“Me sentí como el primer hombre que dio un paso en la Luna”, comentó la joven costarricense Celeste Balladares, quien tuvo la oportunidad de ser tripulante en una simulación de misión a Marte realizada en el desierto de Utah, Estados Unidos, entre abril y mayo del 2016.
Ella ganó un cupo en la primera convocatoria latinoamericana de Mars Society Perú . Esta reunió a jóvenes peruanos, argentinos, colombianos y a Celeste, como la única representante de Costa Rica.
Así, durante 15 días, Balladares convivió en un habitáculo cuyos inquilinos tenían varias tareas, una de ellas era realizar experimentos y hacer exploraciones sobre una superficie con características similares a las del Planeta Rojo.
“Había que seguir protocolos de seguridad y de vestimenta (...). En Marte no hay bastante agua e incluso el tipo de comida que se puede llevar es diferente”, detalló la joven, quien estudia Ingeniería en Mecatrónica en la Universidad Invenio.
Convivencia. Una de las primeras tareas asumidas por los tripulantes, al llegar al habitáculo, fue la de hacer inventario de la comida disponible y echar a volar la imaginación para crear recetas nutritivas, con los recursos que les dejó la tripulación anterior, entre ellos, pasta y pollo deshidratado.
A estos singulares exploradores también les tocó racionar el agua, lo que les impidió ducharse todos los días, lavar platos e incluso los obligó a compartir un sanitario sucio, todo con el fin de economizar el vital líquido.
Celeste también se enfrentó con la novedad y la sorpresa de que en el habitáculo no había cobijas, sábanas ni almohadas, por lo que tuvo que arreglárselas con su ropa para lograr algo de comodidad por las noches.
Sin embargo, para ella, eso no fue inconveniente, pues su norte durante la misión era experimentar con un robot que ella diseñó.
Exploración En sus visitas a la “superficie marciana”, la joven realizó pruebas con su creación.
Para construirla, se basó en los principios de la biomimética. Esta es una rama de la ciencia que consiste en la observación de la naturaleza para obtener inspiración e innovar.
Su aparato tenía la capacidad de moverse de forma similar a como lo hacen los artrópodos, como las arañas, por ejemplo.
“Lo que se probó fueron factores como estabilidad, precisión y ubicación por medio de sensores. Se evaluó que pudiera andar sobre terrenos irregulares. Además, se hicieron pruebas en diferentes superficies e inclinaciones”, explicó la joven.
Los rovers , que en la actualidad exploran Marte, tienen algunas limitaciones, sobre todo cuando deben subir pendientes. Incluso, por razones de seguridad, no pueden superar los 35° de inclinación.
El robot de la tica logró una inclinación de hasta 40°, por lo que la joven consideró que es buen avance y en el futuro podría aportar a la exploración marciana.
Éxito. La experiencia de Celeste no solo fue importante para ella, sino también para su familia y amigos. Sus parientes siguieron las actualizaciones de la misión en la página de Facebook de Mars Society Perú, ya que los tripulantes tenían acceso restringido a Internet y a las comunicaciones.
“Estábamos contentos de que ella estuviera ahí cumpliendo sus sueño, probando su robot. Eso nos mantuvo emocionados. (...). Ella está haciendo un aporte a la ciencia y también de motivación para otros jóvenes ”, señaló con orgullo su padre, Luis Enrique Balladares.