en los otros 58 habitan 2.967 (21,5%). Por lo tanto, es falso que existen 4.697 personas en hacinamiento, sino 10.860 (2,3 veces más que lo revelado por el Gobierno).
La Sala Constitucional señaló que, de acuerdo con la normativa internacional, un encierro carcelario en espacios por encima del 20% de su capacidad vulnera la dignidad de las personas y está calificado como un trato cruel y degradante.
Rónald Flores, de la cárcel de San Sebastián, expresó: “Entre todos nos llevamos bien; no hay mucho pleito, pero con tanta gente, nos ponemos como locos. En jurídicos no atienden; el médico tampoco. Hay oficiales que hasta nos golpean”.
Los directores de cárceles sostienen que hay riesgos para la seguridad, pues se eleva el tráfico de drogas, se afianzan estructuras de poder, y los equipos técnicos no pueden atender a toda la población. Colaboraron Mario Cordero y Jorge Calderón