Sergio Pucci sudaba antes de subirse en el avión. No por la humedad del Caribe costarricense, sino por su terror a las alturas. Él estaba a punto de comenzar un viaje de más de cinco horas por los aires, en compañía de su hermano, Giancarlo.
Mientras tanto, a más de seis mil kilómetros de distancia, un tico se encontraba revisando partituras frente a su computadora.
Un año después, ese costarricense sería el elegido para poner música a las fotografías que Sergio y Giancarlo compilaron en el libro Costa Rica Aérea. Retratos de un país inédito (del 2014).
LEA MÁS: Costa Rica vista desde arriba
El nombre de ese compositor es Andrés Soto , un joven músico que emigró a Estados Unidos sin poder llevar el título de bachillerato en su maleta.
“Me fui a los 17 años por una oferta de trabajo que le hicieron a mi mamá. Yo me fui a patadas porque estaba en último año y fue duro porque uno quería graduarse con los amigos” recuerda Andrés. A los pocos meses, comenzó a sentir un deseo por convertirse en compositor e ingresó en la Universidad de Nueva York.
Tras graduarse en esa rama artística, decidió especializarse en música para contenidos multimedia –es decir, música para cine, videojuegos y otros formatos que Soto ha probado–.
Sus trabajos llamaron la atención de la Orquesta Sinfónica Nacional y desde octubre comenzó a escribir la obra que se estrenará este jueves en el Teatro Popular Melico Salazar. Será su segundo estreno con la OSN.
“El hecho de que la misma orquesta tuviera la idea de hacer esto con nuestro proyecto nos confirma que las fotos tuvieron el impacto que nos propusimos” afirma Sergio Pucci. Desde Nueva Jersey, Andrés recibía las fotografías y los comentarios de Sergio y Giancarlo por Internet.
“Conversamos mucho con Andrés y él tenía muy claro lo que quería hacer desde un inicio y eso nos dio mucha confianza” confiesa Sergio. ”Quisimos explorar otra perspectiva que lograra recuperar la capacidad de asombro de los ticos, redescubrir lugares que ya se han vuelto cotidianos y que se nos olvida lo especiales que son, y Andrés lo comprendió” agrega Giancarlo.
“Me mandaron las fotos digitalmente y comencé a escoger. En un principio quería simbolizar musicalmente las siete provincias, pero no todas estaban igualmente representadas”, admite Soto.
La ruta. El músico dividió la obra en siete movimientos. El primero es una obertura que anuncia el recorrido que realizará.
El viaje musical comienza con un avión despegando. La orquesta imita el sonido de las turbinas, y cuando el vuelo comienza, se proyectan las fotos panorámicas de amaneceres, con una instrumentación pacífica.
“Yo me pregunté qué sería lo primero que se vería desde el aire y pensé en componer algo que acompañara la imagen del Cerro Chirripó”, recuerda Andrés.
El viaje continúa con una reflexión sobre las fotografías del océano, para darle paso a Sumer Is Icumen In , melodía medieval del siglo XIII, que acompaña las imágenes capturadas sobre las playas costarricenses.
Después de las costas, la cámara de los Pucci retrata los canales de Tortuguero y los humedales de nuestro país, al compás de una orquesta que asemeja el sonido de un río.
“Gran parte de la aventura de la foto aérea es que la sesión es una sorpresa, un paisaje que cambia cada segundo, ‘sujetos’ que aparecen en el horizonte, en el rincón olvidado, y una luz que varía rapidísimo”, dice Giancarlo al recordar el momento en que capturó esas fotografías. Andrés comprendió su visión y decidió que los volcanes fueran el motivo del quinto movimiento.
“Este movimiento se siente como un lúgubre azufre musical” afirma. “La danza que se interpreta se refiere a la belleza del volcán, pero luego la orquesta explota musicalmente como si fuera una erupción”.
El sexto pasaje se llama Huellas y refleja el paso del humano sobre la superficie natural. “Los paisajes preponderantes son las calles, que son los ríos de los humanos”, advierte Andrés.
Para finalizar, Andrés seleccionó las fotografías de turnos, procesiones, romería, corridas de toros en Zapote, las celebraciones de los aficionados de la Selección en la fuente de la Hispanidad y otros espacios urbanos relacionados con festejos deportivos.
“El último movimiento se llama Gozo y alborozo , y combina elementos sentimentalistas como la Patriótica Costarricense y un arreglo del grito de los aficionados en un estadio de fútbol” dice Andrés.
Sergio comenta que “desde el aire nada es irrelevante, sobre todo para lograr contar lo que queríamos contar. Por eso decidimos incluir el factor humano para recordar quiénes somos los ticos, qué hacemos para vivir, cómo nos divertimos y cuáles situaciones nos congregan”.
“Costa Rica es todo un concierto de muchos géneros musicales, y ritmos diferentes. Somos una mezcla de una gran diversidad de melodías, que nos hace sonar únicos y la obra de Andrés lo demuestra” agrega.
Esa mezcla de melodías es el resultado de once meses de labor. Soto asegura que fue muy complejo desarrollar esta obra, pero que “no hay que ser un virtuoso para tocar cada movimiento”. “Mi lema es hacer feliz a la gente. Yo hice algo para que los músicos lo disfruten y que el ejercicio de placer se transmita al público”.
Andrés logró su cometido, según el criterio del maestro Carl St. Clair, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional. “Cada uno de los 75 integrantes de la orquesta ha capturado la espiritualidad y la energía que la obra amerita”, afirma.
“Los siete movimientos armonizan perfectamente con el regalo que hicieron los hermanos Pucci”, dice St. Clair. Antes de comenzar con Costa Rica Aérea , la Sinfónica interpretará una obra de Edín Solís con ritmos muy típicos, Encuentros II .
“Como no conozco muy bien los ritmos de cada provincia, yo preferí hacer algo más introspectivo y menos folclórico”, reconoce Andrés Soto. Para el director, ambas composiciones son hermosas para tocar en una misma noche. “Son un retrato de la vida de este país. Un viaje con todos los colores que posee Costa Rica”, aseguró St. Clair.
Un nuevo comienzo . A diferencia de Sergio Pucci, Andrés Soto no tiene problemas en montarse en un avión. Sin embargo, en un viaje de regreso a Estados Unidos, miró a Costa Rica, en tierra, su nombre era parte de una polémica.
Por encargo de la Sinfónica Nacionjal, Andrés compuso Cocorí o La Rosa y el Niño en el 2015, como una nueva versión del libro de Joaquín Gutiérrez. Se sentía satisfecho con su trabajo (tardó dos meses en escribirlo), pero su ánimo cambió al darse cuenta de que diputadas como Epsy Campbell y Maureen Clarke cuestionaron el libro por percibir algunos pasajes como racistas.
LEA MÁS: La Sinfónica Nacional da nueva voz a Cocorí
Finalmente, el concierto de la Sinfónica fue suspendido por orden de la entonces ministra de Cultura, Elizabeth Fonseca. El tema provocó amplio debate en medios de comunicación y redes sociales por varias semanas.
A pesar de que sintió impotencia, él cree que la experiencia no fue tan mala. “Yo nunca me hubiera dado cuenta de cuánta gente me quería en la Sinfónica si no fuera por eso. Me mostraron mucho cariño y en la de menos eso me abrió las puertas para componer Costa Rica Aérea ”.
LEA MÁS: Orquesta Sinfónica Nacional presentó carta rechazando "censura" de 'Cocorí'
Antes de salir en bicicleta por las calles de Nueva York, Andrés toma sus audífonos. Durante todo este tiempo ha escuchado su versión de Cocorí a solas. Ahora confía en que Costa Rica Aérea no repita esa historia y pueda compartir su obra con todos.
“Aun así, yo sé que tarde o temprano se escuchará Cocorí o La rosa y el niño ”, dice. “Ahora quiero disfrutar el momento y que la gente pueda salir del teatro y ver con buenos ojos a su país”.
Estreno mundial
La obra de Andrés Soto será interpretada por la Sinfónica Nacional el jueves 29 y viernes 30 de setiembre, en el Teatro Popular Melico Salazar. La presentación contará con una proyección de Jorge Soto, hermano de Andrés, que incluye las fotografías capturadas por Sergio y Giancarlo Pucci. Las entradas tienen un valor de ¢10.000 en general (en cualquier localidad), y se aplicará un 50% de descuento a estudiantes y ciudadanos de oro con carné y se pueden conseguir en la boletería del teatro.
El libro
La publicación Costa Rica Aérea, editada a fines del 2014, reúne 270 imágenes del país tomadas desde varias aeronaves por Giancarlo y Sergio Pucci. En 300 páginas, recorren el país desde esta inusual perspectiva, según dicen, para redescubrirlo. Vale ¢25.000 y se vende en tiendas Britt y Librería Internacional.