Fueron sacados a la fuerza de su rancho, puestos en fila y ejecutados, uno por uno, con un disparo en la frente.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) sospecha que esta pudo ser la forma como fueron asesinados, el viernes, cinco miembros de una humilde familia de agricultores en una remota finca en La Cruz, Guanacaste, a un kilómetro de la frontera con Nicaragua.
Michael Soto, jefe de Planes y Operaciones del OIJ, confirmó la noche de este sábado a La Nación que la tesis inicial que maneja su despacho es que el móvil de la masacre fue un “ajuste de cuentas” ejecutado por un grupo de hombres.
Soto indicó que la hipótesis se sustenta en el método utilizado por los atacantes para acabar con sus víctimas. Sin embargo, sostuvo que se desconoce si se trata de un asunto de narcotráfico y se limitó a indicar que el caso está bajo investigación.
Los fallecidos son el costarricense Isaías Bonilla Bonilla, de 81 años y su esposa Paula Romero Romero, nicaragüense con cédula de residencia y sobre cuya edad existen datos confusos.
También fueron atacados dos de los ocho hijos registrales de la pareja: los guanacastecos Wilber Bonilla Romero, de 26 años, y Wálter Jesús Bonilla Romero, de 24. Ninguno tiene antecedentes penales.
La quinta víctima es Carlos Alberto Pacheco, nicaragüense de 26 años, con cédula de residencia y yerno de la pareja, quien tiene antecedentes por portación ilegal de arma.
Los informes que maneja la Policía de Fronteras, sujetos a confirmación, indican que seis hombres los atacaron con escopetas de calibre 12.
De hecho, las autoridades encontraron un cartucho de ese tipo de arma, la cual se caracteriza por lanzar múltiples perdigones en cada disparo.
El OIJ detalló que todos los cadáveres fueron dejados en el patio de la propiedad y que uno de ellos estaba esposado.
Con este incidente, suben a cuatro las masacres registradas en el país en año y medio. Las tres últimas han ocurrido en la provincia de Guanacaste.
Zona de riesgo
Zulay Ramírez Jiménez, vecino de La Cruz y quien conoce a las víctimas, afirmó este sábado que ellos vivían en un sitio donde corrían riesgos, debido el paso de muchas personas extrañas.
La familia masacrada se dedicaba a labores agrícolas. Sembraban bienes para su consumo, así como árboles para extraer madera. También tenían algunas reses y caballos.
Ramírez agregó que varios hermanos de Isaías vendieron las tierras en Monte Plata –propiedad ubicada a un kilómetro de la frontera y que es zona sin protección policial– y se fueron al centro de La Cruz, para evitar situaciones como la que desembocó en el crimen.
Otra vecina, quien pidió ser identificada solo como Amalia, comentó que en el 2010 esa familia había sufrido un asalto y que, posteriormente, fueron atacados de nuevo.
Hallazgo
Los cuerpos fueron hallados el viernes por un pariente de las asesinados, quien dio la voz de alerta.El hombre era el cuidador de la finca Monte Plata.
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La Cruz Roja recibió la alerta a las 3:51 a. m. del sábado y envió socorristas al sitio, pero al llegar se determinó que no había nada que hacer por las víctimas.
Wálter Espinoza, director del OIJ, informó de que el reporte inicial del hallazgo lo recibieron desde las 10 p. m. del viernes. Sin embargo, las condiciones lluviosas de la zona y la oscuridad los obligaron a esperar hasta las 5 a. m. del sábado.
Un contingente conformado por agentes judiciales, oficiales de la Fuerza Pública, una jueza y un fiscal ingresaron a la zona. Luego de caminar tres horas entre la montaña por un sendero en pésimo estado, lograron llegar al sitio del crimen.
Una vez allí, se organizó el traslado de los cuerpos, en vehículos, a la Morgue de Liberia.
Después de sacar los cadáveres, los agentes judiciales se dedicaron analizar el sitio y recoger evidencias hasta avanzada la noche.
Espinoza enfatizó que el equipo enviado es de alto nivel y espera que la información que recaben permita determinar quiénes cometieron los homicidios y poder encontrarlos para dejarlos en manos de la justicia.
Masacres en Guanacaste
Se trata de la cuarta masacre que ocurre en el país en año y medio y la segunda registrada en Guanacaste en los últimos seis meses.
El pasado 19 de enero, Gerardo Alonso Ríos Mairena, de 33 años, asesinó a cinco estudiantes universitarios e hirió de gravedad a una menor de edad en un apartamento en Liberia.
En febrero del 2016, la provincia vivió otra masacre en Matapalo, u n crimen pasional que dejó cinco cadáveres –en cuenta tres menores– y una pena de 183 años de cárcel.
En 1971 se registra otra masacre de las más violentas. Esa vez fueron apareciendo cuerpos hasta contabilizar 11 en un periodo de siete días.
La historia comenzó el 16 de abril del 1971 con la muerte de cuatro mujeres y dos niños en Buena Vista de Nicoya. El principal sospechoso fue un joven de 17 años, pariente de las víctimas.
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El segundo día apareció otro cuerpo al norte de Sámara con heridas de arma de fuego y de puñal, semejantes a las de las primeras víctimas.
En los días siguientes aparecieron otros tres muertos y el pánico se apoderó de los nicoyanos, porque el asesino seguía libre. En 16 escuelas de la zona se dejaron de impartir lecciones.
El 19 de abril el sospechoso, de apellido Jiménez, fue visto cometiendo otro asesinato, pero escapó. Finalmente el 22 de abril la Policía dio con el asesino y respondió a sus disparos, por lo que el joven quedó abatido en el sitio.