“Para mí, el éxito en la vida no es tener muchas casas o carros o una familia ideal. Yo considero que el éxito tiene que ver con cuánto puedo dejarle yo al mundo, de lo que logré aprender ”, dice Melanie Benavides, una estudiante de 18 años, alumna del Colegio Técnico Don Bosco.
Esta joven, vecina de Hatillo, es consecuente con sus palabras, pues en su currículo ya figuran la creación de una calculadora para personas no videntes y un dispositivo que, al instalarse en unas gafas, permite vigilar la frecuencia cardíaca de adultos mayores. Ambos proyectos fueron desarrollados en conjunto con su compañera de clases Sandra Campos.
Asimismo, tras ser parte de un programa de la Fundación Omar Dengo llamado “Tenía que ser mujer... creadora”, esta muchacha se enamoró de la robótica y se convirtió en docente en la Fundación Omar Dengo (FOD).
Creaciones. Con la calculadora para personas no videntes, basada en sonidos y texturas, Benavides y Campos ganaron la ExpoIngeniería Nacional en el 2015.
Mientras que, con el sensor asociado a los anteojos, participan en la edición de este año de ese certamen.
¿Cómo está compuesto el sensor? Es un dispositivo en una pieza de plástico que contiene un microcontrolador (o cerebro). Este a su vez se sostiene en la patilla de los antejos. “De ahí salen cables hasta el lóbulo de la oreja pues en ese lugar pasa una de las arterias más importantes del cuerpo”, explicó Benavides.
El fin principal es monitorear los latidos del corazón y así saber si los adultos mayores que portan el dispositivo presentan una arritmia conocida como fibrilación atrial, que provoca latidos cardíacos rápidos e irregulares.
Si este aparato se utilizara en un asilo de ancianos, por ejemplo, la información sería transmitida por radiofrecuencia hacia donde están las enfermeras y, al momento en que se presentara alguna irregularidad, el dispositivo emitiría un sonido.
Los datos también podrían ser recopilados en una tarjeta micro SD, a la cual el médico tendría acceso para darle seguimiento al caso del paciente.
En el colegio, la especialidad de esta joven es la de electrónica, pero en unas vacaciones, un profesor le sugirió participar de unos talleres que imparte la Fundación Omar Dengo y ella decidió dar ese paso.
Robótica. De esta manera llegó al programa “Tenía que ser mujer... creadora”. “Empecé a venir a los cursos y me encantó, fue una semana buenísima y vi que tenía mucho que aprender”, manifestó Benavides.
Luego le anunciaron que le otorgarían una beca para completar los módulos de robótica y ahí fue donde se enamoró de esta rama de la tecnología.
Tras comenzar las capacitaciones, la colegial recibió la invitación para ser docente en cursos de robótica para niños. Con miedo, pero aceptó el desafío.
“Nunca había trabajado con chicos. Tengo un hermano menor pero no es lo mismo que tener a 20 niños preguntando de todo en el aula”, reconoció.
Así se enteró de que tiene facilidad para enseñarle a otros y hasta se vio retada, pues según ella, “los chicos hacen preguntas que uno nunca se había hecho”.
Ahora, la joven sueña con convertirse en ingeniera y luego apostarle a la docencia para invitar a otras muchachas a que se animen a acercarse a las áreas de la alta tecnología.