Santiago, Chile. El Mercurio/GDA Tres, cinco o más horas al día frente a una consola, tableta o el mismo celular, sin poder dejar de jugar aunque se lo proponga y restándole tiempo a otras actividades cotidianas, son pistas que pueden alertar sobre este trastorno.
“El acceso que tienen hoy los niños a estos juegos es mayor y facilita que se produzcan estas conductas”, alerta Alfonso Correa, experto en psiquiatría infantil.
Los criterios de diagnóstico son los mismos que se utilizan para cualquier otra adicción. En este caso, hay factores cuantitativos –tiempo que se pasa jugando– y cualitativos –el dejar de hacer otras cosas–, que pueden limitar su desarrollo.
Precisamente, junto con favorecer el sedentarismo y el riesgo de obesidad, también puede alterar los patrones de sueño y el buen descanso.
Así, el niño puede sentirse irritado o nervioso por no poder jugar y con malhumor por tener que interrumpir una sesión de juego ya sea por una obligación personal o familiar, explicó la psicóloga Nadin Montero.
Al cansancio físico, la fatiga visual y mental, se une una baja en el rendimiento y la atención. Además, pierde contacto con otros y la posibilidad de desarrollar habilidades sociales e individuales. De hecho, niños más tímidos o retraídos, con menores habilidades sociales, son más vulnerables a desarrollar este tipo de adicción, porque van a optar por preferir estas vías de relación con el mundo. También los pequeños con trastornos ansiosos o depresivos pueden tender a caer con más facilidad.
“Cualquier elemento que les dé un grado de satisfacción o los ayude a evadirse y evitar el contacto con lo que les está pasando emocionalmente”, dijo Correa.
“La ludopatía puede desarrollarse a cualquier edad. Los niños, sin el apoyo adecuado de padres u otros adultos, están más propensos a un mal uso y, posteriormente, a una posible dependencia y adicción”, agregó .
Limitar su uso. La relación de los niños con distintos tipos de pantallas es un tema que preocupa a los especialistas.
Se recomienda limitar a no más de 1,5 a 2 horas diarias el uso de pantallas, ya sea de televisión, computador, videojuegos o celular. “Hay que separar el tiempo frente a una pantalla dedicado a las tareas o al estudio”, comentó el psiquiatra infanto-juvenil.
La idea es evitar que se transforme en un problema. En el 2012, la Universidad de Estatal de Míchigan realizó un estudio con 1.400 estudiantes, con el que demostró una asociación entre el mayor tiempo de exposición a las pantallas y los crecientes problemas de déficit atencional entre los adolescentes y una disminución de su empatía.
“Muchas veces suele ser una preocupación adicional a otro motivo de consulta, como problemas de ansiedad, habilidades sociales o de conducta. Pero uno indaga y aparece el mal uso de videojuegos como la causa principal o un elemento más entre otros factores”, aseguró Correa.
El especialista comentó que a veces, en casos más extremos, un dolor abdominal reiterado y sin causa aparente, por ejemplo, puede ser un síntoma de abstinencia por no estar jugando.
Un buen diagnóstico es fundamental para tratar los problemas de base que existan y potenciar aspectos sanos del niño.
En ese contexto, puede ser útil una psicoterapia individual, familiar e incluso el uso de fármacos. “El control parental es el eje fundamental para prevenir estas conductas adictivas, la manera en que ellos dirigen las consecuencias del comportamiento de sus hijos (refuerzo positivo o castigo), asimismo la supervisión o el monitoreo permanente, el establecimiento de reglas claras, mantener una comunicación afectiva, así como fomentar y proponer actividades de ocio tanto con sus amigos y su familia”, enfatizó Montero.
Lo vital es trabajar en aumentar las habilidades sociales, mejorar el control sobre el uso y reforzar la confianza en sí mismo para la realización de otras actividades en las que sienta retribución emocional y afectiva.
Montero aclaró que los videojuegos en dosis ajustadas ofrecen beneficios en los niños. Por ejemplo, “mejora habilidades como atención visual, cambio de tareas, tiempo de reacción en tareas de búsqueda visual, tiempo de reacción en discriminación de forma/color e incrementa desempeño de diversas tareas cognitivas como atención dividida y rotación mental”.