Con las paradisiacas playas de Punta Cana, República Dominicana, como cómplices y testigos; un equipo de reporteros fueron los invitados especiales del cantaor español de flamenco Diego El Cigala para escuchar en exclusiva su nuevo disco.
No se trató de una cita cualquiera. Una sesión de escucha en un cálido hogar en medio de palmeras, arena blanca y un mar cristalino, fue el escenario perfecto para ver a Diego disfrutar de cada una de las canciones de este álbum. Pero, de nuevo, no fue nada convencional, ya que El Cigala dejó por un momento su vocación gitana para dedicar su voz a cantar grandes éxitos de la salsa clásica y rendir un cálido homenaje a quienes él llama genios de la música.
Así las cosas, después de que el español nos contagiara con un sabor tropical inesperado, Diego abrió las puertas de su corazón para presentar en privado el disco Indestructible .
Con la brisa que refrescaba constantemente el calor de la isla, El Cigala , quien vive en República Dominicana desde el 2013, habló largo y tendido sobre una obra que dedica al cien por ciento a su amada Amparo , su esposa, dequien quedó viudo en 2015.
En Indestructible , Diego logró reunir a una gran cantidad de los músicos que conformaron la orquesta Fania All Stars para, con su sonido exquisito, lograr que el disco fuera realmente un respeto hacia este género bailable.
Diego, con una frescura y un buen humor envidiables, cantó, bailó y respondió a una extensa entrevista. A continuación, un extracto de ella:
¿Qué significa la salsa para un cantaor de flamenco?
Para mí es ritmo, es el pueblo, la calle, es tanto pena como alegría, es muy similar al flamenco. Sobre todo la salsa urbana, la que se ha hecho siempre en las calles, yo vengo de ahí también. Para mí es lo mismo cuando se encuentran en un barrio puertorriqueño y salen a la calle cuatro o cinco y ya está la rumba, en el pueblo gitano pasa lo mismo. Desde mi punto de vista, la salsa es indsetructible y el flamenco es igual.
¿Le ha costado que lo acepten en este nuevo mundo, en este nuevo género para usted?
En el mundo de la salsa me dicen que no lo pueden creer y yo digo: ¡no, señores! Este es mi viaje y en ese viaje han ocurrido muchas cosas para que yo, en nada de tiempo, aprendiera de los grandes, porque he bebido de la fuente de los grandes. Yo no busco, como Picasso, encuentro y si encima le añadimos a un motivo personal, uno tiene que luchar y dar esa fuerza.
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¿Recuerda cómo fue su primer encuentro con la salsa?
Hace muchos años cuando llegaba mi padre de fiesta con grandes músicos, con genios por la casa después de darse sesiones de flamenco. Escuchaban a Antonio Machín, Benny Moré, Lucho Gatica, pero a mí me encantaba ya el mundo del bolero y de la interpretación. Luego fueron pasando los años y conocí –porque Dios me puso de por medio a ese genio– a alguien tan grande como Bebo Valdés. Yo venía de una guitarra y cuando conocí el piano de Bebo me trasladó a otro mundo sin fin: empecé a conocer la música cubana, la afrocubana, la latina y gracias a Dios en ese tiempo conocí a Cheo Feliciano, Héctor Lavoe, Rolando La Serie, Maelo Ruiz. Y yo decía que tenía tanto miedo por lo que habían hecho estos genios que siempre le he pedido a Dios bendito que me ayudara para llevar este disco que es mi viaje.
Dice que ha sido un reto hacer este disco porque respeta mucho cada obra, pero le pone el sello indiscutible de su voz flamenca...
¡Por supuesto! Y el secreto para lograrlo es haber tenido muchas depresiones, algerías, logros, vivir, vivir cosas tan bellas; para cantar el sentimiento.
¿Siente las canciones como suyas?
Eso es lo que he intentado: meterme en cada una de ellas, no solo cantar. El tema se puede cantar pero mucho mejor si se puede darle esa interpretación, yo directamente me siento en ese papel.
¿Se siente cómodo cantando esta salsa?
Como pez en el agua y lo bonito es no dejar de ser flamenco y respetar los clásiscos de estos genios que me han hecho vivir, que me han hecho soñar.
¿Y bailar?
Bailar, bueno, yo que sé. Prefiero quedarme en una banqueta sentado. En el vaivén me quedo como el cojo Peroche, que era un gitano que bailaba muy bien pero siendo cojo se tiraba una patadita renqueando que nosotros no podemos hacer.
Grabó el disco en varios lugares como Puerto Rico, Cali, Cuba y Nueva York. ¿Qué le dejó cada lugar?
Su esencia. El pueblo, su gente, la tierra; este disco no hubiera sido posible si traigo esta gente a mi casa, qué chimba hacerlo en la comodidad, pero no hay nada qué contar. Mi alma me decía que tenía que ir a los meros meros lugares; cenar con ellos, reírte mucho y a la hora de tocar, prestar atención a ellos porque me estoy metiendo en un terreno que qué mejor que ellos me guíen.
¿Cómo fue seleccionar los temas para hacer este homenaje tan grande?
Es muy difícil porque terminé de grabar Romance de la luna Tucumana , que fue un disco de tango, y ya estábamos en la búsqueda de los temas mi compañera –Amparo, que en paz descanse– y yo. Nos tirábamos horas y horas hasta el amanecer escuchando temas, pero nos identificábamos en las primeras notas y ahí esogíamos. Tenían que ser temas a los cuales yo pudiera darle la chispa de lo que es Diego El Cigala, pero no llevarlos al flamenco jondo porque entonces perdería toda la esencia y tampoco quería ser yo un salsero.
Está respetando mucho eso de que usted es cantaor y no sonero, ¿por qué hace tanto énfasis en la diferencia?
Por eso mismo, porque yo no soy salsero, soy cantaor. Pero eso me ha gastado mucho porque me he llenado de vida y de corazón, porque en nada de tiempo he cogido un aprendizaje, una lección de vida que nos hace milagros. He llegado ahí y me he sentido cómodo y a gusto, pero también ha sido una lucha porque los discos cómodos no me gustan, me aburren rápido y tengo que dar la batalla para que eso no pase.
Al final dice que este disco es un homenaje a Amparo, su compañera (quien falleció en 2015). ¿Qué significado tiene su esposa en este álbum?
Es todo, el disco es ella, tiene su esencia y espero que el mundo lo disfrute y que puedan sentir el mensaje. Yo ya estoy más que pagado en el planeta, mi recompensa, mi mayor premio ya está más que pagado porque todo esto ha sido gracias a ella.
Hay una variedad muy rica y una combinación de instrumentos en las canciones. ¿Qué tan difícil fue tocar salsa con guitarra y palmas flamencas?
Eso es lo bueno porque nunca se ha dado, meterle a la salsa guitarra flamenca, palmas y cajón es muy rico, pero no tenía que ser saturado. Los instrumentos tienen que ser usados como uno más, porque si lo llenábamos mucho tirábamos para terrernos pantanosos y no se puede perder la esencia; no por nada, porque el flamenco ya está ahí, pero hay que respetar la musicalidad, la melodía y los tiempos. No quiero que el mundo diga que intenté esto por hacerlo al estilo de flamenco, lo último que se ha hecho es eso.
Hay más de 70 músicos acompañándolo, desde los artistas de la Fania hasta Oscar D'León, ¿cuál fue el aporte de ellos a esta grabación?
¡Imagínate! Cuando yo escuchaba a la Fania no estaba en mi mente que yo iba a estar con ellos después de 40 años desaparecidos y traerlos acá tan frescos y con esa genialidad, era un sueño que estaba lejos. El Todopoderoso bendito fue el que lo logró y cuando entré en ese estudio y los vi fue alma, corazón y emoción. Después de 40 años de no tocar como Fania y viene este gitano con todo el amor del mundo a confrontarlos y mirarles las caras y decirles vamos a gozar y a tocar, ha sido impactante.
Comentaba su admiración por grandes cantantes como Héctor Lavoe, ¿qué hubiera hecho de cantar con ellos?
Es lo que se me ha quedado en un tintero. Hubiéramos sido panas full , el señor Lavoe y yo o Cheo... ¡Guau! Leyendas, genios; hubiéramos sido muy buenos amigos porque eran cantantes de verdad, con la verdad en sus gargantas, creo que en el reino de los cielos cuando nos veamos estaremos contentos.
Ya ha hecho varios homenajes a géneros latinos en sus discos, ¿por qué toma la decisión de hacerlo?
Porque me sentía como pez en el agua, porque lo llevaba mucho tiempo en la cabeza. No he pensado en el qué dirán o cuál será la crítica, si piensas en eso no haces nada y hago lo que mi corazón me dicta en el momento que lo haga y como me pide que lo haga.
¿Fue difícil acoplar su voz a los ritmos latinos?
Es muy difícil, es una odisea. Pero se logra poniendo ganas y distrutando mucho, dejando que te llenen las cosas, todos esos momentos han sido épicos.
¿Si le pregunto si es su mejor disco, qué me contesta?
No sé si es el mejor o el peor, pero de que me he dejado parte de la vida en él, eso es lo más cierto.
¿Se imagina un concierto suyo en el cual la gente baile al ritmo de salsa?
Está hecho para eso para que la gente guarachee, eso me emociona. Ahí va a ser donde yo voy a gozar total, nítido.