Las cuatro especies de monos que habitan en el país están en riesgo de extinción debido a que no cuentan con suficiente variabilidad genética que les permita afrontar epidemias y catástrofes.
Esto se desprende de un estudio realizado por Gustavo Gutiérrez Espeleta y Rónald Sánchez, de la Universidad de Costa Rica; Misael Chinchilla, de la Universidad de Ciencias Médicas, y Grace Wong, del Instituto Internacional en Conservación y Manejo de Vida Silvestre, de la Universidad Nacional.
El estudio fue presentado en el II Simposio de primates en Costa Rica, realizado del 25 al 27 de julio en San Ramón, Alajuela.
Desde el 2001 se han estudiado 329 individuos: 151 congos ( Alouatta palliata ), 61 colorados ( Ateles geoffroyi ), 40 titís ( Saimirii oerstedii ) y 77 carablanca ( Cebus capucinus ).
A estos animales se les tomó una muestra de sangre de donde se extrajo el ADN. Posteriormente se analizaron seis secciones variables del genoma.
El resultado fue poco alentador: se notó una tendencia a la homogenización genética.
“Una meta de la genética para la conservación es retener suficiente variación genética para asegurar no solo adaptación local, sino adaptación a ambientes cambiantes.
La variación genética permitiría mantener la vitalidad reproductiva, resistencia a enfermedades y reestablecimiento en poblaciones naturales. Por lo tanto, a mayor variación genética, mayores son las oportunidades de conservación”, se indicó en el estudio.
Hábitat fragmentado. Una de las explicaciones podría estar en otro estudio de Sánchez, en que se señala que el cambio en el uso del suelo es uno de los factores de la reducción drástica de las poblaciones de primates.
Tierras dedicadas a la agricultura o al desarrollo de proyectos urbanísticos dieron paso a la fragmentación del hábitat, dividiendo las poblaciones continuas y propiciando grupos más pequeños, cuyas posibilidades de reproducción son limitadas, y por ende, se da una pérdida de variabilidad genética.
Además, en poblaciones pequeñas se dan altos niveles de endogamia. En estos casos las características recesivas tienden a manifestarse, lo que promueve la aparición de enfermedades congénitas.
Otro de los estudios presentados fue el que realizó Federico Villalobos, quien analizó la diversidad genética y la evolución en el género Alouatta.
Villalobos comentó que existen diferencias importantes entre las especies centroamericanas y suramericanas. Un ejemplo que destacó es el del mono congo, nativo de Centroamérica, cuyos niveles de diversidad genética son los más bajos.
Al respecto, Gutiérrez comentó que los países suramericanos tienen extensiones boscosas más amplias que las centroamericanas, por lo que sus poblaciones podrían ser más estables y tener una mayor variabilidad genética.
Estrategia. Las investigaciones presentadas en el simposio servirán de base para establecer políticas que posteriormente serán retomadas en una estrategia de conservación, la cual se presentaría al Ministerio del Ambiente y Energía.
Para Gutiérrez, los actuales esfuerzos “no son suficientes”. No solo se trata de crear áreas protegidas, sino también de procurar su conectividad para no crear “islas”. Enfatizó que a Costa Rica le urge una estrategia de conservación en esta línea, la cual propicie el flujo genético.
En este sentido, trabajar con dueños de terrenos privados circundantes a las áreas protegidas es una de las propuestas.
En este tema, los incentivos a la conservación privada como pago por servicios ambientales, servidumbres ecológicas, refugios de vida silvestre o reservas privadas se vuelven clave.
Otro de los ejes podría estar orientado a continuar con el proceso de creación de corredores biológicos, para ayudar a la recuperación de las poblaciones.