Al igual que otras festividades, la amistad y el amor tienen su fecha especial: 14 de febrero. Es fácil notarlo, el comercio ofrece chocolates, flores, cenas y otro tipo de obsequios especiales para la ocasión. Pero, ¿cuándo cobran más valor estos sentimientos?
"Menos mensajes de WhatsApp y más visitas inesperadas. Eso necesita el mundo", se lee en el perfil de Facebook de Juan Andrés Gutiérrez Hernández, un joven de 23 años amante del ciclismo y a quien la vida le cambió por completo en el 2010.
El 13 de julio de ese año el deportista sufrió un accidente de tránsito que le provocó una lesión cervical la cual le quitó la movilidad del pecho hacia abajo.
"En un entrenamiento en la autopista Florencio del Castillo, un conductor frenó luego de que le sonara el celular, choqué contra el automóvil por la parte trasera y quedé con una discapacidad que me impide moverme del pecho hacia abajo", explicó Gutiérrez.
Juan era una joven promesa del ciclismo nacional. Competía como capitán en el equipo de San José y corría junto a Andrey Amador. Un muchacho disciplinado y con su mente enfocada en su pasión.
Luego de la colisión se sumaron nueve meses para recuperarse. A pesar de las dificultades, surgió un aspecto positivo: se dio cuenta de quiénes eran sus verdaderos amigos y además forjó nuevas amistades que ahora lo hacen disfrutar sobre ruedas.
Los fines de semana para 'Juancho'
El domingo 12 de febrero, Allan Arguedas pedaleaba fuertemente en las montañas de Orosi... tenía que movilizar su peso, el de la bicicleta y la silla de ruedas que lleva a 'Juancho', como cariñosamente le dicen sus amigos.
En cada paseo, 'Juancho' vuelve a sentir el viento contra su rostro, como si estuviera pedaleando.
Allan, en compañía de Gabriela Barrantes, Diego Castro y Adriana García, se encargaron de recoger dinero para crear una especie de silla con dos llantas de bicicleta del tipo mountain bike, con tal de que este joven, vecino de Moravia, se pudiera mantener integrado al mundo del ciclismo que tanto ama.
Con dinero en mano y las medidas de Juan, surgió la 'volanta', llamada así por otro de sus amigos. La utilizan casi todos los fines de semana.
En muchas ocasiones, pasean por La Isla de Moravia y de vez en cuando visitan Orosi de Paraíso, en Cartago. De esta forma, procuran que esta práctica alimente su espíritu alegre y agradecido.
Así lo cuenta el mismo Juancho: "Unos amigos crearon hace seis meses, aproximadamente, una carreta que se amarra a una bicicleta; así me llevan a diferentes lugares. A la mayoría no los conocía antes del accidente y lo bonito es que aunque muchos se fueron, los verdaderos amigos están conmigo".
Los fines de semana de paseo, Juan madruga y su mamá, Gabriela Hernández, le ayuda a vestirse con su casco, lentes, camisa, pantaloneta de ciclista y tenis, para estar listo antes de que sus amigos lleguen a recogerlo, como sucedió el domingo pasado.
Suena la bocina. ¡Llegó Allan! En el hogar de Juancho saben que este es un momento especial. Se aproxima una aventura sobre ruedas.
Allan llegó junto a Carlos Retana, del grupo Aconvivir. Ambos son dos de los nuevos amigos de Juan luego de la colisión. Wilberth y Gabriel Méndez son hermanos y amigos desde la infancia que también le demostraron que siempre iban a estar en las buenas y en las no tan buenas.
Allan se baja, toca el timbre y entra. Saluda a todos. Las risas y sonrisas pasan de uno a otro. Es el sentimiento de la amistad. Ese que perdura con el tiempo.
Entre Allan y Carlos montan a Juancho en el asiento delantero del carro. Va de copiloto, pero solo puede hablar y mover la cabeza. Sus extremidades superiores las mueve con dificultad.
Ya en Orosi, comienza el paseo y uno de los momentos más preciados para Juan.
Se le preguntó:
-Juan... ¿cuánto motor tiene esa bicicleta? (en referencia a la condición física de sus amigos que jalan la carreta, específicamente de Allan).
-Lo que le den esas piernas, quizá como unos dos kilómetros, dijo en tono de broma con una sonrisa.
En ciclismo, esa distancia es muy corta, por lo que Allan y Carlos rieron ante su buen sentido del humor.
"Para mí significan mucho (los recorridos) porque es un deporte que yo amo, que ahora no puedo practicar solo. Ellos vienen por mí y luego me regresan a casa. Hay un lazo de hermandad, aprecio mucho su tiempo porque son reales conmigo", comentó Juan.
La amistad entre Allan y Juan se comenzó a gestar semanas después del accidente de tránsito del 2010. Allan supo del caso por medio de una campaña de donación para que el muchacho tuviera una silla de ruedas especial.
"Desde el principio me metí a recoger dinero. Pusimos alcancías en diferentes ciclos. Conocer a Juancho ha sido muy bueno", dijo orgulloso.
Aprender a convivir
Carlos vive cerca de donde Juancho y, aquel día del 2010, pasaba en vehículo por el lugar del accidente. Cuenta que "el conductor se tomó la libertad de sacarlo para luego darse a la fuga y creemos que eso aumentó su lesión al momento del accidente", detalla un tanto resignado. "No soy de parar en accidentes, pero aquella vez lo hice porque vi que era un ciclista", expresó este deportista quien tiene más de 20 años de practicar esta disciplina.
Para él, es vital que conductores y ciclistas aprendan a convivir en la carretera, como una manera para aumentar la cultura vial en Costa Rica.
"Estamos teniendo una crisis de odio e intolerancia (...). Los ciclistas y los peatones somos los primeros que debemos poner de nuestra parte para minimizar los accidentes", detalló.
El ciclista considera que respetar y acatar señales de tránsito, no frecuentar autopistas, conducir bicicleta en paralelo (o fila india) y ser consciente de que los vehículos necesitan pasar son elementos claves.
Para Allan —uno de los que más pedalea por Juancho— la amistad se refleja cuando una persona lo hace ser mejor y le llena de paz y esperanza.
Actualmente, rememora una de las mejores experiencias que ha compartido con Juancho y fue cuando le hicieron un tatuaje en el "Paradaise Tatto Convention" del 2016.
El diseño es un ojo de Horus. Dentro de él se observa a un ciclista que lleva su bicicleta alzada sobre su hombro.
Juan se desplaza habitualmente en una silla de ruedas eléctrica. Para él, la experiencia de andar en la volanta es "súper bonita porque es volver a andar en bici. Tal vez, no como lo hacía antes, pero es volver a rodar", finaliza orgulloso de sus amigos.
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