Es 1990 y el futuro suena prometedor. Poco a poco, las personas dejan de estar aisladas cuando salen de sus casas y oficinas.
Quienes pueden pagar el equivalente a ¢3,7 millones de nuestros días, se convierten en dueños de un celular que tiene bien puesto el apodo de “ladrillo”.
“Hay quienes dicen que el tiempo es oro, por lo que darían cualquier cosa para no perder ni un solo segundo de su agenda, especialmente los empresarios muy ocupados y los funcionarios o trabajadores que necesitan estar en constante movimiento”, contaba La Nación en una nota del 18 de enero de aquel año.
“Para ellos se ha ideado un rápido y efectivo sistema de comunicación y localización, mediante teléfonos portátiles que funcionan con el principio tradicional, pero adaptado a un sistema de transmisión celular”, añade.
Solo sirve para hablar. Aún estamos muy lejos de enviar mensajes de texto (ni hablar de un whatsapp) y a años luz de tomar fotos o enviar correos con ellos. Eso no importa, el futuro sigue sonando prometedor.
¿El depósito inicial para poder comenzar a usar uno de esos dispositivos en Costa Rica? ¢1,3 millones de nuestros días. ¿El minuto de llamada? 622 de nuestros colones actuales en tarifa plena (de 7 de la mañana a 7 de la noche) y la mitad de eso para el resto del día.
Bien dice la nota que estos precios “se consideran una cifra relativamente alta”.
Desde 1970
Los avances tecnológicos, y de manera especial el desarrollo de la telefonía celular, siempre han tenido un lugar destacado en las páginas de La Nación durante sus 70 años de existencia.
Aunque popularizados en la década de 1990, en realidad Costa Rica contó con teléfonos celulares desde 1970, cuando el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) comenzó un plan piloto.
Este proyecto se consolidó en 1973 con la adquisición del sistema MOVIL-TEL, aunque su uso fue muy restringido y el principal provecho lo sacaron altas autoridades del Gobierno.
Fue en 1987 cuando el tema comenzó a hacerse verdaderamente de interés público. Tras una serie de decisiones político-administrativas irregulares, la empresa Millicom de Costa Rica obtuvo una autorización para ofrecer el servicio de telefonía celular.
Para los sindicatos del ICE, que pagaron una página completa en La Nación el 17 de octubre de 1993, estaba claro que “un pequeño grupo de funcionarios públicos hicieron caso omiso de la ley, propiciando el establecimiento de una empresa transnacional en una actividad que por ley le compete al ICE como institución del Estado”.
Un fallo de la Sala IV en 1993 declaró ilegal el funcionamiento de Millicom y le dio el plazo de un año para cesar actividades.
Época del monopolio
La salida de Millicom en 1994 permitió al ICE retomar esfuerzos en el tema.
“En la primera fase resultarán beneficiados 1.800 suscriptores, pero se estima que al concluir este año unos 20.000 ciudadanos podrán disfrutar de este servicio, al que solo ventajas se le señalan”, reportó La Nación .
El ICE estimaba en ese momento en 50.000 a sus clientes potenciales y las tarifas ya estaban fijadas: unos ¢453.000 de la actualidad para el depósito inicial y una tarifa mensual base con derecho a 60 minutos de ¢28.000 actuales. El minuto adicional costaba ¢264 de nuestros días en tarifa plena y ¢151 actuales en tiempo reducido.
“Además de la telefonía, la entidad venderá otros servicios como contestación de llamadas, llamadas en conferencia y desviación de llamadas a otro teléfono. El usuario también puede comprar el servicio de facturación detallada, que incluye duración y número al que se llamó”, cuenta La Nación de esa época.
Solo dos años después, en junio de 1996, este medio comentaba cómo “la gran demanda de teléfonos celulares está provocando una apertura en el mercado tanto de empresas que ofrecen los aparatos como del ICE, que autorizó a varias compañías a realizar los trámites para disponer del servicio. (...) La empresa o agencia programa el aparato y en un máximo de 48 horas la línea está funcionando”.
En ese momento, el celular más barato costaba unos ¢216.000 de la actualidad y el más caro unos ¢2,7 millones de nuestros días.
En el 2001, Costa Rica vivió un cambio tecnológico importante al dejar atrás el sistema celular analógico y estrenarse la tecnología TDMA (del inglés Time Division Mobile Advance).
Un año después, se adquirió la tecnología GSM mediante la compra de 400.000 líneas celulares con la compañía Alcatel. Fue a partir de este momento que los ticos pudieron empezar a navegar en Internet móvil con sus celulares en un plan piloto en que participaron unas 60.000 personas y se extendió por años y se formalizó en 2007.
La llegada de Internet móvil se dio casi al mismo tiempo que la llegada del que es aún el rey de los teléfonos inteligentes.
“La compañía Apple presentó el iPhone, la combinación de iPod y teléfono celular que, además, se conecta inalámbricamente a Internet y toma fotografías de alta calidad”, narró La Nación del 10 de enero del 2007.
“Más allá de un simple teléfono celular o de un iPod, el iPhone ofrecerá a sus usuarios dar un paso más en la vida on line , que permitirá enviar correos electrónicos con fotografías de alta calidad sin importar el lugar o buscar la mejor ruta para ir al trabajo, todo con el mismo dispositivo”.
Aunque en Costa Rica ya se comercializaban agendas electrónicas y algunos celulares que podrían ser calificados como inteligentes, el iPhone marcó en Costa Rica el mismo “antes y después” que imprimió en todos los mercados del planeta.
El 20 de octubre del 2007, La Nación mostró cómo un iPhone desbloqueado podía funcionar en la red del ICE de manera informal.
“La única limitante del iPhone en Costa Rica es la imposibilidad de escoger el orden para escuchar los mensajes del casillero de voz, pero esto se debe a que el ICE no ofrece el servicio y no a un problema con el aparato”, explicó La Nación .
El iPhone no llegaría a venderse oficialmente con el ICE hasta muchos años después, el 4 de mayo del 2011.
Se abre el mercado
La llegada oficial del iPhone fue el último gran servicio que pudo estrenar el ICE en monopolio.
Aunque en el 2000 se había intentado romper esa exclusividad, las protestas populares contra lo que se conoció como el “Combo ICE” hicieron inviable la propuesta.
No fue hasta la tramitación del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y EE. UU., aprobado en referendo el 7 de octubre de 2007, que se logró el cambio.
Tras la aprobación de las leyes complementarias, las compañías Telefónica (con su marca Movistar) y América Móvil (con Claro) comenzaron a ofrecer sus servicios. Desde el inicio de su operación, en noviembre del 2011, el iPhone estuvo entre la oferta.
Además de ampliar las posibilidades para adquirir el iPhone, la apertura del monopolio trajo la creación de gran cantidad de tiendas para adquirir los servicios en todo el país (un concepto hasta entonces inexistente) y dejó de ser necesario esperar días, semanas o hasta meses para tener una línea celular.
Además, la apertura cambió la manera en que se compraban celulares, pues la mayoría de consumidores ahora lo adquieren junto con un plan de uno o dos años y no deben pagarlo en un solo tracto.
Hoy, a finales del 2016, el iPhone enfrenta una fuerte competencia por parte de modelos Samsung y Huawei. Los celulares ya no solo graban video, sino que lo graban en ultra alta definición (4K). Estamos permanentemente conectados en redes sociales y los mensajes de texto tradicionales mueren debido a apps como Whatsapp, que además acaba de estrenar un servicio de videollamadas.
Pero esto no se detendrá aquí ni ahora. Los celulares avanzarán mucho más cuando, en pocos años, las redes de quinta generación (5G) comiencen a ofrecer velocidades mayores de transmisión de datos. Servicios que hoy no podemos ni imaginar serán el nuevo estándar y el futuro verá nuestro presente con la misma condescendencia con que nosotros vemos el pasado.
Y La Nación estará ahí para contarlo.