
Redacción
En la década de 1960, los disturbios raciales estremecían Alabama.
La segregación era obligatoria en muchísimos espacios públicos del estado estadounidense y las protestas se tornaban violentas, en detrimento de los negros que seguían el llamado de Martin Luther King para detener la discriminación y recuperar los derechos civiles de la población afro estadounidense.
Matar a un ruiseñor (1960) fue publicado en un momento en el que la sociedad estadounidense necesitaba un espejo cultural. Harper Lee escribió, desde los ojos de una niña, sobre el caso de un hombre negro (Tim Robinson) acusado de violar a una mujer blanca ( Mayella Ewell) .
Bajo la mirada estadounidense, un violación así no solo representaba una transgresión sexual, sino un atropello contra los preceptos sociales que mantenían al margen a los negros de los blancos.
En el libro, la protagonista Jean Louise ' Scout' Finch cuenta la historia de cómo su padre, Atticus, asumió el caso para defender al negro de la misma manera que hubiese defendido a un acusado blanco: con justicia.
Aún así, el conductor emocional de la trama es la conexión emocional de Scout con Atticus y con el elusivo Arthur 'Boo' Radley, quien al cierre de la historia salva a los niños de la venganza de un hombre que resiente la forma en la que Atticus administró la defensa de Robinson.
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Lee tuvo la sensibilidad de escribir dos libros en uno: un retrato sentimental sobre la vida cotidianda en un pueblo pequeño en Alabama y un retrato fidedigno de la situación racial en un momento crítico de la historia estadounidense.

"Los diálogos de los variados y refrescantes personajes son un deleite constante por su autenticidad y delicada revelación de personalidad. Los eventos que conectan a la familia Finch con la demanda Ewel Robinson se desarrollan delicada y lógicamente, uniendo la trama y dramatizando la súplica honesta de la autora por un entendimiento interracial", escribió el crítico de The New York Times Book Review cuando se publicó el libro.
En décadas siguientes, el libro se convirtió en un clásico de la literatura estadounidense. Lee fue galardonada con el premio Pulitzer de ficción en 1960 y con el tiempo ha llegado a ser traducido a más de cuarenta idiomas.
Tras ser requerido como lectura educativa obligatoria en Estados Unidos también se ha convertido en un libro didáctico para que los niños comiencen a interesarse por la literatura.
La película. La adaptación cinematográfica de 1962 fue determinante en llevar el mensaje de Lee al público que no recorrió las páginas de su novela.
Elegir a Gregory Peck para encarnar a Atticus fue una decisión atinada, en tanto era una figura estimada por los estadounidenses y con suficiente experienca como para dar un buen papel (tanto así que recibió el Óscar por Mejor actor).
"Nunca había visto al señor Peck, salvo en películas, pero cuando lo vi en mi casa me pregunté si sería el correcto para el papel. La próxima vez que lo vi fue en Hollywood cuando hacían pruebas de vestuario para la película (...). Fue la transformación más asombrosa. El minuto en que lo vi supe que todo iba a salir bien porque él era Atticus", explicó Lee en entrevista en 1964.
La cinta también significó el primer papel para el actor Robert Duvall (Boo) y la música que compuso Elmer Bernstein también se convirtió en una de las bandas sonoras en la historia del cine.