Stranger Things , título que esta semana se asoma en las redes sociales y conversaciones de amigos es la nueva serie de Netflix, que parece tener la ecuación de un éxito desmedido que invita a la gente a abstenerse del trabajo y entregarse a una maratón de ocho horas continuas.
Más allá de la presencia de Winona Ryder y Matthew Modine, esta nueva serie marca lo que parece ser un hito para mucha gente: la serie que se hizo treinta años después de su tiempo.
En realidad, antes que un ejercicio audiovisual es evidente que estamos ante un ejercicio de mercadeo bárbaro. Con esta propuesta es claro que Netflix sabe para quién produce.
El culto al pasado. No son pocas las referencias a la cultura popular de los ochentas, van desde el cine hasta los pasatiempos. Películas como Alien , ET , Close encounters of the third kind , The Goonies , incluso la primera película de Rambo están presentes como intertextos en la propuesta audiovisual.
Esto va más allá de la representación temporal que explica Dungeons and Dragons , los walkie talkie , el Atari, la ropa y The Clash . En la realización de los hermanos Duffer el mismo texto se construye de partes de otras películas o propuestas artísticas que rememoran la época que si bien, muchos no vivieron por experiencia propia, lo han vivido mediante el registro audiovisual que llega a clásico.
Sin afán de adelantar la historia, la recreación de escenas de la película ET son tan claras, que es esa claridad la que posiblemente haga al preceptor conectar más con la serie.
Esto no es solamente un factor incidental como lo es la música de sintetizador en el opening ; hay que tener claro se escribió un guion basándose en estas referencias, que deliberadamente han sido puestas en el núcleo de la historia.
Estructura y narrativa. La estructura muestra un equilibrio que tan rápidamente como se necesita es interrumpido con la desaparición de Will Byers, desencadenante y justificación de la sinopsis de la serie.
La trama es mucho más sólida que otras series de ciencia ficción como Under the Dome y Revolution pues no confunde entre aspectos de ciencia y sobrenaturales, los que presenta de manera delimitada. No se presentan solo “cosas extrañas” al azar, pues todo encadena en comunión al final de la serie.
Aunque es una serie con valores de producción muy similares a Hemlock Grove , la fuerte premisa e historia sólida parecen hacerla más aceptada, incluso por factores relativos a mercadeo y estilo. Las referencias a la cultura popular de quienes hoy en día consumen son valiosísimas y parece que se componen como el principal capital de la propuesta.
No se puede dejar de lado que existe una atmósfera política implícita en la serie y que da mayor riqueza presentando una agencia de gobierno inserta en la guerra fría. Esto da sentido al secretismo y desenvolvimiento del plot. Es una serie muy completa en el texto propio que sostiene su núcleo narrativo.
Es claro que mucho del éxito de esta serie se debe a las referencias que retratan ese pasado que no tiene más obra popular que hurgar. Precisamente, cualquier producto que llene ese vacío cultural, que lo suplemente, va a tener una porción muy grande de atención y divulgación por parte de la audiencia. Ejemplos como el corto de internet Kung Fury –disponible en Netflix– dejan claro el hambre existente para productos que tengan ese ambiente vintage per se.
La pregunta obligada acá: ¿Tendría Stranger Things este éxito de estar ambientada en la época actual o hubiésemos tenido otra Eerie Indiana en esta década?