Diez años de espera causan que las ganas se acumulen y que, a la hora de la hora, el momento esperado se disfrute más. Ese fue el sentimiento general en el hotel Wyndham San José, este domingo, cuando David Bisbal cantó en Costa Rica tras diez años de no visitar un escenario nacional.
Una hora y 40 minutos de concierto bastaron para que el español le recordara al público tico todo el cariño y deseo que les inspiró durante su tenido durante su ausencia.
Según Universal Music, disquera de Bisbal y promotora del concierto, unas 1.300 personas asistieron a la presentación catalogada por el mismo artista como íntima.
Fue la voz de Bisbal, acompañado por un público que se sabía todas las canciones, lo que le dio ese matiz al concierto en el Salón Paz del hotel Wyndham.
Eléctrico
Sin telonero, Bisbal entró al escenario a las 8 p. m. en punto para interpretar Mi norte es tu sur, de su nuevo álbum Hijos del mar. El público respondió eléctrico, con gritos y saltos y las más de mil sillas en el lugar quedaron en desuso mientras la audiencia cantaba, bailaba y tomaba videos en su celular.
La canción fue seguida por Antes que no, otra nueva, y la reacción fue igual de intensa. Bisbal dejaba espacio para que sus fanáticas le completaran las frases y era evidente que el público entró en calor desde que el artista español entró al escenario.
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El cantante, de 38 años, había prometido un repaso por su carrera, pero el inicio del concierto dejó claro que podía haber cantado lo que quisiera y el público le correspondería. De Antes que no saltó a la enérgica Esclavo de sus besos y luego la balada Quiero perderme en tu cuerpo.
El público aprovechó que sonaba una canción más tranquila para tomar asiento, pero eso no apagó sus voces: cientos le acompañaron cantando cada palabra del sensual tema. Los piropos indiscretos llovían de todas partes del recinto, y Bisbal, sereno, demostraba que sus capacidades vocales no han cedido 15 años después de haberse dado a conocer.
“¡Bienvenidos a este concierto íntimo!”, dijo al público. “Cuánto tiempo ha pasado sin ver al club de fans”, agregó, señalando a un grupo de mujeres que vestían todas de azul. “Ya extrañaba a mi gente linda de Costa Rica”.
Siempre acompañado por un coro formado desde el público, Bisbal continuó el concierto interpretando Culpable, El ruido y Diez mil maneras.
Seductor
El ambiente cercano entre público y vocalista fue aprovechado para interpretar algunos temas en formato acústico. La banda, conformada por dos guitarristas, tecladista, bajista y percusionista, se sentaron en bancos al frente del escenario para acompañar a Bisbal en Esta ausencia, 24 horas y Dígale, tema del álbum Corazón latino (2002), el que lo dio a conocer.
“Gracias por cantar conmigo esa canción, de las primeras”, dijo Bisbal y el público le respondió con aplausos y gritos de emoción. “Ahora viene una muy positiva”, señaló, y la banda tomó sus lugares originales para Todo es posible, tema de la película Tadeo Jones 2.
A la espalda de Bisbal, una pantalla led mostró imágenes de la película, mientras él cantaba triunfal sobre sentirse invencible. Del público cayó una bandera costarricense y él, con una sonrisa en el rostro, la puso sobre sus hombros. Cuando parecía imposible que el público gritara más, Bisbal supo ganarse de nuevo su cariño con ese gesto.
Regresando a la nota romántica, Bisbal dedicó Lo tenga o no “a los que buscan el amor de su vida” y luego, Mi princesa la dedicó a “todas las princesas de Costa Rica”.
Los comentarios y las letras eran cursis, sí, pero en la voz de Bisbal se sentían naturales. De nuevo, su capacidad como intérprete opacó cualquier duda que pudiera surgir y embelesó a la audiencia.
Un nuevo adiós
“Hace falta mover las caderas un poco, ¿no?”, preguntó Bisbal y de inmediato, el grupo empezó a tocar una versión de Lloraré en reguetón y, sin detenerse, interpretaron también Torre de babel.
Bisbal recorría de un lado a otro el escenario y en cada esquina se detenía para mover violentamente su cadera. Cada movimiento era correspondido con gritos y, de nuevo, los piropos que nunca le han faltado al cantante en este país. Bisbal incluso sorprendió cantando y rapeando los versos de Wisin y Yandel en Torre.
De golpe, la banda y Bisbal empezaron a cantar Ave María, su canción más famosa. Bisbal dejó el micrófono durante la mayoría de la canción para que fuera el público el que reviviera el clásico y el coro respondía con su tope de energía.
Era un momento agridulce: los fanáticos habían esperado diez años para volver a escuchar la canción en directo, pero a la vez, sabían que el final del concierto estaba cerca.
Al finalizar la canción, Bisbal presentó a los miembros de su banda, dijo “¡hasta siempre” y salió del escenario. El antídoto a la zozobra fue gritar “¡otra, otra!”, como es acostumbrado y cinco minutos después el español regresó con su ensamble.
Bisbal apareció con una chaqueta beige y una camisa roja que decía pura vida y aquello fue suficiente para renovar votos: la audiencia entera reaccionó con euforia y cantó con él Fiebre.
La banda luego interpretó una versión más bailable de Esclavo de sus besos y luego, Bulería, el último tema de la noche. Esas últimas tres canciones se fueron rápidas, como una ventisca y Bisbal no se fue del escenario sin decirle a su público “¡te quiero mucho!”.
Una hora y 40 minutos bastaron para recordar por qué el nombre David Bisbal despierta pasiones. La respuesta del público, que cantó con él durante esos 100 minutos, dejó en claro que lograron sacarse los diez años de ganas.