Esta científica argentina se considera una “psiquiatra de ratones” . Sus estudios en comportamiento animal la llevaron a enfocarse en cómo las mutaciones genéticas afectan la manera de actuar de los roedores, mediante la alteración de los circuitos neuronales.
Trazando similitudes entre las estructuras cerebrales de los ratones y los humanos, estos hallazgos podrían acercarnos a resolver los enigmas de condiciones como el autismo.
¿Cómo se inició en el estudio del comportamiento animal?
Mi papá era buceador, entonces me encantaba ir a nadar y bucear. En ese momento estaba Jacques Cousteau, que era una celebridad en la televisión, y mostraba cómo se podía hacer investigación del comportamiento de ballenas, delfines (…). Yo quería hacer eso.
”Me dediqué a estudiar comportamiento animal en la Universidad de Buenos Aires. No había muchos cursos, así que tomé todo lo que fuera parecido. Luego fui a Inglaterra a estudiar modelos matemáticos del comportamiento óptimo, y de ahí me fui a Nueva York a seguir mis estudios”.
¿Y de ahí dio el salto a trabajar con ratones?
En el Instituto Psiquiátrico de Nueva York, mucha gente estudiaba neurociencia; en particular había gente que estaba inventando ratones mutantes (con mutaciones genéticas). Yo que estudiaba cómo los animales toman decisiones, me interesé en cómo la enfermedad mental afecta esas decisiones –el comportamiento sale de las decisiones–. Me convertí en lo que llamo psiquiatra de ratones.
¿Se traducen algunos hallazgos del comportamiento animal a los humanos?
Eso es, quizá, lo más importante y difícil de mi área. Por ejemplo, en el autismo el comportamiento social está afectado. Si el comportamiento del ratón no tiene nada que ver con el humano, el ratón no sirve de nada. Pero hay ciertas cosas que se conservan en la evolución.
”Si en la evolución, en nuestros antepasados mamíferos se desarrolló un sistema nervioso que dirige el comportamiento social, eso en la evolución se va a mantener”.
¿Qué métodos se utilizan para investigar características humanas en otras especies?
Hay que combinar el estudio del comportamiento con todo lo que viene abajo que lo gobierna: el cerebro, los circuitos en particular. Si puedo fijarme en qué parte del cerebro gobierna el comportamiento en el humano, y esa misma parte existe en el ratón y gobierna su comportamiento, entonces estoy creando un mapa de homología.
¿Qué hemos descubierto sobre estas similitudes?
Hemos llegado hasta las cuestiones de ética, que parecen ser cualidades muy humanas y difíciles de demostrar en otras especies.
”Otra área muy difícil es la conciencia, el concepto de “yo” y del “otro”.
”Hay un área de investigación de mucha discusión, que es todo sobre la conciencia, la empatía, la ética. La ética probablemente sea una cualidad puramente humana”.
Sin embargo, se cree que entre humanos y ciertas especies se puede dar cierta conexión social.
Sí, seguro, pero la pregunta es: ¿El chimpancé o el perro que se conecta con su dueño o con el investigador sabe que es otra especie? ¿En qué piensan cuando interactúan? Eso nadie lo sabe.
”Las mutaciones que yo estudio afectan procesos mucho más simples, afectan el comportamiento de manera más brutal, que sí pueden estudiarse en el laboratorio”.
¿Qué muestran esos hallazgos en cuanto al autismo?
Se ha probado que hay mutaciones en autismo que afectan el funcionamiento de la sinapsis; es decir, cómo las neuronas se conectan. Muchas proteínas hacen que funcione bien y se están descubriendo mutaciones que las afectan.
”Pese a tener causas genéticas diferentes, la consecuencia converge a un problema de transmisión sináptica, con lo que el problema se hace más fácil de estudiar. Y quizá uno pueda curar esa sinapsis de manera más fácil.
”Eso lo podemos estudiar en los ratones, porque podemos tomar todas las mutaciones, hacer los ratones y estudiar las neuronas, cosa imposible en un ser humano”.
En Costa Rica aún no rige la ley de investigación biomédica. ¿Ayuda el estudio en ratones para adelantar hallazgos?
Trabajar en estos modelos es imprescindible. Antes de probar un tratamiento en seres humanos, uno tiene el deber de demostrar que es eficaz y seguro, que no va a causar daño.
”El probar estos tratamientos en seres humanos que deciden ponerse en riesgo, o si son enfermos darles falsas esperanzas, no es ético. Para mí, hay que hacer todo lo posible, en la preclínica, antes de la clínica. Hay que llegar a la clínica con las mejores drogas posibles.
¿Estamos más cerca de descubrir la cura de algunos de estos trastornos genéticos?
Yo creo que sí, pero igual falta mucho. Al final de los años 90, se descubrió el gen de la enfermedad de Huntington. Y pese a que sabemos exactamente cuál es el gen y cuál es la mutación, todavía no sabemos cómo arreglarlo. Entonces, yo soy optimista, pero no hay que ser demasiado optimista, porque somos muy complejos.