“Dio su vida por las libertades de Costa Rica, dice el epitafio en la tumba de:...” Cuando doña Inés Trejos llegó a la última pregunta en el programa ¿Quién quiere ser millonario? este martes 28 de setiembre, ella supo contestar correctamente. Ese epitafio se encuentra en la tumba de Marcelino García Flamenco.
Fue de esta forma que la periodista de 89 años se llevó a su casa ¢30 millones. Pero, ¿quién era este hombre y cuál fue su aporte en la historia de Costa Rica?
Nacido el 15 de setiembre de 1888, en San Esteban Catrina, a unos 50 kilómetros de San Salvador, Marcelino García Flamenco fue un profesor e impulsor de la enseñanza en Costa Rica: utilizó su salario para fundar casas de enseñanza e incluso daba clases de noche.
Estudió en la Escuela Normal de Varones de San Salvador, donde se graduó como docente y comenzó su ejercicio profesional a inicios del siglo XX. Su vocación por enseñar lo trajo a Costa Rica allá por el año 1915, donde dio clases primero en Heredia y luego en Puntarenas.
De acuerdo con el autor del artículo Marcelino García Flamenco: El maestro salvadoreño que dio su vida por las libertades de Costa Rica, escrito por Percy Rodríguez, en la Revista Estudios, editada por la Universidad de Costa Rica (UCR), el docente es recordado como una persona amable, sonriente y muy amena, quien ganaba un salario de ¢111 mensuales.
“Aprendía inglés de forma autodidacta y publicaba artículos en los diarios nacionales contra la uniformidad absoluta en las prácticas escolares del país o bien sobre la actividad escolar que conoció. Él soñó con dar clases en Buenos Aires de Puntarenas, adonde llegó un 8 de febrero de 1918, a las 10 p. m. Ingresó a pie, después de seis días de navegación”, afirma el autor.
Sin embargo, para ese entonces el país estaba en manos del dictador Federico Tinoco, quien buscaba eliminar a sus opositores. Uno de ellos era Rogelio Fernández Güell, del periódico El imparcial y que el general clausuró.
Junto a otras figuras opositoras al régimen como Carlos Sancho, Jeremías Garbanzo, Ricardo Rivera, Salvador Jiménez y Joaquín Porras, Rogelio Fernández Güell logró huir por un tiempo, sin embargo, los seguidores del dictador lograron darle cacería y lo asesinaron a balazos en las afueras de una escuela en la que impartía clases, en Puntarenas.
Al ver la forma en que asesinaron a Fernández Güell y manifestarse en contra de este hecho, García Flamenco fue obligado a cerrar la escuela, por lo que decidió denunciar lo ocurrido en Panamá y de inmediato se unió a los opositores.
“La vida del maestro salvadoreño y su entrega a la causa de la libertad en Costa Rica reflejan sus altos valores morales y éticos. Al igual que Rogelio Fernández y los otros jóvenes, no dudó en combatir la violencia y la injusticia del régimen de Tinoco”, dice el artículo Cien años de las luchas sociales contra la dictadura de Federico Tinoco: memoria y derechos políticos, de la revista Derecho Laboral del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Sin embargo, el 19 de julio de 1919 en la batalla del Ariete, en Guanacaste, mientras atendía a los heridos, fue asesinado a machetazos por los militares. Se dice que aún estaba con vida cuando lo ataron a un caballo que lo arrastró más de cien metros y, no satisfechos con ello, le prendieron fuego.
Su despiadado asesinato cuando apenas tenía 30 años contribuyó en cierta medida al derrocamiento de Tinoco, quien abandonó el país el 12 de agosto de 1919 tras la presión social que desencadenó el acontecimiento.
El mensaje en cuestión está en la tumba donde se depositaron originalmente los restos del maestro, en La Cruz de Guanacaste. Además, en honor a su legado se creó, en el centro de San José, la Escuela Marcelino García Flamenco.