¿Cómo sabe una sopa de pescado cuya receta se basa en cifras públicas de pesca? ¿A qué sabe un dato?
Estas son preguntas regulares de un experimento que explora con comida nuevas formas para la expresión de datos o, puesto de otro modo, gráficos comestibles.
La prueba de visualización por vías culinarias se denomina Data Cuisine, que la mente de Susanne Jaschko, escritora, curadora y conferencista alemana, concibió a finales del 2011.
“Me fascina el campo de los datos porque toda persona puede contribuir y hay mucha información pública ahí afuera; sin embargo, pocos se interesan en ella”, explicó Jaschko ayer por teléfono. Ella y el visualizador de datos Moritz Stefaner ya han organizado dos talleres de cocina y cifras.
En cada taller, los participantes ven atributos de la comida, como su textura, color, forma, olor, sabor y origen para representar datos en una forma sensorial concreta. La idea es construir un puente entre el lenguaje de las cifras y el gastronómico, precisó Jaschko.
“Hay datos interesantes pero, ¿cómo acercarlos a la experiencia humana? Una posibilidad es la comida, al tratarse de un tema presente en todas las conversaciones y espacios. Esto vuelve los datos experiencias más sensoriales y emocionales”, explicó la expositora.
El primer taller lo hicieron en setiembre del 2012 en Helsinki (Finlandia) y el más reciente el 10 de junio en Barcelona. El plan es organizar nuevas ediciones en otras ciudades para también expresar datos locales con platillos típicos elaborados con ayuda de chefs y analistas de cifras del lugar.
Jaschko admitió que, hasta ahora, los datos considerados son muy básicos o de otro modo todo la experiencia podría volverse caótica. El punto del experimento es crear una experiencia más profunda de la información y su significado.
“Hay mucho sobre la mesa, literalmente, por eso los participantes deben escoger muy bien qué hacer y cómo. Cuando lo haces por primera vez, debes limitarte, pero luego se puede elaborar más. Al ver los platillos, algunos son muy metafóricos y otros son más complejos en su representación”, agregó.
Un ejemplo es el “pescado migratorio”, creado en Barcelona a partir de cifras sobre la fuga de españoles de su país por desempleo.
La comida a base de pez dorado incluye una porción que simboliza los jóvenes aún con empleo en España, y en otro plato una composición con trozos de pescado de los países hacia donde más emigran.
El tamaño de cada lonja representa la cantidad de migración y la carne se coció según alguna receta del país receptor. Comer nunca fue tan instructivo.