Antes del 2013, Eugenia Chaverri e Hilda Hidalgo solo tenían gran admiración mutua. Chaverri recordaba especialmente el trabajo de Hilda en la película La pasión de nuestra señora (1998), mientras que Hidalgo no podía olvidar a Eugenia en el montaje La edad de la ciruela , primera vez que la grabó con la cámara como parte de un proyecto para filmar algunas obras de teatro.
Ahora, ellas tienen una película en común: Violeta al fin , que se estrenará en las salas de cine nacionales el jueves 9 de noviembre.
Este filme presenta a Violeta, mujer de 72 años que se rebela y busca su libertad y propia versión de la vejez. Ella no solo aprenderá a nadar, sino que luchará por su patrimonio.
“Eugenia es una actriz con una creatividad sin límites. Tiene una capacidad para la improvisación fuera de serie. Tiene bis cómica y esa enorme expresividad en los ojos. Lo que el guion le aportaba, ella lo iba reinterpretando; incluso, yo iba agregando cosas al guion que iban saliendo. El trabajo empezó a hacer de doble vía”, comentó la cineasta, quien la conoció por su trabajo en el teatro.
En el 2013, ambas se juntaron para hacer un video y unas fotografías en las piscinas del hotel Radisson. Hilda supo que había encontrado a Violeta.
No obstante, no quiso ilusionar a Chaverri hasta tener dinero para hacer la cinta. El año pasado, todo estaba listo y se filmó Violeta al fin con Eugenia en el papel principal.
La actriz nos cuenta un poco más acerca de esta experiencia.
–¿Qué representa Violeta al fin en su carrera?
–Lo siento como un gran premio a mi carrera, como una culminación. Qué lindo que la vida me regale la oportunidad de hacer un protagónico con un personaje que está en mi mismo momento vital.
”Siempre es un reto muy grande porque hay que controlar la actuación para que no sea teatral, sino cinematográfica”.
–¿Cómo se involucra en este proyecto de Hilda Hidalgo?
–Un domingo me llamó Hilda para ayudarle con un video e imágenes para poder empezar a pedir financiamiento para la película; al principio, ella había llamado a otra persona. Yo la admiraba porque había visto el trabajo que hizo con Andrés Montero y Eugenia Fuscaldo ( La pasión de nuestra señora , 1998), así que me encantó poder colaborar. Fuimos a la piscina del hotel Radisson.
”Jamás pensé que yo haría el protagónico. Después, Hilda me llamó y me propuso ser Violeta en la película”.
–¿Cómo fue el trabajo?
–Muy satisfactorio y también pesado, en especial las escenas en piscina. Yo nado, aunque no soy experta y, en cine, una escena hay que hacerla varias veces: esperar y volver a grabar; tuve que pedirle ayuda a Hilda con una doble para poder entrar a grabar cuando iban a ser las escenas definitivas. Ya una tiene su edad, aunque siempre me ejercite: hago yoga varias veces a la semana.
–¿En qué se parecen Violeta y usted?
–Somos igualitas; me di cuenta hasta ahora: yo soy una Violeta. Ambas estuvimos casadas (Eugenia es viuda), tenemos hijos. Aunque Violeta es diferente porque reprime su individualidad y busca su libertad más tarde; yo tuve la oportunidad de hacerlo desde joven. A los 72 años, ella quiso hacer una cosa que la vida no la había dejado, siempre quiso nadar; yo, en cambio, por fin vuelvo a tocar el piano. Ella quiere hacer un bed and breakfast para ser independiente y todo mundo le dice que está loca; me pasó igual, me puse a construir una casa y todos me dicen que es una locura ( ríe ). Cuando acepté, no era consciente de esto. Resulta que estaba viviendo una situación similar.
”La vida no se termina a los 70 años; yo, por ejemplo, estoy física y mentalmente muy bien. Hilda defiende muy bien ese tema; a los adultos mayores no se les puede considerar como un estorbo, su experiencia es muy importante. Algunas familias, al tratar de acomodar al adulto mayor a sus necesidades, los pone inseguros; sin embargo, nosotros estamos en capacidad, aunque nuestro cuerpo haya cambiado.
” Violeta al fin es un drama sin violencia. Un drama de crítica y autocrítica. Es una buena película para toda la familia”.