Que la alegría del calipso, su mensaje cultural y la cantidad de historia que encierra este ritmo limonense sea bien conocido a lo largo y ancho del territorio nacional, tiene mucho que ver con el trabajo que ha realizado, durante 35 años Cantoamérica, bajo la dirección del músico e investigador Manuel Monestel.
Este 2015 la agrupación festeja un aniversario más y para celebrarlo lanzó en agosto su décimo tercer disco de estudio, Vuela otra vez , que es un ejemplo de la diversificación que puede sentirse en esta música al conjugarse con otros sonidos como el del bolero, la cumbia, el son y la salsa.
Vuela otra vez está compuesto por 11 temas, ocho de la autoría de Monestel , dos canciones de Wálter Ferguson y Herbert Glinton, y un tema tradicional del oeste de África.
La suma de estas composiciones ofrece una variedad acústica en la cual los músicos de Cantoamérica se destacan por la calidad de la ejecución de los instrumentos. Actualmente la banda está compuesta, además de Monestel, por Andrés Cordero (bajo), Rubén Orozco (teclados), Abigail Huertas (flauta), Maricel Torres (trombón), Alfredo Chavarría (trombón), Marco Navarro (percusión), José Antonio Valverde (percusión) y David Vargas (percusión).
El material discográfico fue grabado en el estudio Solo Hits del músico Checko D’Ávila y contó con la colaboración del hondureño Max Urso en la producción y con la participación en los arreglos de Alonso Torres y Wálter Flores.
Labor. De aquella camada de músicos que en 1980 dio origen al grupo (Manuel Monestel, Rodrigo Salas, Bernal Monestel, Carlos Saavedra y Roberto Huertas), solo queda Manuel.
Comenzaron como una agrupación que creaba música original con raíces latinoamericanas y costarricenses pero, tras la investigación de Monestel, se decantaron, a comienzos de los años 80, por la recopilación y difusión de la música afrocaribeña.
A pesar de no contar con el apoyo de la difusión –en palabras de Monestel–, Cantoamérica ha dedicado todos sus esfuerzos para que “exista un proyecto que haga pensar al ciudadano costarricense que somos más que el Valle Central, algo más que la cultura blanca artificialmente impuesta”.
Desde su primera producción, Seguirá el amor (1982), hasta la última, ha pasado por experiencias profesionales y cambios en sus integrantes que le han hecho crecer en cada etapa.
A sus 35 años, Cantoamérica ha repasado los temas más profundos de calipsonians limonenses como Herbert Glinton, Cyril Silvan, Papa Tun y el mítico Wálter Ferguson; además, la banda ha hecho su propuesta propia y con esto demuestra que el calipso se puede vivir con dulzura y sabor en todo el país.
Monestel habló con Viva acerca de la celebración de los 35 años de su proyecto estrella y también de la nueva propuesta musical del grupo. A continuación, un extracto de la entrevista.
Vuela otra vez es una combinación de ritmos; se siente el calor y la calidad del calipso acompañado por la salsa, el son, el bolero y los ritmos africanos...
Así es. Afrolimón y Merry Woman tienen mucha influencia africana en su estructura rítmica, en los contenidos y en la forma en que están cantadas, por ejemplo. Orire es calipso con un poco de salsa, mientras que Miedo , Still Turning Around , No tie no donkey y Mama come and take me home son calipso. Mucho sirvió la gira que hicimos a varias localidades de África para conocer sus sonoridades. Si uno rastrea los ritmos hasta su origen, hay algunos que son hasta religiosos.
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¿Qué quiere Cantoamérica transmitirle al público con el nuevo disco?
De alguna manera devolver el cariño que hemos recibido del público, que no es masivo porque en Costa Rica no se puede ser masivo si no suena en la radio y la radio sigue bloqueada para proyectos como Cantoamérica. En este caso, un sector de nuestro público colaboró financieramente para poder producir el disco; además del cariño nos dieron ese apoyo y eso hay que agradecerlo.
Dice que no suenan en la radio, pero tienen mucha difusión de otras formas...
No es un problema de preferencia, no es un problema solo de Cantoamérica; la música nacional está al margen de la radiodifusión convencional. Hace 10 o 15 años yo llevaba los discos a las radios y algunas los sonaban, pero ahora ya no; optamos por la difusión del boca a boca, de los conciertos y de las plataformas web.
¿Cómo lograr esta sinergia y mantener el respeto por el trabajo de los calipsonians ?
Hay dos cosas importantes: nosotros no hacemos el calipso como lo hacen los calipsonians en Limón; no pretendemos sustituirlos a ellos, eso sería una falta de respeto. Además, lo hacemos con los elementos que tenemos y conocemos desde San José; la instrumentación de Cantoamérica no es la típica del calipso limonense, pero sí respetamos los patrones rítmicos y las letras de los autores de allá.
”La inclusión de distintos géneros en el repertorio responde a que, en Costa Rica, siempre se ha bailado la música del caribe, incluso en la ironía que hay gente que tiene prejuicios racistas”.
¿En qué etapa musical se encuentra Cantoamérica con los artistas que lo componen?
Es muy paradójico lo que voy a decir, pero Cantoamérica ha alcanzado madurez con gente joven. El formato actual es un grupo en el que se comparte, además de la música, los objetivos culturales; es un grupo que comparte cariño, solidaridad, respeto y esas son cosas muy importantes en un proyecto musical.
¿Qué ha cambiado del calipso de hace 35 años al actual?
En esencia sigue siendo el mismo que habla de los temas de Limón, de la vida y de su historia. En cuanto a ritmo los viejos calipsonians lo mantienen igual a como yo lo conocí, hay una generación posterior que lo hace con un tempo más rápido y que canta en español. Pero sigue siendo el mismo calipso de siempre.
¿Cómo siente al celebrar un trabajo tan extenso?
En realidad, cuando empecé este proyecto, no me imaginaba que iba a durar 35 años, pero creo que esa larga vida tiene que ver con que tenemos un concepto y estamos claros hacia donde vamos; no entramos y salimos en otros campos, estamos al margen de las corrientes que se ponen de moda y de las fluctuaciones del mercado de la música.
Tienen seguidores de muchos años y también nuevos. ¿Cuál cree que sea la razón para mantener a los antiguos y ganarse a los más jóvenes?
La sonoridad del grupo es de amplio espectro como dicen de los antibióticos. Los sonidos le pueden interesar a gente de distintas generaciones y distintas formas de ver el mundo; la música es bailable sin que sea frívola... Mucha de la música que se escucha tiene letras con contenidos que me parecen brutales: sexistas, machistas, de violencia. Nosotros cuidamos que el mensaje sea constructivo, si son letras o poemas de autores también; eso permite que mucha gente se conecte desde las letras y desde los ritmos; se puede bailar y se pasa bien.
¿Cuál cree que es la razón de que Cantoamérica ya cumpla 35 años y siga vigente?
Tenemos claro que Cantoamérica es un proyecto para reforzar nuestras identidades afrodescendientes; creo que esa es una de las explicaciones para habernos sostenido tantos años. Otra razón paralela puede ser el sentido de taller que tiene Cantoamérica: la entrada y la salida de músicos –muchos jóvenes que empiezan sus carreras– que se asoman a un proyecto que, de alguna manera, es diferente.
¿Qué lo impulsó para embarcarse en este reto?
Sigo creyendo que el país se tiene que ir abriendo desde el punto de vista de identidades culturales. A finales de los años 70, descubrí un espacio rico musicalmente e importantísimo cultural e históricamente; eso fue el detonador que me hizo pensar que había que trabajar la música desde una perspectiva de resistencia cultural, como lo es el calipso que muestra la historia, las culturas, las costumbres limonenses, que preserva el idioma.
¿Ya Cantoamérica logró ese objetivo?
Esto no termina nunca. Soñando a corto plazo, si este país se volviera inclusivo y aceptara con respeto y cariño a las culturas que lo forman, estaríamos bien; aún así un grupo como Cantoamérica tendría objetivos y metas nuevas porque la dinámica de la música y la cultura es permanente; no hay nada consumado. Se pueden alcanzar objetivos, pero no quiere decir que las tareas se terminaron.
¿Qué ha cambiado en todo este tiempo en el grupo?
Yo, que he madurado y que he envejecido y eso me ha permitido manejar el proyecto con más tranquilidad, con más juicio. Conocí más mis limitaciones y conozco más mis fortalezas; como todo proceso de maduración hay que entenderlo.
¿Usted se siente satisfecho?
Sí, estoy muy contento.