Fue durante una celebración de la vida que Estados Unidos tuvo que verle la cara a la muerte. La conocida Maratón de Boston, una de las más importantes del mundo, fue el objetivo terrorista de los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev en su edición del 2013.
Después de la detonación de dos bombas caseras, Tamerlan murió durante la persecución policiaca. En el 2015, Dzhokhar fue condenado a muerte y, en agosto de este año, realizó una apelación a las cortes federales.
Pero esas noticias solamente habla del contexto de la historia. El documental Marathon: The Patriots’ Day Bombing , un trabajo conjunto de HBO y el periódico Boston Globe , expone el contexto pero lo que describe descarnadamente son sus secuelas.
“Ser una amputada es mi identidad ahora”, dice Jessica Kensky, una atleta que perdió una de sus piernas en la explosión y la otra en el 2015 porque el daño obligó a los médicos a amputársela. Kensky y su esposo Patrick Downes tenían siete meses de casados cuando corrieron la maratón del 2013. “Cada uno de nuestros mejores amigos ha tenido un bebé después del atentado. Eso ha sido el tema más doloroso para mí”, confiesa.
Las entrevistas del documental son el registro de lo que pasó después de que las cámaras de seguridad y los videos del público grababan para la posteridad la premura y el dolor inesperado de la tragedia.
Las voces de estos narradores retratan a Boston como una ciudad herida. No solo físicamente en el caso de las personas que perdieron sus extremidades, sino las sensaciones que se perdieron dentro de la comunidad.
Las directoras Ricki Stern y Annie Sundberg toman prestada del seno del Boston Globe a la historia de su periodista David Filipov quien, posterior al atentado, trabajó en una investigación sobre el pasado de los hermanos Tsarnaev y se convirtió en blanco de los resentimientos de los lectores del periódico.
Marathon: The Patriots’ Day Bombing no es una historia de supervivientes que superaron el límite de la muerte, pero tampoco nació para serlo. Su gran atributo es ser una historia sobre lo difícil que es sanar cuando las heridas son incurables.